Las emociones negativas dominan a la población venezolana que, inmersa en las preocupaciones del día a día, está paralizada políticamente
Mónica Duarte
Monitorear la conflictividad en el país no es tarea fácil tras un año que golpeó a los venezolanos en el bolsillo y en sus expectativas políticas. Yorelis Acosta, psicóloga social, profesora universitaria e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV, ha visto como las expresiones de la crisis se recrudecieron en el 2016, luego de comenzar un año con mucha esperanza y expectativa que no se vieron correspondidas al finalizar diciembre.
Por el contrario, los comportamientos y actitudes de la población estuvieron profundamente marcados por la tristeza y la rabia, emociones que dominaron en el mapa psicológico del país en los últimos meses. La investigadora explica que esto se debe a que “estamos profundamente metidos en la tragedia, tenemos muchos años caminando en círculos y no hemos avanzado nada en la solución de nuestros problemas”.
Esta espiral de dificultades ha enfermado psicológicamente al venezolano hasta el punto de generalizar el dolor personal y convertirlo en malestar colectivo, en lo que la especialista ha denominado como el “sufrimiento social” que domina el país.
Las manifestaciones de este sufrimiento se han vuelto extremas y en el mes de enero de 2017 Acosta ha comenzado a seguir una nueva expresión dramática de la crisis-país: 20 suicidios en 16 días solamente en la ciudad de Caracas. A esto se le suma la violencia que ya se venía apoderado de las protestas y que agravó la cantidad y brutalidad de saqueos, linchamientos y homicidios.
«las expresiones de la crisis se recrudecieron»
En este panorama la acción política es fundamental para cambiar el impacto negativo del entorno en la población. La psicóloga es tajante al evaluar la responsabilidad y deber de los gobernantes en su labor de cara a los problemas sociales que ya han roto con el discurso polarizante de las cúpulas.
“La gente tiene que exigirle a sus representantes que cumplan, que se preparen mejor y que escuchen a sus representados”, agrega Acosta quien cree que el discurso político no está en sintonía con las preocupaciones generales y que esto podría cobrar consecuencias electorales o de calle.
¿Cómo se manifestó la conflictividad en el último año?
La violencia se ha apoderado de las protestas y vemos que en 2016 se intensifican, que van a pareciendo otros fenómenos que denotan no solo la pérdida de calidad de vida de los venezolanos sino la misma agudización de la crisis política, social y económica que vive el país. Las protestas se discriminan por política, económica o por inseguridad en su mayoría. Pero esta conflictividad que de manera tradicional se puede medir por el número de protestas, por la intensidad, por la violencia que se da en ellas, comienza a aparecer con otros hechos para tomar en cuenta, como los saqueos que ya en 2014 se estaban dando. Lo que llama la atención el año pasado es el uso de las redes, de fotografías y de películas que hacen la situación del saqueo mucho más llamativa. También comienzan a aparecer los linchamientos como formas de la conflictividad y de la anomia, de la debilidad institucional que tenemos, de la no creencia en las policías y las instituciones, de la rabia acumulada.
¿Son estas expresiones extremas de la conflictividad?
Son síntomas patológicos de la crisis que no los estamos resolviendo por canales regulares, ni por vías adecuadas, porque lo adecuado sería que funcionen las instituciones, que al poner una denuncia te sientas protegido por la policía, que haya un sistema de justicia donde las causas sean tomadas en cuenta. Pero la confianza no existe y las personas quieren hacer justicia por sus propias manos.
«la confianza no existe y las personas quieren hacer justicia por sus propias manos»
¿Estas protestas demuestran más consciencia en la población o más frustración?
Las dos cosas, no hay una respuesta certera. Hay gente más consiente, que participa porque cada día nos damos cuenta que es imposible estar fuera del juego político. Y en las pequeñas decisiones se ve el vínculo, entre un presidente que se cree que está lejísimo, abre la boca y lo que dice nos afecta a todos.
