Dos días después de haber publicado los informes oficiales destituyeron a la ministra de Salud, Antonieta Caporale. La sustituye Luis López, hombre cercano al vicepresidente El Aissami
Mónica Duarte
Los boletines epidemiológicos, informes semanales del Ministerio de Salud, se publicaron esta semana con un año y 10 meses de atraso y aun debiendo 18 semanas de 2017. En ellos se demuestra el debilitamiento de la atención obstétrica y pediátrica en los últimos dos años, durante los que no se conoció información oficial sobre las causas recurrentes de enfermedad y muerte en Venezuela.
En total, los boletines del 2016, señalan unas 756 muertes maternas, un 65,79 % más que las 457 registradas en 2015 según las mismas publicaciones. Mientras, las muertes infantiles hasta el primer año de edad sumaron 11.466 defunciones, un aumento en números absolutos de 30,12 % frente a los 8.812 casos del año anterior.
Estas cifras de mortalidad junto al aumento en los indicadores de enfermedades de notificación específica, a las que se les hace seguimiento en cada semana epidemiológica, hacen del 2016 “el peor año de la salud en Venezuela”. Jorge Díaz Polanco, sociólogo y miembro del Observatorio Venezolano de Salud (OVS), denuncia este retroceso en materia médica como “el desastre más grande en los últimos 100 años”, que ubica al país en niveles de deterioro similares a los años 50 del siglo pasado y en una clara “crisis humanitaria y de altos riesgos sanitarios”.
«El 2016 es el peor año de la salud en Venezuela”,afirma Jorge Díaz Polanco, miembro del Observatorio Venezolano de Salud
Con él coincide Marino González, médico especialista en políticas públicas en el área de salud y miembro de la Academia Nacional de la Medicina. González explica que las condiciones de los programas materno infantiles no solo reflejan un problema en estas áreas sino que ponen en manifiesto el riesgo poblacional ante un sistema “con tendencias hacia el empeoramiento”.
“La mortalidad infantil y la mortalidad materna son altamente prevenibles, si tú quieres saber si un país está haciendo las cosas bien en salud, examina estos indicadores. Si la mortalidad materna es alta y la infantil también, significa que no se está haciendo ni lo mínimo que se debe hacer para proteger en materia de salud”, sentencia.
Pero este problema acumula ocho años empeorando, tiempo en el que los especialistas, a partir de cifras propias e informes filtrados, denunciaban la crisis de salud que ahora se confirma. Los boletines demuestran que, en los últimos cinco años, el aumento porcentual sobre las defunciones infantiles alcanza el 95 %, mientras que las muertes maternas se duplicaron. En total, desde 2012 han muertos 2.470 parturientas y 42.596 niños menores de un año.
En los últimos cinco años, el aumento porcentual sobre las defunciones infantiles alcanza el 95 %, mientras que las muertes maternas se duplicaron
Esas cantidades presentan indicios que solo pueden ser comparados a partir de las tasas de mortalidad por cada 100.000 nacidos vivos. Sin embargo, los boletines no dan cuenta de estas tasas globales que permitirían una medición internacional e histórica.
Pero Jorge Díaz Polanco, señala que es posible hacer una aproximación de estos números al aplicar la tasa de natalidad registrada a las cifras de fallecimientos. Al hacerlo, las estimaciones del Observatorio arrojan una razón de mortalidad materna de 122,9 para 2016, número que se mantenido en aumento desde 2012 cuando se ubicó en 72,2.
Además, los cálculos del especialista en la cantidad de víctimas infantiles superan el total de los boletines en 3.000 casos adicionales, estos 14.000 fallecidos darían una tasa de 22,8 muertes por cada 1.000 nacimientos, un aumento de ocho puntos en relación a 2012. Estas cifras, señala el representante del OVS, posicionan a Venezuela en el peor lugar de América Latina y el Caribe, incluso con tasas mayores a las de Haití.
