Desde Miraflores se dice que la Asamblea Constituyente se mantendrá hasta diciembre, mientras que la oposición de Casa Amarilla la avala con su silencio.
Félix B. Sucre
CNP 8526
La dirigencia política toda tiene a Venezuela entrampada con las elecciones parlamentarias, con la que los electoralistas buscan elegir 277 parlamentarios, con lo que sustituirá a la actual Asamblea Nacional, en manos de la oposición que lidera Juan Guaidó, quien es visto como el enemigo de la Casa Amarilla, del PSUV y del alto mando Militar.
La abstención no es una salida políticamente correcta; pero es válida en un país donde el propio organismo electoral no goza de credibilidad por los hechos conocidos en el pasado. En el caso reciente, hay que destacarlo, por la manera que sus rectores principales y suplentes fueron escogidos, con lo que se desconoció al Comité de Postulaciones, seleccionados por la Asamblea Nacional. Sin embargo, el TSJ ha sido convertido en el Paredón de Fusilamiento de la democracia, la cual corre riesgo si no se le da un parado a las ambiciones de Miraflores. Pues bien, la Sala Electoral, en manos de unos verdugos, desconociendo las funciones que la propia Constitución le asignó a la Sala Electoral, ahora no interpreta la Constitución y las leyes, sino que la modifica al antojo del inquilino de Miraflores.
Esto no queda allí, se sabe que los partidos del G4 fueron descabezados, por lo que sustituyeron a sus autoridades para ponerlos en manos de hombre que han sabido cuán importante es ser «amigo» del mandatario. Es el mismo caso de los partidos del llamado polo patriótico, donde PPT, TUPAMARO, UPV, por ahora, ya con nuevos directivos, quedando el PCV en la mira sino se portan bien. Esta es la manera de entender la democracia Nicolás Maduro, quien ha contado con el aval del CNE, al no pronunciarse sobre su independencia, ya que es el que puede conocer sobre la situación de los partidos en Venezuela, según la Constitución en su artículo 293, aparte 8. La alcahuetería es general, razón por la que estamos entrampado en éste proceso electoral preparado para que Nicolás Maduro cuente con un «parlamento a la carta» para terminar de llevar al país a la mierda.
El problema, por otra parte, es que, desde Casa Amarilla, algunos voceros han llegado a considerar que hay que ir a las elecciones, que no entienden por qué hay sectores que hacen llamado a no participar, cuando aquí cada quien tiene derecho a ir o no ir a votar, mucho más cuando ése voto no va a representar un cambio en el país, mucho menos para las instituciones. No hay que olvidar que con la Asamblea Constituyente lo primero que hizo Miraflores fue destituir a la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, para nombrar a Tarek William Saab, quien venía desempacando el cargo de Defensor del Pueblo.
De ese personaje se puede hablar en su rol de Fiscal, donde el odio y su condición militante son dos razones básicas en su comportamiento, del que conoce el país.
No obstante, estamos muy cerca a repetir lo mismo que sucedió el 2005, cuando se hizo un llamado a la abstención, pero no se estableció otra ruta para no dejar en manos de los rojos la AN, tal como sucedió. Y, en éste caso, lo que va a suceder es que el inquilino de Miraflores va a tener una AN para, incluso aprobar la nueva Constitución sin someterla a referéndum, toda vez que van a contar con más de 200 diputados, lo que no será difícil conseguir que el resto de diputados se sumen a formar la mayoría para que Maduro busque que le den una Habilitante que le permita hacer el juego con la Constitución, donde pondrán a los militares a favor del PSUV, incluyendo a los milicianos y a los colectivos como parte de la seguridad del país.
¿Por qué Miraflores no ha disuelto la ANC?
Es la pregunta que se hace la gente de la calle, por donde no vemos a muchos de esos encopetados del chavismo; los de la Casa Amarilla, la oposición liberal y la oposición del G4.
Hay muchas razones para no votar. La desconfianza a los actores es inmensa. Mientras, el CNE es un ente que solo habla para anunciar, como, por ejemplo, que se está elaborando un plan para el día de las votaciones, de modo que el covid-19 se quede tranquilo y que la gente con alegría salga a votar, tal vez porque Nicolás Maduro le va a dar un bono de 100 o más dólares después que voten, así como hace meses le ofrecieron desde la oficina de Juan Guaidó 100 dólares al personal de salud. En fin, cuánto vale un voto para las parlamentarias.
Votar es un derecho, un deber de los ciudadanos, pero para eso se tenían que hacer las cosas dentro de la mayor legalidad, transparencia; pero no estamos en presencia de gente que se atribuyan esas condiciones. Entre ellos lo que hay son trampas, trácalas o chapuzas. Por eso en algunos partidos, tanto de los viejos como de los nuevos, en Casa Amarilla o alacranizados, las cuentas que ellos sacan no son las mismas que tiene el pueblo, el cual se la está viendo muy negra, porque apenas si puede medio alimentarse, todo debido a que Nicolás Maduro, cual político insensible, con sus políticas, lo ha llevado a donde se encuentra.
Pues, en esa soledad, hoy, si sale a votar, antes le pregunte al o los candidatos que los visiten, si vale la pena votar por gente que no los ha acompañado en sus luchas, como la falta de agua, luz, empleos, seguridad, transporte, entre otros problemas a los que cotidianamente se enfrenta.
Esto mismo es válido para Juan Guaidó y sus acompañantes. Si no se toma en cuenta estas realidades, lo más probable es que mañana sea tarde estar, incluso, lamentándose por lo que no se hizo.