¿Hay una desesperanza generalizada en el país?
A mí no me gusta hablar de una sola forma, no me gusta decir que hay una desesperanza. Por su puesto que hay un grupo de personas que se sienten desesperanzados, de esa gente que cuando abre la boca te dicen que aquí no hay futuro, que hay que irse, y muchos han optado por esto.
Pero también hay gente que está luchando, que está resistiendo, que en medio de los problemas está emprendiendo cosas y hasta hace negocios. Porque si tu ves una cola está el que te vende café y el que te ofrece cigarros detallados, es su forma de rebusques, como antes estaba la señora que hacía torta, que ahora es más difícil. El bachaquero es alguien que también aprovecha, hace su cola, se para temprano, agarrara los productos principales para luego revenderlos y en un día saca más de lo que saco yo con postgrado.
¿Esto denota un aprovechamiento de la situación o una manera de resolver?
Al ver el espectro de todas las opciones de comportamiento y estrategia de los venezolanos se nota que no todo el mundo tiene desesperanza, hay gente que tiene alegría, aunque son pocos, y hay gente que está emprendiendo.
Existen muchas estrategias para enfrentar la crisis, una de ellas es que hay que tener un rebusque, otra actividad, un ingreso extra para poder aguantar al inflación país. Entonces los que decidimos quedarnos tratamos, tenemos que hacer el esfuerzo para mantenernos calmados, de pensar en las situaciones de estrés. En ese buscar estrategias hay gente que ha decidido formarse en otra área, hay gente que ha decidido hacer cosas para vender y aprovechar la crisis para generar otro tipo de trabajos.
“Hoy somos otros venezolanos”
Psicológicamente ¿cuál es el grupo social más vulnerable?
«la gente está muy preocupada, estresada y triste»
En principio uno diría que son niños y ancianos. Son los grupos más vulnerables en general y en especial con el componente nutricional que tiene la crisis. Estamos viendo que el venezolano está perdiendo peso y eso afecta el aspecto psicológico, la gente está muy preocupada, estresada y triste, aunque no lo diga en la cara lo muestran.
Pero ahora hasta los adultos son vulnerables porque llevamos mucho tiempo en este sufrimiento. Yo lo llamo así desde la psicología: sufrimiento social. Esto es que en situaciones de crisis aparecen indicadores psicológicos que denotan esa expresión o esa influencia del contexto en tu psicología personal pero que además es una situación que se ha generalizado en todo el país. Hablamos del 2016 como un año terrible pero ya desde 2010 la gente estaba preocupada por la inseguridad, por lo económico, el temor de salir a al calle, la inseguridad también iba moldeando nuestro comportamiento y luego lo económico. Hoy podemos decir que somos otros venezolanos.
¿Cuál es la expresión de ese cambio en los venezolanos?
Yo diría que la desconfianza, el temor que tenemos del otro. El venezolano es amiguero y salido, tú llegas a todas partes, conversas y das los buenos días, hasta las colas se han hecho llevaderas por eso, terminas de pana del que está atrás o te consigues a alguien que te cuida el puesto. Pero eso se ha perdido, esos comportamientos han cambiado, la gente tiene miedo del que se sienta al lado, no quieren que se acerque nadie y está más desconfiada.
En los niños hemos estado viendo nuevos síntomas psicológicos que no habíamos visto antes, como terrores o la ansiedad, que es una conducta propia de los adultos, empiezan a aparecer en ellos por las misma situación país. Pero también porque los venezolanos somos tan intensos que hemos hecho a los niños participar de las vida pública, los hijos van a las marchas, hacen cola, opinan, aquí hay una sobre exposición a información política y económica en las que nuestros niños participan y se angustian también.
¿Existe una gama de expresiones de ese sufrimiento social?