Neonatos prematuros en riesgo
Tanto Díaz Polanco como González aseguran que las causas de estos decesos están relacionadas con una infraestructura incapaz de dar respuesta a las necesidades de la población. Ponen especial énfasis en los equipos deteriorados, una dotación de insumos “inexistentes” y la contaminación de los pabellones y áreas de parto.
“La mayor parte de esas muertes son de familias muy pobres incapaces de acceder a un sistema adecuado o de costearse sus propios materiales y medicamentos. A esto se le suma la ausencia de recursos humanos capacitados, pues muchos médicos se han ido del país, y también que el sector de la salud no tiene recursos suficientes y cuando los tenía se desviaron otros fines”, comenta Díaz Polanco.
Estos factores ya se mencionaban en la última Encuesta Nacional de Hospitales, presentada en marzo de 2017, según la cual el 51 % de los quirófanos están inoperativos y la escasez de insumos médico quirúrgicos alcanza el 75 %.
En la atención infantil los números se traducen en la imposibilidad de controlar las complicaciones asociadas a partos prematuros, embarazos de alto riesgo y embarazos en adolescentes. El presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, Huniades Urbina, explica que, cuando se examina el tipo de patología por las que se están muriendo los niños, hay un claro impacto de la falta de insumos, incubadoras y neonatólogos.
“Las principales causas son prematuridad, problemas respiratorios e infecciones. Por ejemplo, el síndrome de dificultad respiratoria en neonatos prematuros se puede tratar con surfactantes que se aplican directamente en los pulmones para que no se peguen al inspirar el aire, pero este programa decidieron quitarlo hace dos años y no compraron más medicamentos, por allí se no están muriendo muchos. Otra causa es la sepsis, y es que no hay agua, no hay jabón para lavarse las manos y no hay antibióticos, todo eso empeora el ambiente en el que tienen que estar protegidos los bebés”, detalla Urbina.
Esas razones también influyen en el desplazamiento de la mortalidad infantil hacia los primeros 28 días de vida. Solo en 2016, los neotantos representaron un 85,82 % de las muertes, los boletines epidemiológicos señalan que 7.010 bebés que murieron en su primer mes. A su vez, estas defunciones se concentran en el periodo crítico de la primera semana. El año pasado el 60,2 % de los casos de muerte se presentaron en durante los primeros 6 días, siendo al menos 4.952 niños los que no sobrevivieron la semana de nacidos.
En total, la Sociedad de Puericultura y Pediatría estima que la tasa de víctimas neonatales es de 14,3 por 1.000 nacidos vivos.
60,2 % de los casos de muerte se presentaron en durante los primeros 6 días, siendo al menos 4.952 niños los que no sobrevivieron la semana de nacidos
Adicionalmente, Marino González, quien ha sido asesor en varios programas de la Organización Mundial de la salud, alerta sobre un registro que, aunque ha sido excluido de los boletines, ha marcado la salud en el último año: la desnutrición.
“Otros factores que influyen en que no se puedan atender correctamente a los infantes es la alimentación. Los niños que no se alimentan bien desde el embarazo se enferman más, no crecen adecuadamente, se mueren con infecciones, se deshidratan. Todo esto se asocia al nivel de ingresos en la familia, a que no hay vacunaciones, a la atención pediátrica limitada, a los cuidados que no se pueden hacer, a la falta de diagnósticos y tratamientos adecuados”, señala.
Más infecciones y hemorragias
Esas causas ligadas a la faltas de cuidados y atención especializada en los partos también han puesto en riesgo a las madres. Los programas materno infantiles han quedado debilitados para atender casos de embarazos mal controlados, desnutrición materna y en el útero, infecciones y cardiopatías, riesgos prevenibles en condiciones normales. González asegura que parte de estos problemas se deben a la falta de control prenatal, vigilancia que solo llega al 50 % de las embarazadas en Venezuela según la Organización Panamericana de la Salud.
Pero los factores que influyen en el aumento de la mortalidad materna también se asocian a los problemas de asepsia en los hospitales. Díaz Polanco afirma que los pabellones con filtraciones de aguas negras son una constante en los servicios obstétricos. “Por eso nadie quiere correr el riego de operar en esas condiciones, se aumentan las posibilidades fatales y las complicaciones se hacen difíciles de reducir”, explica.
