Hemos sido y somos una sociedad poseedora de una historia que lleva en su pecho el símbolo de las rosas muertas
Agustín Blanco Muñoz
¿Hasta cuándo sobrevivir en medio de caminos poblados de rosas muertas? El colectivo social-pueblo de estas tierras tiene siglos tratando de cosechar las otras rosas, las que miran hacia los pasos, respiración y capacidad de marcha y acción para todos.
Pero en cada caso su andar ha sido obstaculizado por los dueños de caminos, hombres e instrumentos. Y ya son más de 500 años de predominio de estos cultivadores de todas las formas de muerte e infortunio, miserias y espacios de destrucción.
Y esta llamada civilización que se basa en la condición de descubiertos, animalidad e inferioridad la impone el invasor para construir una sociedad de peones y serviles sobre las bases del vejamen, saqueo, despojo, torturas y muerte.
2020-2021, final de uno de los años más duros y terribles del período invasor-imperial y preludio de tiempos que pueden ser más difíciles aún»
Hemos sido y somos una sociedad poseedora de una historia que lleva en su pecho el símbolo de las rosas muertas.
Y 528 años después, la Cátedra Pío Tamayo y el Centro de Estudios de Historia Actual, exponen su mensaje 2020-21, final de uno de los años más duros y terribles del período invasor-imperial y preludio de tiempos que pueden ser más difíciles aún.
Porque en estas duras y terribles horas no hay voces que puedan detener la hecatombe que hace vuelos de fuego en medio de los disparos que marchan veloces en plan de detener el sonido de los amaneceres y el rumor que dejan plasmado en el sol los pájaros y los sueños.
Se levanta el aliento alhelí y el festejo de siempre vivas y luceritos de monte para decirle al mundo que aún hay voces y fuerzas»
Horas destruidas por el parpadear de rosas muertas y el alumbre de tonos hundidos en las sombras nacidas en aguas que se inscriben en los mantos de dioses carentes de tumbas benditas. Estaciones naufragantes que buscan aplastar toda vida para convertirla en solitarios pasadizos hacia destinos de mayores improperios.
Pero por encima de esta condena establecida se levanta el aliento alhelí y el festejo de siempre vivas y luceritos de monte para decirle al mundo que aún hay voces y fuerzas con disposición para alcanzar tiempos sin pandemias de muerte y capacidad para enterrar las rosas muertas y cultivar los milagros del amor viviente que nos aparte de este dolor y padecimiento ex país y nos devuelva a la navidad de las esperanzas el porvenir y nuevos caminos para el combate por el pleno vivir.
Sancho, ¡Nunca olvidaré tu sabia lección para que huyamos de tristezas y melancolía, esa terrible enfermedad que nos imponen los propagadores de rosas muertas, y nos convirtamos en eternos cultivadores de rosas vivas!
https://historiactual.blogspot.com/2020/10/un-mundo-muerto.html
EL AUTOR es historiador, escritor y profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, doctor en Ciencias Sociales, coordinador del Centro de Estudios de Historia Actual y de la Cátedra Pío Tamayo.