La honorable matrona intentó salvar la insalvable honrilla robo/lucionaria
O.E.
Los preparativos del “Plan de Defensa Integral Armada de la Patria” no pudieron ser más presagiosos. Un desplante del bravucón de Trump bastó y sobró para alebrestrarles el sinsentido del ridículo. Por mala paga que es la Robo/lución, los Sukhoi rusos y las fragatas españolas no están operativas por falta de mantenimiento (“Si no hay ‘leal’ no hay ‘lopa’”, han advertido los prestadores del servicio, sin ser chinos). Por lo mismo, las “prácticas” para impedir que la “planta insolente” de los invasores horade el sagrado suelo —o mar— patrio fueron delegadas en los peñeros fondeados en Río Caribe, Carúpano, Güiria y puertos adyacentes. “Ron Viejo El Muco, alegra pero no emborracha”, made in Cumanacoa. Tal fue mezclado con perico, el auténtico carburante del sainete.
La evocación de aquel sargento García, baboso, inepto, cobardón y de legendaria barriga cervecera fue inevitable —las panzas de nuestros generalotes y almirantotes de opereta son champañeras—. “¡Al Zorro! ¡Atrapen al Zorro!”, pero lo único capaces de atrapar captores de tan bajo calibre son trompetillas. Muy Madrino tiene que ser cualquier militar para dejarse comandar por el baldado mental y moral, que dijo estar al frente del risible plan de defensa.
El preludio ya había tenido lugar el sábado pasado en México. No somos fans del llamado escrache. Repudiamos toda forma de violencia, lo mismo que de hacer justicia por propia mano. Pero de que vuelan, vuelan. Dos jóvenes, de los millones de expatriados a causa de la hecatombe provocada por la narcosatrapía, avistaron a uno de sus jerarcas más nefandos, apenas desembarcado del jet de Pdvsa que mal usa con retrechería. Una imagen —o videograbación viral— dice más que mil palabras. Luego de breve escarceo de insultos, el funcionario huyó del escenario, literalmente, corriendo, con sus acompañantes, dejando solitaria, abandonada, a merced de los agresores ¡a su propia madre!
¿Y esos son los valientes que van a impedir el desembarco de los marines?
Lo mejor es lo que sucede:
—¡Maricones! —les disparó, a bocajarro, con los ovarios bien puestos, la “indefensa” ancianita a los dos zagaletones que habían provocado la estampida de su vástago—. La honorable matrona intentó salvar la insalvable honrilla robo/lucionaria. Aunque sea.