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La miseria a la vista hunde a un pueblo pero también a sus responsables
Gustavo Luis Carrera
El estatuto social se organiza generando estamentos de ricos y de pobres. De hecho, es lo que se muestra a través del tiempo y de los distintos sistemas de gobierno. La lucha pública y democrática ha sido siempre por cerrar la brecha entre los extremos. Sin embargo, hay regímenes que permanecen indiferentes ante el exabrupto de la miseria.
¿POBREZA ENDÉMICA? Diríase que la pobreza es un mal endémico de la organización social. La revisión histórica demuestra que su existencia ha prevalecido a través de los siglos, y que ni siquiera los sistemas políticos y económicos que han surgido con la bandera de combatir la pobreza, han podido erradicarla. Sin embargo, una cosa es la existencia de niveles de pobreza, y otra es su generalización básica, afectando al conjunto de una nación; al menos subsumiendo a la gran y decisiva mayoría, donde la clase media es cada día más pobre y la de los pobres declarados, más miserable. Es una pandemia.
«LOS MÁRTIRES». El impacto anímico y racional que produce el estado miserable de jornaleros y marginados logró un efecto particular en Fermín Toro, destacada figura de nuestras letras y hombre de aquilatada actuación pública; dando origen a su novela «Los mártires» (publicada en Caracas, en 1842); obra cuya acción se sitúa en la Inglaterra de la época, país del mayor desarrollo industrial y tecnológico de aquel tiempo. Hecho que daba particular significación a la denuncia social de Toro, animada por el socialismo utópico: si tal explotación de los trabajadores y tal situación de pobreza se imponían en una sociedad tan desarrollada en lo material, era evidente que se trataba de un pernicioso y repudiable vicio social.
LA MISERIA COMO MAL NACIONAL. Las advertencias de Fermín Toro resuenan como voces del pasado que reviven en el presente: una sociedad insensible y expoliadora no produce sino pobres, extremados hasta el grado de la miseria. Y entonces, justamente con la miseria a la vista, surgen preguntas actuales: ¿cómo negar que un salario mínimo de 400.000 bolívares mensuales (menos de 1 dólar) es la condena a la miseria?; ¿cómo no reconocer que incluyendo todos los bonos imaginables, ese salario no llega a 2,5 dólares, y que es una suma cruelmente ridícula, cuando un kilo de carne cuesta alrededor de 3 dólares?; ¿cómo no ver que la hiperinflación y la especulación desatada han bajado la clase media a las proximidades de la pobreza, y han sumido a los más pobres en el extremo de la miseria? Si alguien no reconoce esta realidad y no ve este exabrupto socialmente destructivo, ha de ser porque no le importa que su pueblo sea sacrificado, o está devengando algún beneficio de la pobreza ajena. La miseria a la vista hunde a un pueblo. Pero, también a sus responsables.
VÁLVULA: «Los niveles de pobreza son un mal crónico de la organización social. Y no han faltado denuncias mundiales como la de Fermín Toro. Pero, cuando actualmente la miseria está a la vista, caracterizando la vida nacional como un todo que se va sumiendo en la pobreza crítica, es evidente que se trata de un Sistema fracasado y de un pueblo subyugado».
glcarrera@yahoo.com
EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.
