A partir de ahora, el imperialismo gringo retoma las riendas del poder en Venezuela…y en América Latina
Heinz Dieterich
1.- El American Dream de Maduro
Finalmente las plegarias del madurismo para evocar una amenaza de guerra imperialista se cumplieron. “Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesario”, dijo Trump, proporcionándole a Maduro el salvavidas ideológico que su desastrosa gobernanza anhelaba. Desde hace cuatro años, Cabello y Maduro manipulan al pueblo venezolano con la mentira de una supuesta guerra económica imperialista que destruye al país. Es decir, los capitanes sinvergüenzas del Titanic sostienen que el barco no chocó con un iceberg, por su ineptitud, sino que fue torpedeado por una potencia hostil. Esta cínica mentira no sólo es una burla de las víctimas de los países que sufrieron tales agresiones imperialistas, como Chile, Nicaragua y Cuba, sino que revela un desprecio monstruoso para un pueblo que participó con Chávez en la construcción de un futuro nacional de dignidad y solidaridad, tan sólo para terminar avasallado por las mentiras del madurismo y las bayonetas de Padrino López; sin voz, ni voto, ni derecho a decidir su destino.
2.- Idiotas geopolíticos útiles
Obama nunca cayó en la trampa de validar la mentira, para darle oxígeno a la camarilla de Miraflores. Sabía que la involución progresiva del modelo lo haría caer inevitablemente. Con el delincuente Trump en la Casa Blanca, el país en ruinas y las fuerzas hemisféricas monroeistas en vertiginoso ascenso, este momento de inflexión descendiente ha llegado. Manejado por sus operadores energéticos y monroeistas, Rex Tillerson (ExxonMobil) y John Kelly (Comando Sur), Washington empieza a capitalizar la emergencia de múltiples idiotas geopolíticos útiles (Lenin) del imperialismo, desde Kim Jong-un en Asia oriental hasta Maduro en el hemisferio occidental. En la hagiografía de esos idiotas geopolíticos útiles al gran capital, Maduro y Cabello tendrán un lugar de honor al lado de Saddam Hussein y Kim Jong-un, “madres” de todos los idiotas que le abren las puertas de dominación regional al imperialismo.
3.- La lambisconería global
El éxito del madurismo, de mantener su cínica mentira a nivel mundial durante más de cuatro años, no hubiera sido posible sin la repugnante colaboración de lo que hoy figura como “izquierda” latinoamericana y global. Es decir, un conglomerado de gobiernos, partidos, ONGs e individuos socialdemócratas, estalinistas, oportunistas políticos, curas e intelectuales que dominan el flujo de opinión y la fabricación del consenso de “la izquierda” en la cultura política del capitalismo global. Ese cártel de manipuladores, mediocres e ignorantes de “izquierda”, desde los gobiernos socialdemócratas criollos hasta Podemos y la Internacional Socialista en Europa, ha sostenido incondicionalmente el “Elogio de la Locura” (Erasmo de Rotterdam), que es la esencia (el contenido) de la mentirosa narrativa de agresión imperialista contra Maduro. A cambio de las prebendas de los gobiernos socialdemócratas y estalinistas criollos mantuvieron incondicionalmente a la mentira, impidiendo la comprensión de la realidad a los pueblos y la corrección a tiempo del proceso de transición latinoamericana, que se había abierto con Chávez, Lula, Kirchner y la emergencia global de China. Un auténtico crimen contra la historia, contra la verdad y contra los pueblos, que hoy día el imperialismo aprovechará brutalmente, como muestran las agresivas amenazas intervencionistas del vicepresidente gringo Mike Pence en Colombia (14.8.).
Las pocas voces honestas, como la de Noam Chomsky, fueron ahogadas por el coro reaccionario del cártel global de “izquierda”. ¿O, quién se acuerda de que hace tiempo caracterizó al gobierno de Maduro como un “desastre”, criticó a la izquierda latinoamericana por la falta de capacidad de liderazgo y destacó que “la corrupción y el robo han sido extremos, especialmente, después de que murió Hugo Chávez”?
4.- Bluff de Trump y amenaza real
Las revelaciones del jefe de la CIA, Pompeo, y del Secretario de Relaciones Exteriores, Rex Tillerson, de que Washington “estudia” las formas de obligar a Maduro a abandonar el poder y que ya había alistado poderosos gobiernos criollos en su desestabilización, así como el avance del proceso de destrucción del gobierno sandinista vía el Nica-Act, cierran el cerco sobre Maduro y dejan claro el horizonte de la nueva monroeización. La Declaración de Lima, reforzada dramáticamente por el viaje de Pence, manifiesta la destrucción de la retaguardia política latinoamericana del madurismo, al aislarlo de sus alianzas naturales. Y su situación general es tan débil, que unas cuantas medidas financieras de Washington serán suficientes para hacer colapsar lo que queda del frágil edificio económico y política nacional, sacudido por tasas de inflación insostenibles, una insolvencia monetaria estructural, la caída del Producto Interno Bruto, la falta de una base de masas y un Estado paralizado. Por ahora, la amenaza militar de Trump es, por lo mismo, una estratagema de guerra psicológica: una agresión en una dimensión imperial que Washington no necesita emplear ante la debilidad de un adversario, que carece de apoyo popular masivo, de estrategia y cuyas improvisadas medidas tácticas —como el adelanto de las elecciones regionales a octubre— no lo salvarán.
