La liquidación del estado chavista nos plantea como pre-condición impostergable triturar la falsa oposición con sus apariencias engañosas y sus ilusiones electorales
Humberto González Briceño
Desde 1999 hay un grupo de partidos y dirigentes que atribuyen la representación de la oposición en Venezuela. Por esta denominación se había entendido como todos aquellos quienes se oponían al régimen, entonces naciente, de Hugo Chávez. Al principio era muy difícil establecer distinciones entre a quien realmente se oponía esta llamada “oposición” y las formas para hacerlo.
Este periodo de confusión hizo suyas ideas fabricadas por el chavismo tales como “dentro de la constitución todo, fuera de la constitución nada” en referencia a la claridad que siempre tuvo la narco tiranía para someter a sus opositores al cumplimiento de un régimen político que, aunque fabricado a su medida, ofrecía la apariencia de “fiesta democrática.”
Esta forma de hacerle oposición al régimen chavista, respetando rigurosamente sus reglas, es lo que degenero en el círculo vicioso de elecciones-negociaciones a lo largo de estos veinte años. La política de Juan Guaidó y su grupo de negociar unas “condiciones mínimas para unas elecciones libres” es tributaria de los primeros días del colaboracionismo más abyecto que aún sigue buscando salidas dentro del sistema de la constitución chavista de 1999.
En medio de la desesperación y la confusión los venezolanos le dieron crédito a las convocatorias de esta llamada “oposición.” Cuando se les pidió votar lo hicieron, muchas veces, en forma masiva creyendo que así ocurriría un cambio político para luego ver con frustración a los dirigentes “opositores” entregando esas victorias electorales al chavismo sin hacer el menor intento de defender la decisión de quienes decían representar.
Cuando a los venezolanos se les pidió salir a la calle también lo hicieron por millones pensando que eso se transformaría en la insurrección civil y militar que derrocaría a la narcotiranía, solo para ver con indignación como en las mesas de negociación se ponían de acuerdo régimen y opositores para liquidar las protestas. Miles de venezolanos fueron asesinados por esa supuesta política de “oposición.”
El desengaño con unos políticos que han prostituido el término “oposición” para transformarlo en una lucrativa forma de vida, llevó a muchos venezolanos indignados a marcar distancia con la etiqueta y en su lugar tratar de definirse como “resistencia”. Otros tantos más insisten en recuperar la esencia del concepto y han optado por diferenciarse y denunciar a los colaboracionistas del régimen chavista como pseudo oposición o falsa oposición.
Desde el exterior, en el limbo de la llamada comunidad internacional, es aún más difícil apreciar la pérfida naturaleza de la traición y para simplificar una compleja crisis que pueda calzar en un párrafo corto se asume que en Venezuela hay “una oposición” y esta es representada por todos los partidos que dicen oponerse al régimen chavista. En esa maña de conveniente pereza intelectual no se repara que estos partidos sean efectivamente sostenedores del régimen chavista ni que sus dueños se hayan lucrado de concesiones y contratos otorgados por el chavismo.
Con este prontuario podemos afirmar en forma categórica que no hay tal oposición al chavismo en Venezuela. Lo que hay es un grupo de vividores de la política que se abrogan esa representación, sustentada por cierto de la legalidad que el chavismo les concede. Ese tipo particular de “oposición” es una falsificación de la realidad que pretende ser sustantivada para seguir engañando y estafando políticamente a la gente.
Esa “oposición” que jura lealtad eterna a la constitución chavista de 1999 no es más que una apariencia de oposición. Es un mito oscurantista que confunde y de no ser destruido será instrumental para asegurar otros veinte años de chavismo en el poder. Lo que hay en la realidad es una falsa oposición que desde la Asamblea Nacional y el hamponato interino que dirige Juan Guaidó y sus partidos sólo pretende un simple cambio de gobierno, pero dejando intacto el régimen político del estado chavista con sus mafias políticas, financieras y militares. La liquidación del estado chavista nos plantea como pre-condición impostergable triturar la falsa oposición con sus apariencias engañosas y sus ilusiones electorales.-