Quiero pedir permiso a su memoria, y dedicarle éste, mi articulo de Navidad, a mis hijos, los hijos de Venezuela
Tamara Suju Roa
Queridos lectores, mi escrito de hoy esta dedicado a cada niño venezolano que murió este año por la incapacidad del Estado de garantizarle sus derechos. A cada angelito que además de sufrir por alguna enfermedad, sus padres no le pudieron aliviar el dolor, porque no había medicamentos, o bien, aquellos bebés que se fueron apagando poco a poco, por falta de alimentos.
Quiero simular una carta, que quizás aquella criatura de ojos negros y profundos, que se me han quedado grabados en el corazón, le hubiera escrito al Niño Jesús. Quiero pedir permiso a su memoria, y dedicarle este, mi articulo de Navidad, a mis hijos, los hijos de Venezuela. Con el permiso de todos los padres…
Querido niño Jesús:
Quiero curarme, paz, salud. Hace poco caí muy enfermo. Una enfermedad que es la peor pesadilla que los padres de uno podrían pensar para sus hijos. Yo quisiera sentirme bien y que ellos no tengan que angustiarse por mí. Ellos han dejado casi de vivir, tratando de que yo me sienta bien y están casi todo el día buscando las medicinas que necesito, por mi enfermedad. A veces consiguen de gente amable, a veces escriben en eso que llaman redes sociales lo que necesito y se las hacen llegar, otras veces nos avisan dónde hay. Mi mamá casi parece una detective, buscándolas, pero rara vez puedo tomarme todo lo que me han mandado, por la crisis que se está viviendo en mi país.
Quería contarte que yo quiero cuando sea grande ser un famoso bailarín, como ¡Michael Jackson! No sé si te has dado cuenta que me parezco a él, pero puedo bailar y cantar como él. Mi familia dice que soy muy alegre, que canto y bailo bien. Quisiera también inventar la cura para mi enfermedad, para curarme y curar a otros niños como yo, y que no tengan que sufrir y nada les falte. Mi mamá se mudó conmigo a casa de mis abuelos, y dejó su trabajo para poder atenderme, y quisiera pedirte que le trajeras paz, mucha paz.
El otro día fui a una marcha, esa que hacen los adultos para protestar por sus derechos, para acompañarlos porque yo también necesito medicinas. Había hombres y mujeres con uniformes, y yo les mostré mi cartulina, para que supieran que no quería agredirlos, sino decirles lo que sentía. A mí también me gustaría cuando sea grande ser ¡bombero! Ellos también usan uniforme, por eso no me dio miedo estar cerca de ellos. ¿Sabes? La gente les tiene miedo.
Quiero pedirte por mis padres, mis tíos, mi hermana, mis abuelos. Yo quiero que los niños enfermos como yo, puedan curarse. Quiero que sueñen con ser grandes y que puedan realizar sus sueños. Quiero paz para mi país y que todos los niños de Venezuela sean felices, y que su única preocupación sea estudiar y jugar en el barrio donde viven, libres, riendo. A mí me gusta jugar en los parques, llenarme de tierra, montarme en los columpios, pero a veces, no me dejan, porque mi mamá dice que es peligroso que los niños vayan al parque.
He visto como los adultos lloran angustiados cuando ven cómo se les va la vida a sus hijos, porque no hay medicinas. Quisiera que la gente buena de Venezuela se ocupara de que más nunca ningún niño muera porque no tenían con qué curarlo y así sus padres dejen de sufrir, lo que están sufriendo los míos.
Querido Niño Jesús, quiero curarme y crecer para cumplir mis sueños.
A todos los Oliver de Venezuela, que Dios los bendiga.