La oposición debe hablar directamente con los militares chavistas descontentos sobre el desmantelamiento del país y de la FANB en manos de este Gobierno
Humberto González Briceño
La Fuerza Armada aunque quisiera, que no es el caso, está totalmente amarrada a un modelo perverso de Gobierno amparado por la pseudolegalidad. La obediencia debida a sus superiores, aunque sean corruptos, y los esquemas de disciplina no dejan mucho espacio hoy para la disidencia dentro del mundo militar.
El soporte militar al régimen parece ser la piedra angular para imponerse a las mayorías. Y esto no parecen entenderlo los demócratas. O mejor decir, se niegan a aceptar la realidad, por cruel e infame. No importa cuántas movilizaciones de calle se hagan, no importa que las mayorías rechacen ampliamente al régimen. Mientras el Gobierno cuente con el apoyo de los militares será imposible lograr el cambio político. Siempre nos encontraremos con el mismo muro de contención.
Esto es algo que debe sincerarse a la hora de los análisis. En un régimen que ha sido definido desde el principio por su alto grado de militarismo y autoritarismo es muy probable que cualquiera sea su desenlace, este involucre al factor militar. Esto no quiere decir necesariamente que el desenlace a la crisis política de Venezuela será un golpe de estado militar. Pero sí está claro que cualquier cosa que pase será determinada por el papel que jugarán los militares.
Por supuesto, estos militares no son asexuados. Los militares de la era chavista son bien definidos por su grado de lealtad al proyecto político del Gobierno. Las luchas que se dan en las altas jerarquías del mundo militar son entre facciones chavistas, peleando por liderazgos personales y por acceso a cargos y beneficios. En los niveles inferiores de la pirámide militar hay confusión y frustración, como en el resto del país. Allí también se definen ampliamente chavistas pero descontentos por el deslave del país que es a su vez el deslave de la institución militar.
Tomará tiempo, bastante presión y movilización popular para que estos militares de la base de la pirámide reconcilien sus sentimientos y comiencen a actuar con estricto apego a la Constitución Nacional. Además la misma lógica de obediencia y disciplina militar determina que estas ideas y sentimientos sean permeables a los estratos superiores para que se traduzcan en acciones concretas. Estos son procesos muy complejos que pueden tardar años u horas en desarrollarse, dependiendo de la severidad y agudización de la crisis.
En esta nueva fase de lucha que inicia la oposición política, debería ensayar una nueva táctica. Romper el cerco del régimen y hablar directamente con los militares chavistas descontentos sobre el desmantelamiento del país y de las FANB en manos de este Gobierno. Sobre todo porque esos militares no son neutros ante la crisis y forman parte de familias que a su vez son víctimas de la descomposición social y política.
La oposición, en su expresión más amplia, debe desembrujarse y hablar cara a cara con los militares. No para apoyar un golpe de estado, sino para exigirles que cumplan y hagan cumplir la Constitución Nacional.