El escritor y filósofo rechaza la postura de quienes se niegan a reconocer que Venezuela “le regala cinco mil millones de dólares al año y 100 mil barriles de petróleo diario a Cuba”. Denuncia que los cubanos controlan el sistema de identificación, las notarías y también a la Fuerza Armada venezolana
Enrique Meléndez
El escritor y filósofo Antonio Sánchez García recuerda que recientemente se han encontrado unos pensamientos del expresidente Rómulo Betancourt (Guatire, 1908; Nueva York, 1981), escritos en 1972, en los que el fundador de Acción Democrática señalaba el inmenso peligro que significa para el área del Caribe —en específico—, pero también para toda América Latina, el “imperialismo cubano”; un afán injerencista que se debía enfrentar con un ejército multinacional de países amenazados por Cuba, para hacerle la guerra a Fidel Castro.
En ese sentido, Sánchez García critica que el Gobierno de Nicolás Maduro se haya “entregado de rodillas a una tiranía como la cubana, permitiendo la devastación de nuestra patria”.
¿Cómo ve usted las recientes amenazas del presidente norteamericano, Donald Trump, en contra del Gobierno de Nicolás Maduro?
—Trump es un bravucón. Tomo esas amenazas como lo que son: amenazas mediáticas trasmitidas por Twitter, así represente de hecho una voluntad de enfrentamiento con la dictadura de Nicolás Maduro. Lo que a mí sí me parece importante es que luego las haya manifestado contando con el respaldo de Rex Tillerson [secretario de Estado de EEUU] y del Pentágono. Es muy importante destacarlo, porque aquí hubo quienes insistieron en ver una doble política del Gobierno norteamericano frente a Venezuela. Por una parte, la de Trump, que plantea un enfrentamiento frontal contra la dictadura; y por otra parte, la del Departamento de Estado, que sería más bien conciliadora. Pues se ve que esa declaración, dada en presencia de Tillerson, demuestra una unanimidad de propósitos. Los EEUU han reconocido en la dictadura castrocomunista venezolana —más que una dictadura, una satrapía, una colonia de Cuba— el inmenso peligro que representa para la región, puesto que se trata de un gobierno forajido y narcoterrorista. Es lo que destacan todos los analistas políticos norteamericanos: la presencia de Hezbolá, la presencia del Estado Islámico y, al mismo tiempo, el poder de importantísimos grupos narcotraficantes en el seno del Gobierno de Nicolás Maduro. De manera que se trata de una amenaza real para la región y para el hemisferio.
Ahora bien, me interesa destacar más que la amenaza de Trump, la respuesta unánime de todos los gobiernos de América Latina que en lugar de analizar la presencia concreta, real y la dominación de Venezuela por Cuba. La presencia de miles de soldados y funcionarios cubanos en el control material político, ideológico del Gobierno venezolano por Cuba.
¿Cómo explicar que muchos analistas venezolanos hablan del imperialismo norteamericano y obvian la presencia cubana?
—Porque están entrampados, como todos los latinoamericanos, en esa vieja consigna de “Cuba sí, Yankees no”. Visto desde esta perspectiva, tras sesenta años de haber sido formulada, significa que los cubanos sí pueden intervenir, directa o indirectamente, sobre todos los gobiernos de América Latina, que intentan dominar a través del Foro de Sao Paulo, para decidir el futuro de la región e imponer un sistema castrocomunista ante la pasividad y la anuencia —incluso— de los sectores de la derecha latinoamericana… Pero los estadounidenses no tienen derecho a poner un dedo sobre la región. El resultado es trágico: la espantosa devastación de Venezuela por parte de Cuba, mientras los EEUU abren sus puertas a los venezolanos que se ven obligados a huir de esta pesadilla.
Revisando papeles del legado de Rómulo Betancourt, Alfredo Coronil Hartman ha encontrado unas opiniones de Rómulo Betancourt del año 1972, en las que el fallecido expresidente señalaba el inmenso peligro que significa para el área del Caribe, en primer lugar, pero también para América Latina, el imperialismo cubano, el afán injerencista de los cubanos, y que era necesario organizar un ejército multinacional de países amenazados por Cuba para hacerle la guerra a Castro. Recordando que una cosa es atacar países inermes y otra cosa es pretender apoderarse de países armados.