Estas dificultades que detalla el representante del OVS se reflejan en la gran cantidad de infecciones y hemorragias que terminan en muertes. En los documentos oficiales del Min-Salud correspondientes al año 2016, la principal causa de mortalidad materna que se detallada es la hipertensión inducida por el embarazo, con trastornos como la preeclampsia y eclampsia, siendo el 29% (162) del total de los casos desagregados. Jenny Castillo, médico gineco-obstetra de la Maternidad Concepción Palacios, explica que estas complicaciones se ven agravadas en las pacientes muy jóvenes o superior a los 35 años de edad, pero que se pudieran controlar con los diagnósticos tempranos durante el embarazo.
En segundo lugar, con 26 % de muertes relacionadas, los boletines señalan las hemorragias asociadas al parto como el desprendimiento prematuro de la placenta, desgarros obstétricos del cuello uterino y los abortos. Luego, con 17 % de las causas, se presentan las complicaciones asociadas a infecciones y enfermedades parasitarias maternas que complican el embarazo y el parto, entre ellas, la sepsis puerperal, infecciones de herida quirúrgica obstétrica, infecciones de las vías urinarias consecutiva al parto, VIH y neumonía.
En ambos casos no basta con monitoreo prenatal, indica Castillo, sino que es fundamental que la calidad en la atención obstétrica y las condiciones del parto sean ópticas, “con acceso a antibióticos, insumos médicos y especialistas quirúrgicos y anestesiólogos”. “Pero no hay insumos, no hay agua, no hay jabón, no hay guantes y cuando sumas el rosario completo los resultados son estas cifras espeluznantes de mortalidad materna e infantil”.
“La mayor parte de esas muertes son de familias muy pobres incapaces de acceder a un sistema adecuado o de costearse sus propios materiales y medicamentos»
Cambio de ministro le sigue a los boletines
La publicación de los boletines epidemiológicos debe hacerse semanalmente, los especialistas aseguran que con la información que se divulga en ellos es posible una estrategia de salud con control inmediato y previsión de las enfermedades endémicas, como la malaria y la difteria que en 2016 presentaron sus números más altos en el país.
“Cuando no se publican no solo se hace daño a la institucionalidad, al no haber información los ciudadanos no se pueden proteger correctamente porque no se conoce, no se difunde y no se alerta de conductas de riesgo sanitario”, comenta el médico Marino González.
Sin embargo, la última liberación de los datos epidemiológicos tampoco tuvo otro efecto en el sistema de salud. Además de presentar atrasos en la información y alerta, la publicación ha causado la silenciosa destitución de la ministra de Salud, Antonieta Caporale, con una remoción por Gaceta Oficial a solo dos días de conocerse los boletines.
Previo al cambio en la cartera, el médico Huniades Urbina mencionaba que “en condiciones normales” las cifras tan escandalosas causarían la destitución de las autoridades del área y la revisión de las políticas médicas. Pero su predicción no convence a todos los especialistas, Jorge Díaz Polanco, miembro del Observatorio Venezolano de Salud, considera que la destitución se debe a una lucha política y de poder que solo traerá “más desastre” para el sistema público de salud.
A Caporale la sucede en el cargo Luis Salerfi López Chejade, licenciado en Farmacia y profesor de la Universidad de Los Andes, siendo el octavo nombramiento frente al ministerio de Salud que realiza Nicolás Maduro desde que es presidente.
López Chejade ocupaba el Viceministerio de hospitales desde enero de 2017 cuando su antecesora fue nombrada ministra, también se conoce que fue Secretario de Salud de la gobernación del estado Aragua mientras el actual vicepresidente, Tareck El Aissami, era gobernador. Esta entidad presentó la tercera cifra más alta de mortalidad infantil en 2016, superada solo por los estados Zulia y Carabobo, que también lideran las sumas anuales de muertes maternas.