Respetado amigo, desde hace días, desde que tomaste la decisión de pasar a formar parte de la “nueva” directiva del CNE designada inconstitucionalmente por el TSJ, he estado tentado por la necesidad de comunicarme contigo por esta vía, para expresarte algunas ideas acerca de las opiniones que has venido expresando públicamente en relación a la actual situación política del país y, particularmente, en lo relacionado con el proceso electoral en desarrollo.
Pero antes de entrar en esas consideraciones, quisiera formular algunas puntualizaciones teórico-políticas acerca de la participación o no en las elecciones que aún se realizan en nuestro país, y relacionarlas con algunas experiencias extraídas de nuestro propio pasado histórico que tú, como estudioso de la historia nacional, conoces perfectamente; relación esta que, apreciada de manera correcta, puede ayudarnos a una cabal comprensión del problema de cómo participar en tales elecciones, y a una mejor ubicación política frente a las mismas.
Lo fundamental que habría que entender en relación con esta cuestión, es que no existe una posición única y definitiva para todos los casos en lo que dicha cuestión se plantea como un problema a resolver políticamente. Esto quiere decir que, en cada caso, siempre será necesario hacer un análisis concreto de las condiciones generales en las que se dan las elecciones para decidir cuál camino tomar finalmente. Demás está decir que se trata, en general, de una decisión, por término medio, muy difícil y compleja, ante la cual se corre el riesgo de equivocarse, como ha pasado tantas veces con una y otra posición. Este es un riesgo que el oportunismo político de uno y otro signo ideológico, evita decidiendo, de una vez y para siempre, participar en todas las elecciones montadas por los regímenes como el que rige hoy en nuestro país, o no participar porque nunca percibe, debido a la visión subjetiva que tiene de la realidad, la posibilidad de arrancarles reivindicaciones al régimen autoritario imperante o de batirlo por parte, paso a paso, pasando por encima de las dificultades y obstáculos que éste coloca para impedirlo.
En nuestro país, como sabemos, existe una rica experiencia que da cuenta de cómo la lucha por el sufragio y las elecciones libres, cubre un período de aproximadamente 200 años. La primera y más conocida de esas experiencias son las elecciones presidenciales de segundo y tercer grado, en las que los candidatos principales del Partido Liberal, Antonio Leocadio Guzmán (candidato a la presidencia de la República) y Ezequiel Zamora (candidato a diputado a la Asamblea Provincial del estado Aragua), fueron invalidados por el gobierno conservador de Carlos Soublette; hecho que se convirtió en la causa inmediata de la guerra campesina de 1846-47, y en el antecedente más importante de la guerra federal (1859).
La segunda experiencia son los procesos electorales municipales de 1937 y 1938, realizados en Caracas y el estado Zulia, Estas elecciones, como tú sabes, fueron ganadas ampliamente por la oposición democrática de la época; resultado que en el Zulia fue anulado por el Tribunal Supremo de entonces (La Corte Federal y de Casación) alegando que las elecciones de 1937, habían sido celebradas en fecha ilegal. Al año siguiente, cuando se produce la reposición, de esas elecciones, ahora con mayores restricciones, el pueblo zuliano apeló con éxito a la abstención frente a la provocación fraudulenta y represiva del gobierno de López Contreras:
… “en vista de las manifiestas irregularidades con que se pretende arrebatarle el triunfo en los comicios al pueblo zuliano, nos abstenemos de concurrir a las próximas elecciones, pues no solamente se han quebrantado numerosas disposiciones de la Ley de Censo Electoral y de Elecciones, sino que se ha llegado al extremo de coartarles a los candidatos del pueblo el derecho de nombrar testigos que fiscalicen los actos de votación y escrutinio … ante tal desmedida arbitrariedad que vicia por completo el proceso electoral optamos por la actitud abstencionista, pues lo contrario contribuiría a hacernos cómplices de semejantes desmanes atentatorios de la libertad electoral”.