«Una cosa es atacar países inermes y otra cosa es pretender apoderarse de países armados»
Digamos que la propuesta de Trump, de alguna u otra forma, retrotrae a una idea muy trascendente que tuvo Rómulo Betancourt hace 45 años: hacerle la guerra a Cuba, así como quisieron hacerlo Sucre y el propio Libertador cuando veían que esa isla, que no tuvo la más mínima participación en el proceso independentista, seguía siendo la plataforma privilegiada del imperialismo español. Ante lo cual dijo Sucre: si es necesario deberemos invadir Cuba y quitársela a los españoles para incorporarla a los países independizados, libres, de la América Latina. Y si eso no fuera suficiente, debemos prepararnos para invadir España.
Esa es la profunda diferencia entre Bolívar y Sucre, que hubieran querido invadir, aplastar y liquidar la presencia española en Cuba. Este régimen se reclama de Simón Bolívar, pero se ha entregado de rodillas a una tiranía como la cubana, permitiendo la devastación de nuestra patria.
Hasta ahora ha sido calificada de torpe la diplomacia estadounidense en la América Latina. ¿Cómo evalúa usted la reciente gira que ha hecho Mike Pence, vicepresidente de EEUU, por algunos de los países de la región?
—La gira de Pence demuestra el enorme interés que ha despertado para el Gobierno actual de los EEUU la situación de América Latina. Algo que no mostraron ni Clinton, ni muchísimo menos Barak Obama. La Casa Blanca y el Departamento de Estado se han interesado por consultar las opiniones de los distintos gobiernos de América Latina en función de conjugar una política común, colectiva, de las democracias de la región que permita resolver esta crisis gravísima en Venezuela, que para el Gobierno de EEUU de hoy es tan grave como la del Medio Oriente.
De torpe no tiene nada más que los términos poco diplomáticos que afectan y duelen a algunos opinadores que, al parecer, prefieren esa colonización salvaje pero discreta, silenciosa, oculta, solapada, de los cubanos. Y te quiero decir lo siguiente: los diplomáticos cubanos sostienen con todo descaro que no tienen nada que ver con lo que pasa en Venezuela. Se lo han dicho a amigos míos de los distintos partidos de la MUD que se han entrevistado con ellos. Cuando los cubanos cuando escuchan el tema dicen: “Pero por qué nosotros, si no tenemos nada que ver con Venezuela”.
Lo mismo le dijo el Papa [Francisco] a Pietro Parolin, quien tiene una posición mucho más frontal que Bergoglio respecto del caso cubano y el caso venezolano. Le dijo que no se metiera con Cuba, que los cubanos no tenían nada que ver con lo que pasa en Venezuela. Es decir, hay manifiestamente una situación esquizofrénica de los gobiernos de la región, que se niegan a reconocer que Venezuela le regala cinco mil millones de dólares al año y 100 mil barriles de petróleo diario a los cubanos, que los cubanos controlan hasta la identidad y el derecho a tener una cédula y un pasaporte a los venezolanos, así como las notarías y todos los instrumentos del poder, en primer lugar, el control de su Fuerza Armadas, que manejan Pdvsa y todas las relaciones internacionales, y deciden lo que se hace o no se hace en Venezuela como, por ejemplo, la convocatoria perversa y completamente, anticonstitucional a una Asamblea Constituyente y el fraude descomunal —único en la historia universal— que vivimos en 30 de julio. La FANB y la Constituyente son los ejes de la dictadura. No obstante, arman un tremendo escándalo cuando Trump dice que hay que considerar también la fórmula militar, entre otras fórmulas de solución de esta crisis que debe ser resuelta con urgencia.
