El máximo líder de la Cota 905 es un joven conocido como El Coqui. Todos, incluyendo a sus amigos y adversarios, lo llaman por su popular nombre, lo que le hace fácil la promoción si decida aspirar un cargo de alcalde o concejal en el Municipio Libertador
Félix B. Sucre
CNP 8,526
La ciudad de Caracas, Venezuela, ha sido sorprendida por las acciones del grupo que tiene a la Cota 905 como su centro de operaciones. Dispone de poderosas armas y el necesario pertrecho para defenderse de sus rivales, funcionarios civiles y militares del gobierno. Dicen que de aquí salieron muchas de esas armas que atemorizan a la población vecina de esta comunidad.
El máximo líder de la Cota 905 es un joven conocido como El Coqui. Todos, incluyendo a sus amigos y adversarios, lo llaman por su popular nombre, lo que le hace fácil la promoción si decida aspirar un cargo de alcalde o concejal en el Municipio Libertador.
O, tal vez, a través de una negociación con la Asamblea Nacional o con Miraflores, logre que la Alcaldía Mayor y el Cabildo Metropolitano entren en la contienda electoral, por lo que le quedaría muy bien la investidura de Alcalde Mayor.
Es posible que, ahora que los partidos de Casa Amarilla, al igual que el PSUV, lo postulen y sea el nuevo borgomaestre de la ciudad, para ser recibido con todos los honores en Miraflores, donde está Nicolás Maduro como un excelente anfitrión. Si no que lo diga Claudio Fermín, Bernabé Gutiérrez, Javier Bertucci o Henri Falcón, quienes, es posible, que sientan gusto regresar a la mesa, no de negociación y acuerdos, si es lo que piensa, amigo lector, sino a la que exhibe las comilonas, exquisiteces, vinos franceses, como le gustan a Delcy, o whisky de etiqueta, apto a los paladares de Bernabé Gutiérrez, Felipe Mujica y Javier Bertucci.
Todo eso debe ser del agrado del líder El Coqui, como es agradable sus actos de violencia de vez en cuando, donde se incluyen muertos. Policías y militares son los de su preferencia, siendo los del FAES su especialidad.
Sin embargo, de vez en cuando incluye a unos que otros del CICPC, para sacar de su zona de confort a su director Douglas Rico para que vaya a negociar con ellos, demostrando que en la Cota 905 está el nuevo centro de poder. Aunque el general de cuatro estrellas innecesarias, Padrino López, le venda otro cuento a Maduro quien, con seguridad, ya le ha pedido a los rusos o chinos que les preparen un sistema de seguridad más arrecho que el de Biden, lo que es mucho decir.
Sin embargo, mientras todo ocurre en la ciudad de Caracas, cuna del Libertador Simón Bolívar, Juan Guaidó le ha recordado a Maduro que le tiene miedo a El Coqui, lo que puede ser cierto o no. Eso no está en discusión; lo que pudiera estar en el filo de la navaja es el tiempo que le queda a cada uno de ellos si la violencia no cesa en Caracas.
De lo que sí estamos seguro es que El Coqui se mueve en Caracas con mucha facilidad, lo que no puede hacer Nicolás Maduro ni muchos de los altos directivos del PSUV. Al igual que miembros del alto mando militar y policial que, para más vaina, cargan el culillometro a millón, mientras que no pueden ver a los viejitos, estudiantes, trabajadores, a las amas de casa protestando por sus derechos, ya que de inmediato lanzan a las calles a colectivos, milicianos, policías y militares para que disuelvan o atropellen a los que protestan. A veces también los asesinan.
En el otro extremo se ubican los que desde programas de televisión que no pagan, acusan a los periodistas de palangristas, cuando todos sabemos que en Venezuela militar, en muchos casos. Son sinónimos de contrabandistas y mucho más, con lo que dejan a El Coqui como un niño de pecho que tiene que cometer travesuras para que lo puedan escuchar en esta selva de concreto, minada de barrios verticales par el control social.
¿Qué hacer ahora? Es la pregunta que nos formulamos los ciudadanos que no estamos con la revolución, con la oposición de Casa Amarilla alcahuetera ni con el Amplio Frente Venezuela, sino que nos empeñamos en seguir actuando como los reporteros de antes, en procura del tubazo, esa primicia que permitía luego beber cerveza a gusto. Era en la otra Venezuela, donde ñangaras, adecos, copeyana, urredistas y el portugués éramos los mismos hasta en la hora de pagar la cuenta. Por esos lares no estaba El Coqui.
algrano.fs@gmail.com