Por «dequeísmo» se entiende la utilización incorrecta y persistente de la preposición «de» delante de la conjunción «que» cuando no es procedente. Esta tendencia se advierte con frecuencia en personas que no se han acercado a la pauta de la utilización adecuada de este recurso expresivo
Gustavo Luis Carrera
En las particularidades en el habla y en la escritura se hace diferencia entre los modismos léxicos y los errores gramaticales. Los modismos llenan una función comunicativa referida al lugar donde se emplean y funcionan. Los errores en el hablar o en el escribir son chocantes y representan desconocimiento del uso correcto. Frecuente es la duda en el uso del «de que». Es oportuno aproximarse al caso.
EL «DEQUEÍSMO». Por «dequeísmo» se entiende la utilización incorrecta y persistente de la preposición «de» delante de la conjunción «que» cuando no es procedente. Esta tendencia se advierte con frecuencia en personas que no se han acercado a la pauta de la utilización adecuada de este recurso expresivo. El diccionario es tajante al respecto: «Dequeísmo: Uso incorrecto de la locución «de que» cuando el régimen verbal no admite la preposición «de». Con lo cual se está señalando que el verbo es determinante para el caso: hay verbos que implican el uso del «de que» (por ejemplo los verbos pronominales o reflexivos, como «ocuparse», «alegrarse», etc.; que hacen: «ocuparse de que sea así», «alegrarse de que estés bien»); así como hay verbos que no lo justifican («es seguro que vendrá», «parece natural que así sea»). Puede considerarse que el resto viene de la práctica. Pero, sigamos adelante.
EL «QUEÍSMO». El «queísmo» es el otro extremo: empeñarse en la ausencia del «de que» y en su sustitución, directa y simplemente, por un «que» solitario, que no se justifica, provocando una chocante incorreción. Por ejemplo, en las formas inapropiadas de: «me olvidé que debía llamarte», «lo convencí que viniera» (cuando lo correcto es: «me olvidé de que debía llamarte», «lo convencí de que viniera»), y así. Tan inaceptable es un extremo como el otro. Si el «dequeísmo» desagrada por exceso, el «queísmo lo hace por carencia; ambos errores deben subsanarse.
EMPLEO CORRECTO DEL «DE QUE». En primer lugar, tomar en cuenta que hay verbos para los cuales rige la preposición «de»: «Él habla de que hizo tal cosa»; y otros que no la requieren: «Él cuenta que eso le sucedió». / Luego, considerar que con los verbos pronominales o reflexivos (la acción recae sobre el propio sujeto: acordarse, levantarse, etc.) se utiliza la locución «de que»: «me acordé de que tú venías», «me levanté antes de que fueran las siete». / Hay verbos que exigen el empleo de la preposición «en» y no «de»: «insisto en que leas esto». / Hay expresiones que ya incluyen el «de que»: «me doy cuenta de que es así», «no me cabe duda de que estoy en lo cierto». / En las locuciones verbales «haber duda», «darse cuenta», «a pesar de», «a fin de», es procedente incluir el «de que»: «no tengo duda de que esto es natural», «ahora me doy cuenta de que es difícil», «a pesar de que no lo sabía», «a fin de que lo aprenda». / Con el verbo «estar» hay locuciones hechas que forzosamente requieren el «de que»: «estoy convencido de que así dijo», «estamos seguros de que lo hicimos», «están en sospechas de que no llegaron». / Otros casos de indudable uso del «de que» surgen constantemente: «antes de que lo digas», «después de que lo leas», «con tal de que lo pienses», «me quedo con la duda de que sea fácil». / Se ha señalado que una forma práctica de aclarar si se debe usar la locución «de que» es la de convertir la idea en una interrogación y si la pregunta debe llevar delante la preposición «de», entonces hay que mantenerla: «¿De qué te extrañas?», «Me extraño de que no quieras saber»; «¿De qué dudas?», «Dudo de que no entiendas»; «¿De qué te asombras?», «Me asombro de que puedas olvidarlo».
¿Lo demás es práctica? Sí. Y dicen que la mejor manera de aprender a escribir -y a hablar, agregamos nosotros- es leer. Por algo lo dirán.
VÁLVULA: «La corrección en el uso del «de que» es cuestión de que quien lo incorpora esté pendiente de que su empleo sea correcto, a fin de que pueda utilizarlo en función de que sea necesario. Como se ve en lo anterior, su uso es indispensable. Sólo que hay que saber cómo emplearlo; para lo cual La Razón ofrece la presente orientación, con la esperanza de que sea útil al lector».
EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.