Ya no es tiempo de mantener las formas y las apariencias. Está claro que Juan Guaidó es un títere de Leopoldo López a quien le cuida el puesto Humberto González Briceño
Podemos decir con certeza que de esa conexión política y electoral de los venezolanos con la falsa oposición que ocurrió en el 2015 ya hoy no queda nada. Sin embargo, esa Asamblea Nacional desprestigiada y sin apoyo sigue hablando en nombre de un pueblo que no le reconoce como su representante, tal como se ha visto en el rechazo a sus últimas convocatorias.
Tratando de usar las propias trampas leguleyas de los chavistas y su constitución la falsa oposición se inventó una ficción llamada gobierno interino argumentando que había que ocupar el vacío de poder porque ya Nicolás Maduro no era legalmente presidente. Desde ese día arranca una comedia trágica, vergonzosa y miserable para tratar de presentar a una oficina de lobby y contratos como un supuesto gobierno.
Entre una y otra declaración simbólica de “países amigos” no es sino hasta el día que Donald Trump le levantó la mano a Juan Guaidó cuando la suerte del interinato cambió. El apoyo político de los Estados Unidos al interinato creaba una nueva esperanza por el cambio. Sin embargo, este apoyo en lugar de ser usado para coordinar los esfuerzos en una acción militar internacional que sacara al chavismo del poder se diluyó en declaraciones y más concretamente en el acceso del interinato a los activos de Venezuela en el exterior que como resultado de las sanciones internacionales no podía ser controlado por el régimen chavista.
El acceso del interinato a los dineros de Venezuela en el exterior y los activos tales como CITGO cambió todo. La oficina de Guaidó comienza a manejar esos dineros más los recursos de la ayuda humanitaria en un maravilloso limbo jurídico donde no tenían que rendirle cuentas a nadie. Ni a los Estados Unidos, ni a las instituciones chavistas y, por supuesto, menos aún a los venezolanos.
La orgia de saqueo orquestada desde el interinato ha sido de tales dimensiones que hasta el propio Leopoldo López dejó a un lado pruritos morales para rápidamente salir de Venezuela y entrar a controlar directamente el reparto de la piñata.
Ya no es tiempo de mantener las formas y las apariencias. Está claro que Juan Guaidó es un títere de Leopoldo López a quien le cuida el puesto y que es Leopoldo el jefe de la pandilla de Voluntad Popular que decide quién cobra y quien no en los ámbitos del interinato.
Un Leopoldo ambicioso y audaz sale a recorrer el mundo sin complejos, a pedir un gobierno de coalición con el chavismo (eso sí, sin Maduro) y mientras tanto que se le renove el periodo por tiempo indefinido al hamponato interino controlado por Voluntad Popular. Para esta maniobra López le roba la idea de la tal “continuidad administrativa” a Ramos Allup y la hace suya, sin pagar los derechos de autor.
Esta falacia jurídica de continuidad administrativa de algo que jurídicamente nunca existió no es otra cosa que un cheque en blanco para que Leopoldo López, su familia y los hamponcitos de Voluntad Popular manejen en forma ilimitada y sin rendición de cuentas miles de millones de dólares que están en el exterior y pertenecen a la nación venezolana.
Como era de esperar el reparto desigual del botín ha hecho estallar ese antro llamado G4 que representa a la falsa oposición. Acción Democrática pidió Citgo, Leopoldo dijo que no. Primero Justicia pide más participación en el interinato (más contratos), Leopoldo López dice que no se puede porque eso es lo que hay. Leopoldo López lo quiere todo y se niega a repartir equitativamente la torta. Resultado: Tanto AD como PJ ya han anunciado, cada uno a su manera, que no apoyarán el llamado estatuto del interino que hipotéticamente sería la base jurídica para la auto designación de estos hampones como representantes de los venezolanos por tiempo indefinido.
Hasta la fracción 16 de julio integrada por los operadores políticos de María Corina Machado y Antonio Ledezma tuvo que tomar partido para plegarse en forma vergonzosa a la pandilla de Voluntad Popular con la esperanza de que algunas migas les caiga de la mesa donde Leopoldo decide quién cobra y quién no. Para sobrellevar el ratón moral esta fracción emitió un comunicado donde tímidamente critican a Juan Guaidó y rechazan la idea de una continuidad administrativa para luego justificarse y apoyar al interinato argumentando una supuesta “continuidad constitucional.” Por su postración y creatividad los de la fracción 16 de Julio recibirán su premio de consolación de manos de Leopoldo López.
El problema más grave que tiene Leopoldo es con sus socios de AD y PJ. Al no resolver en términos satisfactorios el reparto del botín y estos partidos negar su apoyo para la continuidad del interinato se cae la base argumental fundamental de la campaña de Leopoldo López para presentar internacionalmente su oficina de lobby y contratos como un gobierno alterno al de Maduro en Venezuela. Se puede anticipar como epílogo a esta tragicomedia que que varios países retiren su apoyo político y jurídico al interinato al tiempo que mantengan su apoyo al pueblo venezolano en su lucha.
El desmoronamiento del interinato debe conducir a que países como los Estados Unidos e Inglaterra le cierren el acceso a los activos de Venezuela en el exterior al hamponato interino. La desaparición del interinato y la consecuente pérdida de poder de la falsa oposición y el G4 es una buena noticia para los venezolanos. Esto despejará el camino para la conformación de un nuevo eje político y militar que articule fuerzas internas e internacionales con el objetivo de derrocar al régimen chavista.-