Una nueva tragedia de desvergüenzas envuelve a la narcosatrapía que encabezan Maduro y Cabello. No hay, ni habrá, perniles, pollos, carne de res, ni arepa. Esa gente ¡lo único que sabe es “choriá” !
O.E.
Al final, no aparecieron los perniles.
El señor Maduro, le echó la culpa a los portugueses. Su impenitente detractor, Cabello, lo desmintió al incriminar a los consabidos gringos, mientras que, Freddy Bernal apuntó su dedo acusador hacia los colombianos. Una verdadera comedia de equivocaciones aunque más le cabe calificarla como tragedia de desvergüenzas.
Era mucha gente responsabilizar “a los portugueses”, en general. Pronto llegó réplica retrechera de estos últimos pero a través de la empresa exportadora de los animales: los perniles no habrían sido embarcados porque la narcosatrapía bolivariana está morosa con la bicoca de 40 millones de dólares y, ultimadamente, según palabras textuales: “¡mais porcos serán você!”
Hay quien asegura, que tras la hambruna generalizada que campea fueros en Venezuela se esconde toda una política de Estado. El plan, desde un comienzo, era tiranizarnos, a través del estómago. El supuesto “¡Gigante!” y el enano mental y moral que lo sucedió se habrían propuesto, en primer término, la aniquilación de la agricultura y cría nacional. A reglón seguido implantaron controles cambiarios, para impedir la libre competencia, en la importación de comida. El puerto final, de la fementida “política de Estado” era elemental: el que esté con la narcosatrapía, come y el que no esté con la narcosatrapía, lo matamos de hambre.
El episodio de los perniles desmiente tal conseja. Nos estamos muriendo de hambre todos. Los antinarcosatrapistas, como este humilde columnista y quienes se dicen sus partidarios, por sinvergüenzas, atemorizados o por pendejos. A excepción, por supuesto, de quienes sí están en el ajo. Léase, los beneficiarios de los negociados que pululan alrededor del desgobierno, “bolivariano”. Esos hacen sus mercaditos, en París.
Otra cosa es que, una vez que desataron los demonios, se ha utilizado estos últimos, para la represión y el terrorismo político. No planificaron destruir, Pdvsa, Coproelec, Hidrovén, la PTJ, el IVSS para después reprimirnos con la distribución de gasolina, de electricidad, matarnos de sed, matarnos a manos del hampa o de mengua en los hospitales de la ya cadáver seguridad social. Lo planificado desde un principio fue chorear. Guisar. Saquear. Asaltar. Enriquecerse de manera obscena, concupiscente, con furor de Mesalina. Aquella dramatización que hicieron los estudios Disney, del poema sinfónico “El Aprendiz de Brujo” del francés Paul Dukás, es un buen símil. Se metieron a brujos, sin conocer la hierba y para peores males son ladrones cromosómicos.
No hay, ni habrá, perniles, pollos, carne de res, ni arepa. Esa gente ¡lo único que sabe es “choriá” !