El apoyo de Putin a los gobiernos autocráticos de Cuba, Nicaragua y sobretodo Venezuela tiene como objetivo geopolítico molestar, irritar y distraer a los EEUU, como represalia a las sanciones y actuaciones norteamericanas en Crimea, Ucrania y Georgia.
Sadio Garavini di Turno
Es necesario subrayar que Rusia ya no es la Unión Soviética, la superpotencia de 320 millones, que fue capaz de subsidiar financieramente a Cuba por más de tres décadas con cinco millardos de dólares anuales, además de comprar su azúcar a precios de favor y financiarle todos los gastos militares. Rusia es actualmente un país de 147 millones de habitantes con una economía inferior a la de Italia y apenas superior a la de España. Rusia no tiene la capacidad económica de subsidiar al régimen madurista, ni la capacidad militar de enfrentar a los EEUU, particularmente en el hemisferio occidental. Es posible también que Maduro pueda convertirse en una ficha de negociación que Putin utilice para lograr concesiones de los EEUU en materia de sanciones, en el escenario geopolítico de su llamado “cercano exterior” y en el Medio Oriente. Fue en ese escenario que Putin se empeñó en lograr mantener a Assad en el poder, pero no olvidemos que Siria es el más antiguo aliado de Rusia en el Medio Oriente, desde la época de la Unión Soviética y la Guerra Fría, en efecto desde 1971 en el puerto sirio de Tartús está la más importante base naval rusa fuera de Rusia y la única en el Mediterráneo.
En cambio veo difícil que los EEUU puedan dejar que Putin logre mantener por mucho tiempo a Maduro en el poder. Sería una “victoria” geopolítica rusa en el hemisferio occidental, que implicaría una pérdida incalculable de prestigio, imagen y credibilidad para los EEUU. “Por ahora”, Trump ha decidido implementar la estrategia de una especie de “estrangulamiento” progresivo, a través del aumento gradual de las sanciones financieras y personales y de su ampliación por la participación creciente de los aliados europeos y de los latinoamericanos, a través del TIAR. Es muy probable que las ya decenas de miles de electores venezolano- americanos del estado de Florida contribuyan a la victoria de Trump en uno de los estados decisivos en las elecciones presidenciales norteamericanas. Pero también hay que recordar que la base electoral de Trump, particularmente en el Middle West, es básicamente “aislacionista” y no apoyaría una acción de fuerza en el exterior que podría implicar bajas entre los soldados norteamericanos. Sin embargo un Trump reelecto ya no tendría la preocupación de perder votos. Por eso, si hubiese un sector del régimen, militar o no, que estuviese pensando en buscar una salida negociada, es evidente que le convendría hacerlo antes de las elecciones norteamericanas del 2020. ¡Y a buen entendedor pocas palabras!
Además ¿Hasta cuándo puede soportar Colombia la creciente, masiva y desestabilizante inmigración venezolana, que se acerca ya a los dos millones de personas? Y ¿Cuánto tiempo puede aguantar Colombia, sin reaccionar, la presencia del centro de operaciones financieras y militares del ELN en territorio venezolano?
@sadiocaracas