El hecho consumado es que han convertido a la fuerza armada chavista (facha) en un actor deliberante de primerísimo orden y activamente participativo en la dirección política del país
Oscar Battaglini
La esterilidad absoluta y la mediocridad sin límites, son dos de las características que, sin falta, definen a los regímenes –semejantes al que actualmente rige en nuestro país- que mediante oscuras maniobras y artimañas han logrado hacerse un lugar en el espacio político de algunas sociedades de nuestro tiempo.
Dondequiera que han gobernado lo han hecho siempre aplicando el mismo esquema, que consiste inicialmente, en crear grandes expectativas de cambio en favor de la sociedad, cosa que no dura mucho porque muy pronto ponen de manifiesto, no solo la falsedad de su ofrecimiento, sino su enorme capacidad negativa para bloquear, desnaturalizar y destruir los tejidos estructurales de toda la sociedad, tal y como ha venido ocurriendo con la sociedad venezolana.
Agotada la fase de las promesas incumplidas y caídas las caretas, entonces se ven forzados a aparecer ante a la sociedad exhibiendo su verdadera condición; es decir su más completa esterilidad, inutilidad y mediocridad, pero ahora tratando de poner el acento en su naturaleza antisocial y antidemocrática (despótica).
En nuestro caso, el tránsito hacia el despotismo, la total esterilidad de la gestión gubernamental, y la destrucción de todo el tejido estructural de nuestra sociedad, comenzó con el intento del régimen chavista de establecer en Venezuela un orden social y político binario; esto es, escindido en dos agrupamientos sociales separados por barreras ideológicas y políticas infranqueables, sin vasos comunicantes entre ellos, los cuales se excluyen mutuamente y viven en permanente conflicto.
Las instituciones y otras instancias del Estado -lo que todavía de ellas queda en pie- no funcionan para todos los venezolanos, sino para proteger, y también para encubrir a una de las partes (el gobierno y el “pueblo chavista”) y para castigar a la otra (“los enemigos del pueblo”)»
La idea que guió todo ese designio perverso, fue el uso fascista del concepto “pueblo”, con el que se trató de construir un nosotros: “el pueblo chavista”, y un ellos: “los enemigos del pueblo”; a quienes había que perseguir, destruir y exterminar hasta la quinta generación. Es, a partir de la aplicación de esa concepción, que en nuestro país, las instituciones y otras instancias del Estado -lo que todavía de ellas queda en pie- no funcionan para todos los venezolanos, sino para proteger, y también para encubrir a una de las partes (el gobierno y el “pueblo chavista”) y para castigar a la otra (“los enemigos del pueblo”) representados en la oposición democrática, y por todos aquellos que de alguna forma se oponen o le hacen resistencia al régimen, autoritario, militarista, policial, implantado por la camarilla civil-militar que usurpa el poder político en Venezuela.
He allí la evidencia que deja suficientemente esclarecido el origen la raíz, de la siembra de odio que el país ha conocido bajo la dominación autoritaria del régimen chavista. Solo el cinismo y el descaro absoluto pueden explicar el hecho de que esta camarilla haya forzado la aprobación de un organismo parlamentario espurio y puesto en vigencia una ley contra el odio para aplicárselo unilateral, exclusiva y primitivamente a los dirigentes de la oposición democrática, cuando los verdaderos imputables por ese delito, han sido y son precisamente los principales integrantes de esa camarilla civil- militar, de todos conocida.
Después de eso, lo que vino seguidamente fue una mayor acentuación de la esterilidad y consecuente destrucción del país, con Chávez (el iniciador) y sin Chávez.
Veamos de manera esquemática y objetiva las formas concretas que asume este hecho:
La caída representa más de un 70 % de su capacidad. Igual cosa puede decirse de la actividad comercial, tanto del comercio interno como del externo»
En la economía
La caída catastrófica de la actividad petrolera: de la producción de petróleo y sus derivados (en particular la gasolina), del sector petroquímico, eje fundamental de la productividad, de las exportaciones y del ingreso rentístico. En la actualidad se estima una producción no mayor de 500 mil b/d, es decir, el equivalente a la producción de los primeros años de la década de los años 30 del siglo pasado, es decir que estaríamos hablando de una regresión de 90 años en términos concretos, en razón de lo cual, es decir, en las condiciones actuales, la principal industria del Estado venezolano, no genera aportes al fisco nacional.