“La Casa Blanca y el Departamento de Estado se han interesado por consultar las opiniones de los distintos gobiernos de América Latina para resolver esta crisis gravísima en Venezuela”
En consecuencia, ¿la historia le dio la razón a Rómulo Betancourt, a pesar de todos los calificativos denigrantes que le endilgaron, precisamente por sus posiciones antifidelistas?
—Betancourt fue el único político venezolano que comprendió desde el primer día la inmensa gravedad que suponía el poder de Cuba en manos de un chantajista violentista e inescrupuloso como Fidel Castro. Esa reunión que sostuvieron ambos en Caracas, en febrero de 1959, le aclaró a Betancourt la perspectiva para Venezuela y la región contando con ese gánster, con ese pistolero, que acababa de hacerse del poder absoluto y total en una isla del Caribe de inmensa importancia geoestratégica dada su proximidad con La Florida.
Se negó a regalarle petróleo, porque ni era suyo ni tenía porqué hacerlo, y se negó de plano a entrar en una alianza antinorteamericana que a Rómulo no le parecía en absoluto conveniente a los intereses de América Latina. Desde ese momento asumió una política de enfrentamiento con Castro derrotándolo en todos los frentes.
En el frente político, en primer lugar, cuando enfrentándose al boicot propiciado por Castro, el Partido Comunista y el MIR —en el año 1962— logró una participación electoral de más de 90 % de los venezolanos. No hubo boicot, ni hubo abstención. Hubo un respaldo masivo a las posiciones democráticas y republicanas de Rómulo Betancourt. En segundo lugar, diplomático, cuando en el encuentro de Punta del Este, Uruguay, terminó por marginar a Cuba de la comunidad de naciones latinoamericanas; y, en tercer lugar, y lo que más le dolió a Fidel Castro, en el terreno militar cuando él y Raúl Leoni vencieron sobre los campos de la guerra de guerrillas en todos sus frentes a sus mejores generales, como Arnaldo Ochoa Sánchez y Tomás Menéndez “Tomásevich”.
“Los diplomáticos cubanos sostienen con todo descaro que no tienen nada que ver con lo que pasa en Venezuela”
Todo el mundo, por cierto, destaca y mitifica “la hazaña del Che Guevara” en Bolivia, cuando ese frente era una condena al fracaso. Fidel Castro puso toda la carne en el asador de Venezuela, porque sabía que con el petróleo venezolano conquistaba a América Latina, y conquistando a América Latina podía vencer a los norteamericanos, su propósito vital. En Bolivia lo único que hizo fue liberarse del estorbo que le representaba el Ché Guevara frente a la Unión Soviética, dado su talante trotskista, incluso maoísta.
Pero el verdadero interés de Fidel Castro estuvo siempre en Venezuela, donde fue derrotado por Rómulo y por quienes le siguieron con todos los hierros, al frente de unas Fuerzas Armadas que no estaban entregadas a tartufos, traidores, corruptos y narcotraficantes. Unas Fuerzas Armadas auténticamente patrióticas.
De manera que más razón que la que ha tenido Betancourt, imposible. Y más equivocación que la que hemos tenido quienes entonces odiábamos a Betancourt, también imposible. Y debo decirte que lo ha dicho Mario Vargas Llosa, quien ha reconocido que Betancourt tenía una inmensa razón, y que ninguna teníamos quienes lo considerábamos un demonio.
Rómulo Betancourt ha sido el político más brillante que ha tenido Venezuela en toda su historia, y se echa de menos hoy cuando unos tartufos, prestos a traicionar a sus antecesores por ambicionar la presidencia, desconocen su verdadero legado. Y su amor patrio. El verdadero legado de Betancourt se condensó en tres elementos: primero, salir de Pérez Jiménez por las buenas o por las malas, como se lo escribió a Carlos Andrés Pérez y a Pérez Dupuy en mayo de 1957; segundo, implantar la democracia liberal en Venezuela; y tercero, que es la que te estoy revelando en exclusividad, la disposición consignada en sus escritos inéditos de 1972 a organizar un ejército multinacional para enfrentarse a la tiranía cubana. La muerte dejó trunca esa disposición patriótica y nacionalista.
