Existe la necesidad de restituir el orden constitucional y dar pasos precisos para atender la emergencia generada por la pandemia del Covid-19.
Oscar Battaglini
Frente a la emergencia generada por la pandemia que ha puesto en jaque a toda la humanidad, a los venezolanos también se nos plantea la necesidad imperiosa de llegar a un acuerdo político que nos permita unificar los esfuerzos, las voluntades y los recursos disponibles a fin de imprimirle la mayor eficacia y contundencia a las acciones (sobre todo las sanitarias y económicas) dirigidas a contrarrestar los riesgos y peligros de muerte inminente que hoy nos amenaza a todos.
Esa necesidad que, sin duda, tiene una dimensión y una proyección mundial, es la que ha movido a la Organización de Naciones Unidas (ONU), a individualidades y organizaciones de muchos países para que eso se lleve a cabo de manera efectiva. Esto es lo que el sentido común más elemental aconseja y requiere de todos los factores (sociales y políticos, gubernamentales y de oposición) que ocupan posiciones dirigentes, y que debido a ello precisamente, tienen la posibilidad de allanar y desbloquear todos los caminos para que el acuerdo -planteado como necesidad imperiosa, como necesidad de vida o muerte-, se materialice en la práctica en favor de toda la sociedad, y por ende, de la humanidad.
En nuestro caso está suficientemente claro que eso no se consigue sólo con llamamientos generales de buena fe o por planteamientos únicamente inspirados por un sentimiento humanitario; y mucho menos si con ellos lo que se persigue en realidad es la manipulación perversa de la sensibilidad de las personas y del conjunto de la sociedad venezolana, como hasta ahora es lo que se percibe, sobre todo en lo expresado por maduro y algunos voceros de su entorno palaciego cuando se han referido a este tema.
Es entonces, con medidas, decisiones y hechos concretos como se puede, no sólo demostrar –y hacer creíble- que se está realmente interesado marchar en la dirección del acuerdo propuesto, sino, fundamentalmente, que se está igualmente dispuesto a hacer las concesiones que posibiliten el logro de ese objetivo.
Como hemos expresado en una nota anterior, es al régimen político encabezado por la dupla Maduro Padrino-López, que tiene el control casi absoluto del aparato del Estado, al que le corresponde en este momento dar los pasos iniciales, comenzar a tender los puentes conducentes a la materialización del acuerdo político necesario en la hora aciaga que vivimos.
Esto mismo dicho en términos concretos significa:
1-El abandono por parte del régimen madurista de los llamamientos generales e insinceros (falsos) que ha venido haciendo en torno a la posibilidad de un acuerdo político con la oposición democrática para enfrentar la emergencia generada por la pandemia del Covid-19. Se trata, como es evidente, de unos llamamientos en los que nadie cree porque en la memoria de la mayoría de los venezolanos permanece viva la imagen: 1.1 engañosa y farsesca, asumida por éste régimen en las negociaciones políticas de Caracas, República Dominicana, Oslo y Barbados; el fiasco en que terminaron las promesas que el madurismo le hizo a un sector de la oposición en el momento de constituirse la llamada mesa o “mesita” de diálogo de la casa Amarilla; 1.2 el incumplimiento del compromiso de pagar las nóminas de la pequeña y mediana empresa en el medio de la cuarentena impuesta por la pandemia del Coronavirus; 1.4 la censura y la represión practicada contra el personal sanitario (médicos, enfermeros, laboratoristas, epidemiólogos, etc.) y los periodistas que han hecho denuncias sobre el desarrollo de la pandemia en Venezuela, y sobre las deficiencias generalizadas en la red hospitalaria del país, y de cómo ese hecho nos coloca en una situación de extrema vulnerabilidad frente a la pandemia en curso.
2-Tomar, entre otras, las siguientes decisiones: 2.1- levantarle la sanción del desacato a la Asamblea Nacional y restituirle todos sus derechos constitucionales; lo que necesariamente implica la disolución de la ANC fraudulenta y de la AN espuria, erigidas autoritaria e ilegalmente en abierta y flagrante violación de la Constitución vigente; 2-devolverle La legalidad a los partidos políticos de oposición y anular la inhabilitación de la que han sido víctimas sus dirigentes; 3- ordenar el retorno del exilio político; 4- poner en libertad a todos los presos políticos civiles y militares; 5- acordar con la oposición la designación de un nuevo CNE y la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias bajo condiciones de paridad, libres y transparentes.
Se comprende perfectamente que es sobre la base de estas concesiones políticas como el régimen madurista puede mostrar y demostrar que tiene un real interés de llegar a un acuerdo político con la oposición con el fin de poder enfrentar en mejores condiciones el desarrollo de la pandemia en nuestro país.
Con lo dicho no se pretende poner la adopción de esas decisiones por parte del régimen madurista como condición previa, para que se acepte entrar en una negociación política que tenga como resultado el acuerdo en referencia. No, lo que queremos hacer ver es que, sin que se tomen esas decisiones no será posible la realización del acuerdo planteado.
Esa exigencia y la disposición a darle cumplimiento, es lo que no aparece en el llamamiento que a ese respecto ha hecho Maduro a nombre de su régimen autoritario. Lo que sí aparece en su llamamiento expresado -de manera grosera y muy mal disimulado- es la intencionalidad de, manipular la sensibilidad de los venezolanos, y por otro, el intento burdo de desacreditar a la oposición en su vano e injustificable empeño de permanecer en el poder en medio de las dos catástrofes que se han precipitado sobre la vida de todos los venezolanos, en primer término la quiebra económica del país con la destrucción de su industria petrolera y las empresas básicas del Estado, la hiperinflación incontrolada, la pulverización de los sueldos y salarios de los trabajadores, la multiplicación del hambre y la miseria, la disolución de la familia venezolana, etc., y en segundo término y para completar el cuadro de desgracias que asola al país, la pandemia del Coronavirus en las condiciones señaladas.
Frente a esa confirmación, de hecho, de lo que ha sido hasta ahora la posición de la dictadura militarista en materia de negociación y acuerdos políticos, no queda otra opción que perseverar en la protesta en torno al gobierno de emergencia y en la radicalidad e intensificación de las presiones políticas que lo hagan posible en la práctica.