Nelson Chity La Roche, dirigente demócrata cristiano de vieja data, acompaña la posición de la Iglesia, en el sentido de que hay que salir a votar el próximo 6 de diciembre; pues, a su juicio, no solo se trata de participar en esta elección; con dos pañuelos en la nariz; pero, sobre todo, que lo que le parece importante y trascendente, es que signifique el reinicio de la ciudadanización de la política y de la vida venezolana.
Enrique Meléndez
¿Qué posición tiene usted con respecto a las elecciones del próximo 6 de diciembre, si se participa o no se participa?
-La opción ciudadana está planteada en términos inconvenientes, siendo qué, atender el llamado de la Constitución para renovar la Asamblea Nacional, lo que debería ser un deber y una convocatoria legítima se ve comprometido por los términos en los que el régimen ha organizado el dispositivo electoral contaminando su transparencia y su legalidad. Así pues que, una respuesta a esa pregunta estará siempre empapada de dudas, inconformidad y desconfianza.
-Si participas, hay objeciones; si no participas, también las hay. Pensemos así para poder comprender, por ejemplo, la posición de la Iglesia según la entiendo, que acompaño completamente. Vale decir: no solo se trata de participar en esta elección; con dos pañuelos en la nariz; pero, sobre todo, diría que es lo importante y trascendente, es que signifique el reinicio de la ciudadanización de la política y de la vida venezolana.
-Este vocablo ciudadanización traduce el regreso de la sociedad a la consideración de sus asuntos, y no como ha venido pasando ya desde hace años, en que todos los días la gente se ocupa única y exclusivamente de sus asuntos diarios, cotidianos, ordinarios; porque muchos están jugando en el día a día necesidades no cubiertas: medicinas, alimentos y un sin fin de carencias, pues, que no han podido ser satisfechas.
-Es como si hubiéramos ausentado a la nación; porque la crisis misma la ha llevado a dejar de actuar, dejar de participar, dejar de concurrir, dejar de discutir, dejar de opinar y, sobre todo, dejar de hacerse presente en el escenario de la deliberación y de la decisión política. Algunos pensarán que esto que digo se trata de un juego de palabras; pero no lo es.
-Yo creo que los venezolanos tenemos claro que no van a haber intervenciones extranjeras o, no se ven al menos, que pudieran venir a liberarnos de este cepo, de este yugo, que nos ha montado una alianza, en la cual hay presencia extranjera notable y valga notar la paradoja. Están los cubanos, están los rusos, están los chinos, están los iraníes, están los bielorrusos; aliados a una fuerza armada que ha dejado de ser para la defensa de Venezuela, sus instituciones, sus valores, su Constitución, su pueblo y se ha comportado como una oligarquía que sostiene un régimen que, por cierto, también se puede llamar gangsteril; porque procede regularmente con mecanismos que no son, ni remotamente, respetuosos de la ley y de los derechos humanos, como una mafia, en suma.
-Todo esto para acotar lo siguiente: el asunto es nuestro y solo nosotros podemos resolverlo. Y me refiero a la ciudadanía y los órganos intermedios muy anulados, por cierto.
-Ahora bien; no haríamos nada, si votamos y nos vamos para la casa. Es mejor que salgamos, votemos, exprimamos nuestro criterio.
-Fíjate tú, si pudiese realmente lograrse, que la gente fuera a votar masivamente, ni siquiera con ese CNE, el régimen obtendría una mayoría. Pero el chavismo continuismo está contando con que hay un proceso de desciudadanizacion, y dispone de un lote de votantes hambreados, aturdidos, desfigurados a los que puede conducir como una punta de ganado y a cambio de la bolsita CLAP y una que otra prebenda, apuestan ellos, comprarles su soberanía.
-Ese es el cálculo de la camarilla que sólo quiere permanecer a rajatabla, a cualquier costo, con el control, con el dominio. Estar allí; mantenerse. Que le tiene miedo a un después; que sabe que la transición, inevitablemente, también imputaría a varios de sus más distinguidos dignatarios. Los susodichos se han caracterizado por comportamientos y por conductas que, inevitablemente repito, les van a ser reclamados en justicia.
¿Usted cree que en las condiciones actuales es muy peregrino hablar de transición?
-En efecto, no es posible imaginar una transición, en la cual, el fuerte declina frente a alguien que considera endeble y no solo débil, sino que, dispuesto a jugar un rol colaborador.
-Hay que mostrar convicción y carácter, para dejar nítida la diferencia, la distinción, yo diría inclusive, la visión y la misión opositora. Hay que constituir para lograrlo, una coalición de opositores. Es decir, asumir un concepto de oposición, en el que quepamos todos, que asuma que no es para negociar ni convivir sino para impulsar un movimiento sustitutivo, un replanteo, un cambio
-Tiene que haber un gesto, entre aquéllos que han venido adelantando la dirección política y que, ciertamente, no han podido alcanzar los objetivos. Ahí hablo de los que constituyeron la MUD, el momento más estelar de la oposición en la historia de estos 22 años digan lo que digan. Y de aquellos que se hicieron cargo luego, los que desde la Asamblea Nacional electa en 2015 han administrado un mandato democrático de renovación y no han podido concretarlo.