“Los partidos que controlan la MUD se han negado a reconocer el carácter dictatorial del régimen dominante e insisten en creer que el de Chávez —antes— y el de Maduro —ahora— no son más que malos gobiernos”
¿Qué le parece a usted la actitud opositora de la MUD?
—La MUD representa una unidad ficticia, carente de todo contenido doctrinal y de otros propósitos que no sean los de enfrentarse a las elecciones. Pero, por sobre todo, carece de una visión estratégica. Los partidos que controlan la MUD, prácticamente sin exclusión, se han negado a reconocer el carácter dictatorial, protototalitario, del régimen dominante, e insisten en creer que el de Chávez —antes— y el de Maduro —ahora— no son más que malos gobiernos. Eso en primer lugar.
En segundo lugar, carecen de una concepción del Estado; carecen de un conocimiento de la naturaleza, no sólo de todo Estado, sino en particular de este Estado dictatorial y por eso creen que el Estado y la nación, como tal, son la mera conjunción de trozos, de pedazos, una especie de puzle sin esencia. Creen que el Estado es la sumatoria de pedazos, y que si uno tiene esos pedazos, y los conquista, tienes el Estado. No saben que el Estado es infinitamente más que la mecánica y aritmética sumatoria de sus partes.
El Estado es, como diría Hegel, el espíritu de una nación. El Estado es la esencia de una nación y, por lo tanto, lo que hoy está en crisis en Venezuela no son pedazos, es el corazón de nuestra República. Conquistando el control formal de sus pedazos, tú no conquistas el corazón. Cuando tú le cortas una pierna a un cuerpo, no por eso tienes el cuerpo. La esencia de un cuerpo es el corazón y el cerebro, y el corazón y el cerebro de este Estado forajido nunca han sido enfrentados por la clase política mendaz, incapaz e ignorante, pero, sobre todo, mediocre que manda hoy a través de la MUD a votar con la esperanza de que conquistando esos pedazos que ellos llaman “espacios” tendrán el corazón de la República nuevamente en sus manos. No saben que así los conquistaran todos, tendrían cascarones vacíos. Un artilugio absolutamente inconstitucional como la Asamblea Nacional Constituyente puede liquidarlos de un solo zarpazo, apoyada en las armas. Pero los ejércitos no van a elecciones. Se los vence, se los conquista o se los quiebra. Y mientras este esperpento tiránico cuente con el respaldo irrestricto de la Fuerza Armadas, ese esperpento dominará sobre la República liberada por Bolívar. Todo lo demás es ignorancia, o cuento chino.
“La MUD representa una unidad ficticia, carente de todo contenido doctrinal y de otros propósitos que no sean los de enfrentarse a las elecciones”
Dos visiones enfrentadas
¿Cómo se entiende la crisis política nacional desde la filosofía?
—Visto desde el punto de vista filosófico, hay dos visiones enfrentadas de la crisis venezolana. La visión estructuralista, mecanicista, aritmética, de bolichero, de la dirigencia de la MUD, y la visión dialéctica, hegeliana, de la situación que posee el régimen dominante, seguramente por la influencia a través de los Castro y la superestructura de la Revolución Cubana del pensamiento de Hegel y de Marx.
La oposición cree que el Estado es la sumatoria de pedazos y que conquistando esos pedazos, que la oposición llama “espacios”, va copando la totalidad. En cambio, el régimen sabe perfectamente que para poseer un Estado hay que poseer su esencia, su corazón, y esa esencia, ese espíritu, se llama “poder”. Ellos siempre han luchado por poseer el “poder”, por mantenerlo y acrecentarlo. Nosotros siempre hemos luchado por los trozos de ese mecano. El Estado no es un mecano. La República es un ente vivo, un ente con inteligencia, con cultura, con espíritu y tradición, y lo que hemos perdido en estos 18 años es, precisamente, eso: el espíritu de la República, fundada por quienes supieron que se luchaba por el poder y no por una alcaldía, por una gobernación. Es la esencia de nuestra tragedia.