Esta situación constituye la causa básica de la caída del PIB de los últimos 6 o 7 años, el cual, en el período 2013–2019-2020, no solo se contrajo en más de un 70%, sino que provocó la reducción de la economía nacional en aproximadamente un 86 % del tamaño que tenía antes de la llegada del chavismo al poder, que, como vemos, ha significado una auténtica tragedia nacional.
.- La debacle de la producción. Este punto está referido tanto a la producción agropecuaria, como a la producción industrial y manufacturera en general. En este caso, la caída representa más de un 70 % de su capacidad. Igual cosa puede decirse de la actividad comercial, tanto del comercio interno como del externo, es decir, de las exportaciones de bienes no petroleros, y de las importaciones, que en estos momentos han quedado reducidas a menos de 2.000 millones de dólares anuales, si consideramos que en el pasado superaban los 45, llegando a alcanzar los 60 mil millones de dólares.
.- La adopción del parasitismo rentístico petrolero como su modelo económico.
.- Un déficit fiscal crónico y prolongado, que al ser monetizado por el Banco Central, ha provocado una espiral hiperinflacionaria que ha hecho de la economía nacional una entidad cada vez más artificial rayana, ya no en lo irracional, sino en lo irreal.
La restauración y puesta en vigencia de la ideología militarista, según la cual el elemento militar reivindica un supuesto derecho al liderazgo político, que consideran inquebrantable»
En lo social
La situación existente en este ámbito, es, fundamentalmente, consecuencia directa de lo que ocurre en el plano de la economía nacional; particularmente si se consideran las nefastas incidencias que esa situación tiene sobre: 1- El empleo, los salarios y la seguridad social de los trabajadores y profesionales de ingreso fijo (maestros, profesores, médicos, personal de enfermería (que a diario deben enfrentar la muerte en las más precarias condiciones), y demás profesionales del sector público. 2-El incremento acelerado e indetenible de la pobreza (cada vez somos más pobres).
Según el Informe Encovi 2019-2020, registra los siguientes porcentajes: 96% de pobreza de ingreso; 79,3% de pobreza extrema de ingreso; 54% de pobreza reciente; 41% de pobreza crónica; 0,72 centavos de dólar de promedio diario; 79,3% no cubre la cuota básica de pobreza; 68% de los venezolanos consume menos de 2000 calorías diarias.
En lo político institucional
En este terreno, puede aseverarse -con las especificidades del caso- que el país ha retornado a las épocas más oscuras de nuestro pasado histórico republicano. De ahí que consideremos que no se incurre, ni en un error, ni en una exageración, sostener que el chavezmadurismo en el poder resume lo peor de ese pasado, y las pruebas están a la vista:
– La restauración y puesta en vigencia de la ideología militarista, según la cual el elemento militar reivindica un supuesto derecho al liderazgo político, que consideran inquebrantable y en el cual se apoyan para arrogarse arbitraria e inconstitucionalmente el papel de árbitros y guías del destino nacional. De ahí, el hecho consumado de haber convertido a la fuerza armada chavista (facha) en un actor deliberante de primerísimo orden y activamente participativo en la dirección política del país.
La hipertrofia de la corrupción (apropiación delictiva de los bienes del Estado) en el ejercicio del poder»
– El ejercicio autocrático (Cesarista, despótico) del poder político.
– La conversión de la Constitución y las leyes de la República en letra muerta.
– La conversión igualmente de los poderes e instituciones del Estado en meros instrumentos al servicio del poder despótico.
– El abuso de poder y el fraude electoral continuado e instituido como política de Estado.
– La pretensión de ejercer el poder a perpetuidad.
– La intencionalidad perversa de convertir la dinámica democrática de la sociedad (normal) en delito político. Los centenares de venezolanos que han sido detenidos e imputados por esta razón, muchos de los cuales –más de 400-permanecen encarcelados, es una buena muestra de ello.
– La persecución y la censura en contra de la prensa libre.
– El desprecio por la cultura y las instituciones que mejor la representan: las universidades venezolanas, nacionales, históricas.
– La hipertrofia de la corrupción (apropiación delictiva de los bienes del Estado) en el ejercicio del poder.
EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.