Hay manifestaciones de este sufrimiento que incluso hemos naturalizando. El concepto tiene que ver en cómo la situación país y los factores externos, afectan al individuo y ya la afectación no es un individuo, ya todo el país está abrazado por la crisis y se ha convertido en un problema de salud pública. La gente está yendo más a consulta, está pidiendo auxilio, sienten que sus fuerza no le dan para responder al día a día.
Pero también estamos tan metidos en estos problemas que muchos han naturalizado los nuevos síntomas y ahora estamos mucho más allá de lo que dice la teoría de que cuando estás en contextos negativos eso afecta tu tranquilidad. Además, nuestra rutina cambió y van a apareciendo otros comportamientos, como lo que yo llamo “escanear las bolsas” eso no es normal, o la angustia por lo que no tienes o lo que se te va a acabar.
Hemos naturalizado la violencia, no nos parece extraño la cantidad de muertos a menos que te toque cerca. Existe una lista de comportamientos nuevos venezolanos que son muy nuestros y que tienen que ver con esa excesiva preocupación, con nuestra agenda dependiente de los productos básicos, de este mirar que tienen los otros y que nos está haciendo menos productivos, porque hay muchas horas hombre que todos hemos perdido en la preocupación y en la búsqueda de alimentos fundamentales.
«hemos perdido muchas horas hombre por la preocupación y búsqueda de alimentos»
Metidos en la tragedia
¿Estamos entonces en una sociedad más primitivizada?
Yo siento que la modernidad se detuvo en Venezuela, que nosotros estamos parados en el tiempo, que la modernidad no está llegando. Y por estar parados en el tiempo el país se nos está viniendo abajo, no hay mantenimiento de las cosas, tú sientes que todo se empobrece, que la estética de la ciudad está cambiando porque la gente no tiene dinero para pintar, para construir, reparar, uno ve que ni siquiera los alcaldes pueden encargarse de eso, que el presupuesto no les da o no están totalmente enfocados en la solución de sus problemas. Hay gente que dice también retrocedimos en el tiempo, yo quiero pensar que estamos detenidos, no quiero ser pesimista, soy realista sin ser idiotamente optimista pero trato de darme entusiasmo.
¿Hace falta dar entusiasmo a la gente?
Claro, porque estamos metidos en la tragedia, tenemos muchos años caminando en círculos, incluso tú te vas del país y regresas a los seis meses y es la misma noticia mala. No hemos avanzado nada en la solución de nuestros problemas y los políticos tampoco están haciendo lo suyo.
Si vemos el 2016 ¿Quién se iba a imaginar que con un cambio en la Asamblea Nacional no se logró impulsar ningún cambio? de aquel discurso encendido de Ramos Allup, que creo que sobrevaloró también la llegada ¿De qué sirvió la gritería y ese entusiasmo que él tenía por cambiar, si no hubo estrategia o no se preparó para enfrentar el gobierno que también tenía una maniobra para permanecer en el poder? Entonces, seguimos en la misma tensión política y paralelo a esto, el hampa haciendo de las suyas.
Hay dos agendas de país
¿Cómo están afectando las decisiones políticas a la vida cotidiana?
Lamentablemente la agenda de los venezolanos está marcada por la situación política y la situación económica. Lo que no tenemos en nuestras casas marca nuestra agenda, el día de cédula que nos toca marca nuestra agenda, y también la agenda política marca incluso nuestro estado de ánimo. Esto ha llegado al punto que hemos comenzado a monitorear suicidios relacionados con la crisis. En los primeros 16 días de enero ya van 20 suicidios solo en Caracas.
En el estudio de las emociones que predominan en el país, entre 2015 y 2016, la emoción que más identifica a los venezolanos es la tristeza, seguida de la rabia y tercero el miedo.
