Hace justamente 20 años cuando se iniciaba la gestión gubernamental del chavismo, opción política que venía de ser favorecida por el voto mayoritario del pueblo venezolano en las elecciones presidenciales de 1998 y 2000, escribimos: “El reto que ahora tiene planteado el proyecto chavista en el presente, en el mediano y largo plazo, es demostrar:
Por Oscar Battaglini
1- su capacidad para abrir caminos conducentes a una mayor ampliación e implantación de la democracia participativa que no es otra cosa que un esfuerzo sostenido dirigido a promover la participación (directa e indirecta) de los distintos sectores de la sociedad civil…en la toma de decisiones relacionadas con la dinámica del poder público…
2-Su capacidad para dar respuestas satisfactorias y oportunas a los grandes problemas que afectan dramáticamente la vida de las mayorías populares; hecho esto por medios distintos a os del rentismo –distributivista (clientelar) impuesto en Venezuela por el populismo betancourista…
3- y, finalmente, capacidad para comprender que si bien tiene el derecho de trabajar por su consolidación como proyecto político dirigente del Estado o de la sociedad, no debe repetir o reproducir en nuestro tiempo las concepciones y prácticas hegemonistas y excluyentes etc, del pasado: y que a la larga conducen a la pérdida del consenso, a la deslegitimación del poder y a la derrota política definitiva”. (O.B. “Termina una fase política y comienza otra”, en: “La democracia en Venezuela”, Caracas, Faces-UCV 2001, P.286.)
El chavismo llega al poder en medio de una profunda crisis económica, social y política-institucional agudizada por los planes de ajuste macroeconómicos puestos en práctica sucesivamente por los gobiernos de CAP (II) y Caldera (II). Planes que no lograron en ninguna medida corregir los desequilibrios macroeconómicos existentes; por el contrario, emergieron y se hicieron presentes nuevas y más fuertes presiones inflacionarias, combinadas con el hecho de que la economía interna, no creció ni se diversificó, lo que trajo como consecuencia que la pobreza endémica del país se ampliara sustancialmente.
Es la manipulación que de esta situación se hace, lo que le permite a Chávez -y al chavismo- ocupar un espacio en el imaginario político-electoral de la sociedad venezolana de entonces, que al hacerse dominante, le abriría el camino hacia la presidencia de la República.
Se cumplía así, como ya había ocurrido en el pasado, que de nuevo ascendía al poder político en Venezuela, un individuo sin historia (surgido de la nada), improvisado (sin ningún tipo de preparación), lo que llevó a un amigo de sus años de secundaria a expresar esto mismo en los términos siguientes:
“Es algo muy difícil de asimilar, hay que ver lo que significa no haber sido diputado, no haber sido dirigente, no haber sido concejal, no haber sido un carajo en la política, y terminar de pronto siendo presidente”
Cristina Marcano, Alberto Barrera Tyzca, “Hugo Chávez sin uniforme”, Caracas, Debate, 2005, P.34.
Veamos a continuación lo que le expresara Chávez a Herma Marksman, una vez enterado de su victoria en las elecciones del 6/12/98, opinión que pone de manifiesto el uso que pensaba hacer del poder conquistado mediante todo tipo de argucias:
“Esto es lo que yo quería y a partir de aquí voy a hacer lo que yo quiera, lo que vengo planeando desde hace mucho tiempo”
Agustín Blanco Muñoz, “Habla Herman Marksman, Caracas, IIES/ Faces-UCV, 2004, P.43).
Como se recordará, Chávez y el chavismo, no sólo prometieron sino que se comprometieron en ese proceso electoral a desarrollar una acción de gobierno que, al mismo tiempo que comenzara a ponerle término a la grave crisis socioeconómica existente en el país, pusiera todo su empeño:
-en desterrar las prácticas autoritarias, hegemónicas, excluyentes, etc, contenidas en la estructura del poder y del Estado venezolano.
-en desterrar igualmente, el morbo de la corrupción enraizada en toda la estructura institucional del Estado, y que tiene entre sus principales manifestaciones: el robo de los dineros y de los bienes públicos en general; el tráfico ilícito con esos bienes; el tráfico de drogas, el envilecimiento de la administración de justicia, etc.
En el contenido formal de esta oferta electoral radica fundamentalmente, el resultado arrojado tanto por las elecciones presidenciales de 1998, como por las del mes de julio del año 2000.
Pero cuando se efectúa una revisión de lo hecho, de lo realizado por el chavismo en favor del país, de la sociedad venezolana, del pueblo venezolano en concreto, nos encontramos conque eso no existe o no se consigue por ninguna parte; y que todo lo que se revela a cada paso de su gestión gubernamental, tiene el signo de lo negativo, de la destrucción, de lo catastrófico, de lo perverso.
Esto demuestra que lo expresado por Chávez a H.M. en el momento de enterarse de que había ganado las elecciones del 6 de diciembre del año 98, ha sido la orientación o “la guía política” seguida por el chavismo en las más de dos décadas que tiene usurpando el poder político en nuestro país. Eso es lo que, en definitiva explica el colapso generalizado que hoy afecta gravemente la dinámica normal de la sociedad y la propia vida de todos los venezolanos.
A eso se debe, para decirlo en términos concretos, la debacle en la que está sumida la economía nacional, la ruina de la actividad petrolera (de la extracción, de la exportación, de la producción de gasolina y otros combustibles, etc); la ruina de la industria (pesada y manufacturera); la ruina de la agricultura y del comercio; la hiperinflación que ha empobrecido a más del 90% de la población; el caos de todos los servicios públicos, en particular de los servicios de salud, educación, agua, electricidad y transporte; el grave quebrantamiento sufrido por el orden constitucional vigente, y la desaparición del estado de derecho; el intento del militarismo dictatorial madurista de imponernos unas “elecciones” parlamentarias que le permitan mediante la manipulación y el fraude, obtener un resultado que no sólo le dé nuevamente el control de la Asamblea Nacional, sino que pueda presentarlo cínicamente, al país y al mundo como prueba de su legalidad y legitimidad políticas; etc.
Del origen primigenio de la política implantada por Chávez en el ejercicio del poder -la cual tiene en su base la pulsión del resentimiento social-, y de los resultados prácticos de esa política, se derivan las siguientes conclusiones:
- La convicción de que la política chavista ha estado determinada básicamente por una mezcla de resentimiento social (rasgo inherente a los liderazgos populistas y fascistas) con atraso, ignorancia, ineptitud y una fuerte propensión a actuar al margen de toda normativa escrita y no escrita. De ahí el uso perverso que ha hecho y que está dispuesto a seguir haciendo del poder.
- La certeza de que la crisis societal (general) que lo llevó al poder no ha sido superada en lo más mínimo por su gestión gubernamental, sino que, por el contrario se ha hipertrofiado bajo su mandato, hasta alcanzar las dimensiones de la catástrofe que hoy padecemos. De ahí la ilegitimidad de su permanencia en el poder; de ahí el reto por cambiar esa trágica realidad que hoy debemos enfrentar los venezolanos