5.- Guerra de trincheras y batalla final
La ineptitud de Maduro-Cabello para capitalizar los dos “años de gracia” post-Chávez, fue aprovechada por la MUD en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 que le dieron el control de la Asamblea Nacional. Confundiendo el poder del papel con el poder de las bayonetas y la democracia tropical con la de Suiza, los neo-mantuanos entraron en un estado de pleno delirio y anunciaron que iban a destronar a Maduro en menos de seis meses. Al escuchar las trompetas de Jericó, los neo-adecos —chavistas by default— despertaron de su letargo e infighting (lucha interna). Decidieron mandar la democracia burguesa al carajo, declarando al poder legislativo “en desacato” y convirtiéndose colectivamente en maoístas. Es decir, aceptar, que el poder político nace de los cañones de los rifles. Su contraofensiva paró el avance de los neo-mantuanos mediante una ingeniosa modalidad política: el establecimiento de la dictadura socialdemócrata abierta, sostenida sobre las afiladas bayonetas de las FANB. La “guerra de trincheras” fue la consecuencia y, como en el Frente Occidental de la Primera Guerra Mundial, la reanudación de movimientos ofensivos tenía que esperar un cambio en la correlación de fuerzas para dar la batalla final: la invención de los tanques de Cambray o la entrada de Washington a la guerra. En julio de 2017, neo-adecos y neo-mantuanos pensaban que la balanza de poder se inclinaba hacia su lado y que debían desatar la batalla decisiva. Los maduristas lanzaron sus tanques camuflados como “Asamblea Nacional Constituyente” (ANC); la MUD, después de una gran maniobra de distracción con el Papa y el Zapatero de la Internacional Socialista, escamoteó tus tanquetas marca Soros como “plebiscito”.
6.- ¿Quién ganó la batalla decisiva?
Cuando terminó la (pretendida) batalla final entre neo-adecos y neo-mantuanos, se impuso la obligada pregunta de todo conflicto militar: ¿Dónde están los vencedores? Levantado el humo de la pólvora (mediática) sobre el campo de batalla, no era difícil discernir que la guerra de desgaste de la MUD, seguida por el plebiscito-asalto final y establecimiento de un Estado paralelo, había fracasado. La mano peluda del mega-especulador George Soros, su “Open Society” y los operadores del inframundo imperialista de Washington, habían fallado. Entre otras cosas, porque el efecto sorpresa del modelo de “regime change” del “filosofo” Gene Sharp y los miserables del Albert Einstein Institute en Nueva York, se había desvanecido en Ucrania. Y, porque la prematura combinación de guerra de desgaste y batalla final subestimó al enemigo madurista. Ahora, el resultado del fracaso en la derecha es evidente. Se quedó desconcertada, fragmentada y carente de iniciativa estratégica. Por eso la reanimación cardiovascular (RCP) geopolítica de Trump y Pence. Sin embargo, los neo-mantuanos sólo sufrieron un “setback”, no su destrucción. Por eso, la “guerra de las rosas” entre las dos aristocracias de la clase política venezolana, sigue intacta.
7.- Elecciones regionales
El madurismo, confundiendo una vez más una victoria táctica con un triunfo estratégico, entró en euforia “revolucionaria” y sacó las utopías de su “socialismo rasputinesco” —ya convertidas por experiencia y tiempo en distopías— del closet; prometiendo que ahora sí, iba a construir el verdadero socialismo y la verdadera democracia, incluyendo el nuevo engendro de sus infantilismos febriles: el Estado comunal; una idiotez tan des-comunal como la “moneda comunitaria”, que Hugo Chávez permitió en su momento a Marta Harnecker y su combo de “socialistas” chilenos.
Lleno de alegría, Maduro volvió a sus dotes de filósofo, complementando su “Viceministerio para la suprema felicidad social del pueblo venezolano” con una “Ley constitucional contra el Odio, la Intolerancia y la Violencia”, mientras que el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, fiel a sus instintos batistianos, asegura que aquellos dirigentes de la oposición que se inscriban para las elecciones regionales, “deben tener un certificado de buena conducta” expedido por la Asamblea Nacional Constituyente. ¡Correcto, Diosdado, larga vida a la Democracia Nostra!
8.- El culo del Tío Sam
La fría formulación cartesiana de Lenin, ¿Qué hacer?, se traduce en el cálido lenguaje de los llaneros venezolanos en la encantadora interrogante, ¿Con qué culo se siente la cucaracha? Con el reciente posicionamiento del imperialismo gringo y cuatro años de estancamiento y erosión del madurismo, la respuesta se ha vuelto diáfanamente clara en los últimos días: con el culo del Tío Sam. A partir de ahora, el imperialismo gringo retoma las riendas del poder en Venezuela…y en América Latina. Todo esto gracias a los “idiotas geopolíticos útiles” del imperialismo y su cártel global de propaganda de “izquierda”, que —después de la caída del Socialismo del Siglo 20— han manipulado a los pueblos del mundo con la fatal ilusión, que con la socialdemocracia burguesa o el estalinismo se puede llegar a una nueva civilización.
Mentira. A la nueva civilización sólo se llega a través de la verdad. Los que participaron en esa gigantesca estafa, por pillos o ignorantes, cometieron un crimen contra la historia. Nadie ético, puede absolverlos.