Esta “alianza” es éticamente inaceptable y pragmáticamente inviable. Pero si se empeñan en concretarla, los millones de venezolanos que aspiramos la libertad plena,
María Corina Machado
Son muchos los eventos que en los últimos tiempos han añadido aún más desconcierto a los venezolanos. Sin embargo, tanto los ciudadanos como nuestros principales y verdaderos aliados internacionales estamos muy claros en que NO nos confrontamos con una dictadura convencional, sino con una estructura criminal y terrorista de índole transnacional.
En consecuencia, el problema NO solo es Maduro. El problema es un complejo entramado de mafias, narcotráfico, terrorismo y corrupción que ha conducido a la total vulneración de nuestra soberanía, a un drama humanitario sin precedentes y a la desaparición de cualquier vestigio de Estado de Derecho.
La infortunada expresión “Aquí el problema es Maduro” implica una nefasta política negacionista: no existen las imputaciones internacionales, las listas de torturadores y violadores de DDHH, los sectores del régimen aliados con Irán y el terrorismo islámico, el cartel de Los Soles, los agentes cubanos administrando el aparato del Estado venezolano, la vulneración de la soberanía, la red de criminales financieros que entrelaza a régimen y oposición.
Con esto, las actuaciones erráticas del Gobierno Interino han tocado fondo, y hoy en día se hace imposible para los venezolanos que buscan la verdadera liberación del país, seguir apoyando una dirección política con tantas incongruencias, manipulaciones y engaños. El interinato pasó del “cese de la usurpación” a “solos no podemos” a la “responsabilidad de proteger”, para finalmente hacer una pirueta y regresar a un incompresible “solos es que debemos”.
El punto de llegada de este accidentado periplo, no exento de graves consecuencias, es que el gobierno interino del Presidente Juan Guaidó, a través de la vocería de su Centro de Gobierno, propone y pretende imponer que la oposición debe aliarse con el círculo de la “dictadura de Maduro”, para buscar una transición. Con esta alianza cesarían inmediatamente de ser oposición. Un Gobierno de Transición con parte de las mafias no es una fórmula para sacar a los criminales del poder, sino para redistribuir el poder entre los criminales.
Si algo hemos aprendido los venezolanos es que esta red de redes mafiosas y financieras, con sus disfraces ideológicos, no es una estructura jerárquica, y que desgraciadamente ha penetrado parte de la oposición. Su dinámica principal es la mutua extorsión a nivel nacional e internacional. Nuestros genuinos aliados internacionales no son los señores Borrell, Sánchez y Zapatero; son Luis Almagro y los presidentes de Brasil, Colombia y Estados Unidos.
Dadas las circunstancias de la crisis humanitaria y ética, más que en un gobierno de transición supuestamente “inclusivo” nos urge poner el énfasis en una transición con solvencia moral y capacidad técnica. ¿En la consulta propuesta por el interinato, les preguntarán a los venezolanos si quieren a Padrino López y a Maikel Moreno en una Junta de Emergencia Nacional para que refunden los cimientos éticos y morales de la República? Porque para los ciudadanos de eso se trata, de la recuperación de la soberanía, del Estado de Derecho, y el crucial adecentamiento de la administración pública.
Apartémonos un momento de las consideraciones éticas y morales de este exabrupto, para considerar los aspectos pragmáticos de la política realista. ¿Cuál es la viabilidad de este pacto con la tiranía y cuál es su visión del futuro? ¿A dónde aspiran llegar con esto? ¿En qué plazos? ¿Qué o quienes los legitiman para implementar esta nueva traición al mandato de los venezolanos que apoyaron la otrora lúcida agenda del Presidente Interino?
Si se alega que por la paz y la gobernabilidad del país es necesario que se incluya en el gobierno de transición una representación del “chavismo”, a pesar de que haya estado comprometida con elementos de las mafias armadas y financieras que lo han constituido, es importante preguntarse y precisar muy bien cuál es el aporte de esta inclusión tanto para el control del territorio como para la reinstitucionalización democrática y ética de la República. Desde un punto de vista pragmático, ningún sector del “chavismo” que entregue a otro, estará en grado de garantizar “el servicio” por el cual supuestamente se le estaría dando cabida en la cogestión de la transición.
Después de dos décadas de secuestro, el rescate que pretende pagar la oposición interina no es poca cosa: el reino de la impunidad por los atroces crímenes cometidos y por el imperdonable saqueo a la nación; impunidad que garantizaría la perpetuación de las redes de corrupción y las mafias financieras que tanto esfuerzo hacen en permear a los partidos de oposición y a sus nuevos aliados internacionales.
Esta “alianza” es éticamente inaceptable y pragmáticamente inviable. Pero si se empeñan en concretarla, los millones de venezolanos que aspiramos la libertad plena, la enfrentaremos con contundencia hasta lograr nuestros objetivos finales: el restablecimiento de la Soberanía Nacional y del Estado de Derecho.
La autora es coordinadora nacional del partido Vente Venezuela y ex diputada a la Asamblea Nacional. Premio a la Libertad de la Internacional Liberal 2019.