La tercera experiencia, como es sabido, son las elecciones para la constituyente de 1952, que pese a la abstención ordenada por Betancourt desde el exilio, fueron ganadas por la oposición democrática, representada en este caso por el partido político URD. Aunque este resultado fue desconocido y trampeado por la dictadura militar perejimenista, dejó constancia de la capacidad de resistencia política antidictatorial contenida en el seno de la sociedad venezolana; la cual emergería con una gran fuerza en las acciones que provocaron la caída de la dictadura el 23 de enero de 1958.
La cuarta experiencia es la contundente derrota infligida por nuestro pueblo al plebiscito adelantado por la dictadura en diciembre de 1957, con el objeto de prolongar fraudulentamente su permanencia en al poder. Ante tal pretensión:
… “la abstención fue la posición unánime del pueblo venezolano y de los sectores políticos (de los partidos políticos que se oponían a la dictadura. Esta forma de lucha electoral que venía de ser desestimada por el pueblo en las elecciones de 1952… en esta oportunidad, como informa Pompeyo Márquez… obtiene un éxito clamoroso…, las colas de votantes, a diferencia de noviembre de 1952, lucían escuálidas”.
De esa manera, el pueblo se anotaba una importantísima victoria política que habría de convertirse en el principio del fin de la dictadura perejimenista
Tus opiniones sobre la situación actual.
Como no estoy al tanto de todas y cada una de ellas, me referiré sólo a las que son de mí conocimiento. De entrada te diré que, tus opiniones sobre la cuestión electoral actual, y tus críticas a la posición que tiene la oposición con respecto a este asunto, al parecer no han tenido muy en cuenta ni las extremas restricciones que el régimen autoritario de Maduro-Padrino López, le ha impuesto al ejercicio de los derechos civiles en el país (incluído el derecho al voto, base de la soberanía popular), ni los efectos negativos que ese hecho ha ejercido, particularmente sobre los partidos políticos de oposición; los cuales, además de haber sido ilegalizados e inhabilitadas sus dirigencias legítimas, se les ha condenado de hecho, a permanecer al margen de los eventos electorales del país; con lo cual se cumple la sentencia pronunciada por Padrino López al decir tajantemente que: … “mientras exista una fuerza armada como la que hoy tenemos …(la oposición)… nunca podrá ejercer el poder político en Venezuela”.
De modo que, la oposición tiene sobradas razones que justifican sus reservas acerca de la posibilidad de participar con listas de candidatos en un proceso electoral semejante al del 20/05/2018; es decir, plagado de irregularidades fraudulentas. Máxime cuando tú mismo has declarado públicamente que el CNE del que formas parte… “recibe el mandato de la “mesita”, y que las cosas (los mandatos de los que hablas) llegan al Directorio del CNE “precocidas”, ¡ y sin embargo, los de la “oposición” de la “mesita” se molestan cuando se les califica de colaboracionistas! Me gustaría saber qué piensas tú de esto.
Dices, finalmente, que no entiendes por qué el G4 se abstiene en estos momentos, teniendo en cuenta –según tu apreciación- que en el país existe la misma situación político-electoral del año 2015, cuando se ganaron por amplio margen las elecciones parlamentarias. En mi opinión esto no es exactamente así; en primer lugar porque, si bien el autoritarismo madurista ya tenía montado, en una gran medida, el actual aparato electoral fraudulento, confiaba en que eso le bastaría para imponer un resultado espurio; y en segundo lugar -y esto es lo más importante a considerar-, en aquel momento, distinto de lo que ocurre hoy, ningún partido del G4 estaba ilegalizado, ni sus dirigentes principales inhabilitados políticamente, ni sometidos a persecución policial, ni bajo amenaza de ser encarcelados y obligados a exiliarse, ni a ser despojados de la titularidad de sus respectivos partidos políticos, etc. Sobre estas cuestiones también me gustaría conocer un pronunciamiento tuyo.
Saludos cordiales.