Giordani prueba el amargo sabor del mazo burocrático, ese mismo que otras tantas veces aplastó a placer, siendo el ex ministro testigo mudo.
Jorge Giordani se expresó. Dijo lo que creía, pero no tuvo la virtud del “timing” esa que en el deporte permite chocar una bola justo en el momento adecuado para sacarla del estadio. En el caso del ex ministro, sus palabras llegaron a destiempo, en el fondo son un foul a las gradas. Por una parte, dijo lo que todo el mundo sabe, lo que todo el mundo sospecha. Que el gobierno es corrupto, que el presidente no tiene liderazgo, que el país va rumbo quién sabe a dónde.
El desastre. Dice hacerse responsable de sus fallos. El problema es que tras muchos años dentro del tren ministerial, escribir lo que escribió después de salir del gobierno sabe a amargo. Bien la pudo sacar del parque estando uniformado, pero prefirió callar, ser cómplice, partícipe, uno más. Foul. Lo que la carta de Giordani muestra también es lo destructor del aparato de lealtades del chavismo burocrático.
Todo va a apuntar a destrozar al otrora “maestro Giordani”, como si del peor enemigo se tratase. Reconócelo, pueblo. Desde Maduro la artillería apunta al corazón del hombre que hoy llaman traidor. Algo que tampoco es novedoso. La crítica, ya se ha dicho, molesta a los burócratas que prefieren el silencio o la adulación. No aguantan ni por un segundo una dosis de realidad, un poco de verdad a la cara. Sólo se sienten cómodos con la solidaridad automática, esa que cobijó a personajes como Luis Miquilena, vergonzosamente protegido por el aparato gubernamental.
Eso es historia y está escrita. Lo interesante está por venir. Porque la carta de Giordani tiene sus diferentes lecturas, pero es también detonante. Une como una piña a la burocracia que no va a dejar sus cuotas de poder; deja al descubierto al madurismo, una coalición de hombres sin pueblo, pero con prebendas que va a luchar a pulso por mantenerse. Giordani desvela de una buena vez que dentro del gobierno hay chavistas, sí, pero también pragmáticos maduristas.