En esta misma observación, como investigadora y como psicólogo social, está la queja, la gente se queja muchísimo, no hay conversación después del buenos días que no empiece el rosario de quejas. En el estudio de las emociones la emoción número uno que aparece, en 2015 y 2016, como la que más identifica a los venezolanos es la tristeza, seguida de la rabia y tercero el miedo. En esta última revisión de diciembre de 2016 le preguntamos a la gente el porqué. La respuesta era por la situación país, porque el dinero no alcanza. Entonces ahí se evidencia esa conexión directa que hay entre ese contexto de crisis, de escasez y de poco entendimiento y poco diálogo entre los actores presentes y de esa excesiva preocupación que tiene enfermos a los venezolanos. Y los tiene enfermos psicológicamente cuando la gente dice que la emoción que predomina en es tristeza o el miedo, esa no es la emoción que tiene que predominar, la gente debería despertarse con entusiasmo, con esperanza, con alegría.
¿Los discursos políticos están en sintonía con esas preocupaciones del país?
Los políticos están ocupados de sacar a Maduro del poder, o de mantenerse, en el caso del chavismo, sin pensar en la agenda social. No hay solución para el sufrimiento de la gente, no se preocupan por las enfermedades, los índices de salud, los índices sociales que han desmejorado, no hay ninguna propuesta nueva, hay dos agendas de país. Entonces parece que hay un divorcio y la gente va a cobrar eso, la gente votó por alguien para que lo represente y solucione los problemas país y este 2016 fue la catástrofe.
¿Es más propicio que aparezca así un tercer grupo?
«Se impuso un discurso violento y militar»
Han habido intentos estos últimos años de ese tercer grupo, de romper la polarización pero se lo comen los dos grupos políticamente activos y yo creo que en este momento tampoco está planteado, porque es como comenzar de cero. Es formar un tercer grupo que le quite fuerza a la oposición que ha ido creciendo y consolidándose, y quitarle más fuerza la chavismo es pulverizarlo más. Por lo que creo que, de cara a este escenario político, la gente tiene que exigirle a sus representantes que cumplan, que se preparen mejor y que escuchen a sus representados. Una de las críticas a la oposición es que hay cúpulas que quieren decidir en nombre de todos, sin consultar y sin mirar. A mí me parece interesantísimo lo que propuso la Asamblea Nacional de sesionar fuera del hemiciclo, en espacios donde se evidencia la crisis, para que el político salga de su espacio natural de trabajo y así no creer que el trabajo está hecho, que con pegar gritos y salir en televisión está listo. Con la telepolítica no es suficiente.
Se ha roto el discurso polarizante
¿El discurso violento a quién beneficia? ¿Está alimentando la situación de conflictividad y de violencia?
¿Pero este discurso polarizado no se ha roto con la generalización de los padecimientos?
Efectivamente, la crisis nos abrazó a todos, la crisis hizo que nos reconociéramos como sufrientes de toda la situación y puso a la polarización quede en segundo lugar, que disminuya la tensión y que la gente tenga que hacer alianzas. Ahora muchos tienen que ayudarse, hacer trueque y los vecinos han tenido que acercarse y apoyarse con el sufrimiento social. Pero los políticos siguen jugando a eso, a dividir y a mantener a su grupo cohesionado.
«la crisis hizo que todos nos reconociéramos como sufrientes»
Comportamiento colectivo irracional
¿El retraso de las elecciones podría alimentar la desesperanza? ¿cómo reaccionará la población ante esto?
Hay cosas que nadie puede explicar como hasta cuando vamos a aguantar o si la desesperanza nos va a ganar. Pero desde la psicología social puedo decir que la gente se siente disminuida, la población está cansada, preocupada, está enfocada en resolver su día a día y mientras se esté en eso la participación política es una necesidad secundaria. Pero hemos visto explosiones como lo que pasó en Ciudad Bolívar que fue muy grave, eso ha ocurrido en menor medida en otras ciudades del país y podría repetirse. La gente puede irse a la calle y reaccionar así, con todos los factores de las masas, porque el comportamiento colectivo es irracional, puede volverse delictivo y verse sin control social y racional. Entonces es muy grave lo que está pasando y podría pasar.
Si quieres contactar al autor de esta historia, escribe a: monicaduarte@larazon.net