-Y también hablo de entender que, desde luego, ese concepto importantísimo que se llama oposición orgánica y funcional societariamente, se ha de edificar desde una liga de opositores que va, muchísimo más allá de partidos políticos y debe subordinar al cometido de la libertad, todo proyecto personal.
En ese sentido, ¿usted estaría de acuerdo con plegarse en esa coalición a una tarjeta, perteneciente a un partido como el de Unión para el Progreso, como lo propone Eduardo Fernández, a los fines de participar en las elecciones del próximo 6 de diciembre?
No acompaño al doctor Fernández en esa proposición; yo considero que una de las tarjetas contaminadas es esa, que él está mostrando; y que confundo con ese elenco (Mesa de Diálogo) completamente desprestigiado.
-Yo en lo que estoy de acuerdo es con la construcción de una plataforma nacional unitaria democrática, que favorezca un nuevo activismo político diferente al ha venido desempeñándose en los últimos tiempos; que haga un llamado a la sociedad civil; que la despierte; que la sacuda; inclusive, en algunos escenarios, que tolere sus inconformidades, sus complejidades y que a partir de allí inicie un proceso de ciudadanización.
-En términos sencillos, si eso no se logra en lo inmediato, yo prefiero que haya una participación, en la cual la gente vote por el que le parezca. No quiero imponerle fórmulas, que no veo. Pero que tenga claro que, el asunto está muy lejos de consumirse, de completarse, de consumarse el 6 de diciembre.
Se trata de una fecha, ante la cual creo que, podemos tener alguna aprehensión, y hago un llamado a ponderar la pandemia, con la falta de gasolina, de gas, de electricidad, de agua. Cuidado si ese 6 de diciembre se convierte en una tormenta perfecta; donde concurran todos los elementos que le puedan hacer daño a una consulta electoral, aunque a veces siento que el gobierno no quisiera que nadie fuera a votar, y que ellos movieran en los camiones de sus socios militares a la gente; esa que tienen en la lista CLAP; que pareciera dejar hacer y dejarse hacer cualquier cosa, pero es de ellos la responsabilidad
¿Usted no cree que se plantearía un vacío de poder el 6 de enero: tomando en cuenta que habrá una nueva AN, salida de un proceso electoral, que se considera ilegítimo, frente a una AN; que habrá decretado la continuidad administrativa, como lo ha sugerido Guaidó?
-La figura de la continuidad constitucional con todo el respeto que le debo a gente muy amiga y muy respetable que ha opinado en esa línea contraria, a la que voy a exponer, yo no la conozco, yo no la he visto. Ha habido unos episodios en algunos momentos en que se ha demorado una elección lo cual es distinto.
-Hay criterios y matices; pero, por lo general, hay un mandato que tiene un término temporal. Ese término temporal, así como se le acabó a Maduro, se le acabaría a esa AN y conlleva implicancias y consecuencias; sin embargo, hay tanta contaminación alrededor de lo que hace e hizo ya el régimen que, como dije, se trata de un gangsterato, con aparatos, en los cuales la legalidad es subvertida sistemáticamente; que algo de razón hemos de concederle a los que piensan que no puede considerarse válido un proceso, cuya facticidad está tejido con el abuso y el fraude.
-Vale decir: eso va a estar planteado allí, esto es lo que los filósofos llaman una aporía rebelde: los caminos que se transiten llevan todos, de nuevo al laberinto, y será la dinámica y la historia las que, en definitiva, terminen rompiendo algunos de esos nudos gordianos y mostrando, realmente, hacia donde el país va a evolucionar.
-Me preocupa que no entendamos esto, y aquí viene algo de lo más importante; porque esta es una oportunidad de sacudir al venezolano; que parece ya haber sido presa de lo que algunos teóricos, que han estudiado, que han seguido, que han auscultado la situación en Cuba, llaman daño antropológico; que no es otra cosa que la despersonalización, la deshumanización y la desciudadanizacion de la sociedad; que deja de tener opinión, criterio, sentimiento, parecer y, simplemente, es como un tropel de zombis que está allí; para que lo lleven.
-Por momentos eso es lo que está en la calle, y se ve en muchos rostros. Pero ojala no sea el momento todavía en que admitamos que se completó, digamos, ese daño antropológico en la sociedad venezolana, y que todavía el criollo tiene los bríos, para reaccionar frente a lo que todos los días le pasa, lo reduce y lo desfigure, ante que es el grosero, exuberante y voluptuoso fracaso de las acciones degradantes de quienes y lo digo con angustia, se llamaron revolucionarios pero mutaron para ser más bien hoy muchos de ellos, reos de la convención de Palermo.