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El Estado antihumanista #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

«Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver», esta frase que es toda una lección de barbarie, ha sido atribuida a Joseph Goebbels, ministro nazi de propaganda. Pero, bien se corresponde con diversos dictadores a través de la historia.

ustavo Luis Carrera

“Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver».

El ser humano está determinado por el binomio cuerpo y mente, o si se prefiere: sensibilidad (captación por los sentidos) y conocimiento (producto de un aprendizaje). De igual manera, se encuentra caracterizado por la opción de un saber científico (ciencias naturales) y un saber humanístico (ciencias del espíritu). El primero es el campo inmanente del empirismo, de la praxis; el segundo es el territorio espiritual del intelecto, de la imaginación reflexiva. ¿Puede el ser humano anularse este dominio del espíritu y seguir siendo humano?

HUMANISMO Y UNIVERSIDAD. Todas las universidades que merecen tal denominación incluyen en su oferta educativa carreras humanísticas: letras, historia, filosofía, sicología, artes, idiomas, geografía, sociología, y una de gran tradición; derecho. Son perspectivas de estudio donde lo humanístico priva, sin abandonar sistemas científicos de conocimiento y experimentación. Los términos usuales de Humanismo y Humanidades seguramente dimanan de los «humanistas» renacentistas, extraordinarios personajes dados al estudio y el conocimiento universal, de todas las cosas, con base en una siempre renovada cultura personal. Arquetipo humano que pervive, al menos, hasta el siglo XIX. Y las universidades son las Casas de la Cultura, las Alma Mater del saber científico y humanístico.

LA CULTURA «SUBVERSIVA». «Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver», esta frase que es toda una lección de barbarie, ha sido atribuida a Joseph Goebbels, ministro nazi de propaganda. Pero, bien se corresponde con diversos dictadores a través de la historia. Es, a fin de cuentas, la consigna de los regímenes autocráticos, para los cuales la cultura, como perspectiva de libertad de pensamiento, no sólo es subversiva, sino que debe ser estigmatizada y perseguida como un enemigo político.

Es el miedo a la reflexión orgánica, al análisis crítico, a la conciencia democrática. Las dictaduras venezolanas y del Sur de Latinoamérica son ostensibles ejemplos al respecto. Y por ello, en tales casos los estudios humanísticos pasaron a ser relegados y anulados en todo lo posible. La cultura se hizo el enemigo público número uno de la mala conciencia dictatorial.

EL ANTIHUMANISMO OFICIALIZADO. Ahora, entre nosotros, el sistema imperante pretende categorizar los estudios universitarios, privilegiando aquellos que son útiles para el desarrollo sanitario y económico, y postergando los que solamente estimulan el pensamiento y el análisis reflexivo. ¿Es el miedo al espíritu crítico o es la ignorancia de los valores básicos del individuo? ¿Es pretender cerrar el paso al libre pensar democrático o es la ignorancia supina de la fundamental condición espiritual de todo ciudadano? Como quiera que sea, en suma, el antihumanismo oficializado es el revólver de Goebbels.

VÁLVULA: «Así como el ser humano no puede despojarse de su dimensión espiritual y seguir siendo humano, la sociedad ha de desarrollar su perspectiva humanística, universitariamente fomentada, para ordenarse, evaluarse y elevarse en sus valores esenciales, reflejados en la palabra cultura. Sencillamente, un Estado antihumanístico conduce a un estatus anti cultural, incapaz de la autocrítica y minusválido intelectualmente».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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