No es frecuente que desacuerdos internos entre los dirigentes del PSUV se ventilen ante la opinión pública
Jesús Silva R.
El dirigente del Partido socialista Unido de Venezuela, el respetable camarada y periodista, Earle Herrera, fue designado presidente de una comisión en la Asamblea Constituyente hace ya varios días; sin embargo poco tiempo después expresó públicamente que renunciaba a esa responsabilidad.
Earle es uno de los pocos constituyentes que conozco personalmente. A él, y a todo el que siendo miembro de la ANC me lea, le mando mi propuesta constituyente contra el terrorismo (no poseo otra vía).
Ahora bien, es inusual ver estas situaciones en el PSUV, me refiero a la renuncia de Earle. El PSUV es una organización que siempre se muestra ante sus seguidores y detractores como un cuerpo con unicidad de criterio. No es frecuente que desacuerdos internos entre sus dirigentes se ventilen ante la opinión pública. No sé si esto sea del todo bueno, en la Rusia revolucionaria del siglo pasado se planteaba la importancia de la discusión y el debate por encima de la perenne unanimidad y el antidialéctico consenso en todos los temas.
En fin, lo peculiar es que la renuncia de Earle se produce en su programa de TV dominical y un acto así en semejante escenario no tiene precedentes. Admiro al David que desafía al Goliat, si el desafío vale la pena y no es capricho. El Goliat sería la soberbia del poder.
El caso de Earle, muchos pudieran juzgarlo como indisciplina inusual en un militante experimentado, otros como un atentado contra su propia estabilidad en el PSUV pues su gesto puede no caer bien ante jefes superiores del partido. Desde el chavismo de a pie (base popular revolucionaria), yo veo los toros desde la barrera, pero rescato y coincido con ciertas cosas interesantes que mencionaba Earle en su sorprendente anuncio.
Dijo este camarada que hacía falta poner caras frescas en las comisiones de la ANC, que él no tiene influencia en lo que decide el PSUV porque si así fuera entonces cierta gente que está en cargos pues simplemente no estaría allí. Comparto el fondo de lo dicho por Herrera y espero que sus criterios logren sensibilizar a los que si deciden. No se trata de sustituir barajitas ni liderazgos sino de unir gentes que andan dispersas por sectarismos y prejuicios que no caben en tiempos de revolución socialista o sueño socialista.
En mi caso soy un marxista inscrito en el PSUV desde 2010 (ese año me fui del PCV por diferencias tácticas luego de militar 15 años allí). Creo fervientemente en la necesidad de consolidar un solo partido que una a todos los revolucionarios para poder avanzar a fases superiores de liberación social. Desde entonces me he mantenido en las bases del partido, me dedico a defender el Derecho Constitucional Bolivariano en los medios de comunicación; todo lo he hecho por iniciativa propia. No porque yo quiera sino porque no puedo sentarme en el porche a esperar que el camión del PSUV pase por mi casa.
La vida es corta y no hay tiempo que perder. Bases y dirigentes del PSUV, unidos venceremos. Pero si la unidad no llega, la vida sigue y hay que trabajar también, haciendo revolución dentro de la revolución, como se pueda. Soy alérgico a enchufes y adulancias, pero soy un obsesionado del estudio y del trabajo. Cada quien usa sus armas.
La era constituyente pide más acción y menos desconfianza en las bases.