Maduro y su régimen autocrático se encuentra en la misma situación que Trump: se hunde cada vez más en su burbuja de mentiras
Heinz Dieterich
1.- Rebelión militar contra Trump
Cuando la policía política de Estados Unidos, el FBI, graba clandestinamente los telefonemas del asesor de seguridad nacional y confidente del presidente Donald Trump, el general Michael Flynn, para después publicarlos en la prensa imperial (Washington Post); cuando la máxima agencia de espionaje mundial imperialista, la National Security Agency (NSA), deja de enviar sus análisis diarios sobre la situación de seguridad nacional a Trump, su comandante en jefe; cuando el general Tony Thomas, jefe del Comando de Operaciones Especiales (Special Operations Command, ¡sic!) de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que tiene constitucionalmente prohibido meterse en política, dice en una conferencia militar: “Nuestro Gobierno sigue en un desorden increíble. Espero se arregle pronto, porque somos una nación en guerra” —“Our government continues to be in unbelievable turmoil. I hope they sort it out soon because we’re a nation at war”; cuando el presidente del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, John McCain, se pronuncia públicamente, diciendo que la renuncia de Flynn es una “indicación preocupante” de la “disfuncionalidad del actual aparato de seguridad nacional” y que es “imperativo” que Trump escoja un nuevo asesor de seguridad nacional adecuado; cuando ese nuevo asesor de seguridad nacional, el vicealmirante (ret.) Robert S. Harward, ex Navy SEAL (comando de la marina), rechaza la oferta de Trump, calificándola como un “sandwich de mierda”, “a shit sandwich”; cuando el exdirector de la CIA y secretario de Defensa, Leon Panetta, dice que nunca ha estado “tan nervioso sobre lo que pueda pasar… en la Casa Blanca”, que no sabe si “es capaz de responder de una manera pensante” a una crisis, y que no se puede permitir que “el cambio se convierta en caos”, entonces se entiende que el fálico Trump entra en pánico y se refugia en el útero electorero de sus delirios: la Florida. Ahí se dio un extenso baño de narcisimo con los correligionarios de sus delusiones y mentiras, para reparar el ego severamente dañado por los certeros golpes del complejo militar-industrial-neocon.
2.- Tigre de papel
Contrariamente a lo que pretendía lograr Trump en la Florida, el evento no mostró fuerza, sino que reveló el estado calamitoso en que se encuentra. La magia de la campaña electoral es cosa del pasado y sus amenazas, promesas y bromas ya no surten el efecto arrollador de 2016. Parecía un temible depredador hace tres meses. Ahora no es más que un payaso y, como dice la antigua frase china, un zhǐlǎohǔun, un tigre de papel. Ante los mazazos de la fracción más fuerte de la clase dominante —el complejo militar-industrial-de inteligencia y su brazo político, los neocons (neofascistas)— empieza a entender que su infantil utopía de rehacer el sistema oligárquico a su medida, ya está siendo derrotado. Y en su desesperación distópica, para frenar su derrumbe, no se le ocurrió otra estratagema, que declarar que los medios, el NYT, NBCNews, ABC, CBS, CNN, son “los enemigos del pueblo estadounidense” —“the enemy of the American People!”.
3.- Rumbo al colapso
Si Trump alguna vez hubiera estudiado al más grande genio militar latinoamericano, Fidel Castro, o a Sun Tzu o von Clausewitz, hubiera entendido que la mejor guerra es la que no se hace. Pero, cuando se está obligado a hacerla, hay que concentrarse en un solo frente, no abrir campos de batalla por doquier. En las pocas semanas en la Oficina Oval ya ha sido derrotado tantas veces de manera humillante, y sembrado tal caos interno y geoestratégico, que la power elite (´wlite hegemónica) se ha convencido de que es un bufón prescindible y disfuncional para el sistema. Y que a la primera ocasión hay que “congelarlo” o remplazarlo. Es evidente, que el Presidente George Bush también era un bobo e ignorante como Trump, pero fue tolerado porque era un bobo útil que obedecía sumisamente a las órdenes de la oligarquía. No era más que un coolie del sistema.
4.- Un Calibán fuera de control
Trump, en cambio, actúa como si tuviera la libertad y autonomía de ser su amo. Es un Calibán fuera de control, como los dictadorzuelos tercermundistas históricos Saddam Husseín y Manuel Noriega, o los actuales Maduro, Kim Jong-un y Duterte, y por eso no tiene futuro. Fue obligado por China a capitular sin pena ni gloria en el asunto de Taiwan; por la justicia estadounidense en su veto migratorio (Muslim ban); por Rusia en el problema de Crimea; por los demócratas, que le aplicaron la estrategia del Tea Party en el tema del Obamacare y así, de derrota en derrota. El halo de vencedor ha desaparecido y la balanza del poder se ha inclinado en su contra. O cambia su estrategia cualitativamente, o no tendrá salvación.
5.- Maduro y Trump: almas gemelas en la burbuja
Maduro y su régimen autocrático se encuentra en la misma situación. Al igual que Trump, se hunde cada vez más en su burbuja de delusiones y mentiras, que tiene como única salida la “solución sandinista”, que hemos descrito anteriormente. Contrariamente a lo que piensan los autócratas Maduro, Cabello, Trump et al, el tiempo no trabaja en su favor. En su universo alterno, los sensores de cambio no están calibrados, no captan las variaciones del entorno y la dialéctica de la praxis ha sido sustituida por los reflejos condicionados de Pavlov; como cuando, por ejemplo, Maduro o la canciller comentan algún acontecimiento internacional, o cuando sus “gigantes económicos” ministeriales emiten sus bizarros comentarios sobre la arruinada economía nacional.
6.- Madurismo sin Maduro
Ni siquiera la intervención directa de la camarilla del poder estadounidense, con 34 congresistas pidiendo a la Casa Blanca actuar contra el Gobierno venezolano, y la subsiguiente intervención judicial política contra el vicepresidente Tareck El Aissami, parecen despertar alguna cabeza pensante en el tragicómico equipo político del Palacio de Miraflores. La función política de esta intervención es evidente: evitar un “madurismo sin Maduro”. Tareck El Aissami era la última carta de dirigencia del futuro que le quedaba al madurismo. Con la inhabilitación de facto de El Aissami, el madurismo se queda sin retaguardia. En términos militares, le cortaron el acceso al hinterland —la profundidad estratégica— en la guerra por su sobrevivencia. La última oportunidad política que tiene el madurismo es pactar una “solución sandinista” debilitada con sus adversarios y negociar el asilo político para Maduro y demás responsables del desastre en Cuba, Rusia o China. Porque, a diferencia del inepto e ignorante magnate inmobiliaria newyorkino, quien disfrutará sus riquezas ilegítimas en paz después de su remoción del cargo, a sus homólogos venezolanos no les espera otro destino que el de Noriega o Gaddafi.