Algunas voces intentaron desafiar la tiranía cultural de la izquierda. Venezolanos como Carlos Rangel, Sofía Imber, Renny Ottolina por nombrar unos pocos fueron vistos como parias en su propia tierra, aislados por el cretinismo político de la cultura del estado de partidos
Humberto González Briceño
El daño que el chavismo le ha hecho a Venezuela es tan grande que ha logrado el milagro de provocar el surgimiento de un amplio sentimiento en los venezolanos a favor de las ideas de “derecha.” Venezuela ha sido un país sometido a la tiranía cultural de la llamada “izquierda” cuyas ideas de un estado benefactor y clientelar se impusieron a través de políticos, historiadores e intelectuales.
Las ideas políticas dominantes se apoyaban en promesas de igualdad y de una justicia social que demonizaba a los ricos para arrebatarle sus riquezas y entregárselas a los pobres mediante políticas perniciosas de redistribución. En lugar de promover el trabajo y la creación de riqueza el énfasis del discurso político siempre estuvo hacia la izquierda prometiendo quitarles a unos para darle a otros.
Esto creó toda una ideología proteccionista, paternalista y sobre todo clientelar que trascendía a los partidos políticos. Todos querían ser los más dadivosos para darle al pueblo lo que el pueblo merecía y este no podría ser otro ángulo que el de la izquierda o a lo sumo la centro izquierda. Apostar al otro extremo político era un suicidio político y electoral porque equivalía a enarbolar banderas previamente satanizadas e impopulares.
La izquierda marxista fue muy hábil y exitosa a la hora de etiquetar a cualquiera de sus adversarios como de derecha o de extrema derecha. Aún hoy el PSUV chavista lo hace. Es una táctica que produce dividendos en una Venezuela donde la psiquis colectiva abrazaba las denominaciones de izquierda, centro izquierda, socialista o socialdemócrata al tiempo que miraba con desprecio a cualquiera que se pareciera a la oprobiosa derecha.
Pero aunque la denominación izquierda-derecha permite una rápida ubicación en el campo político es insuficiente para explicar la esencia de una posición política o ideológica. Para empezar no se puede hablar de izquierda y derecha como si se tratase de dos bloques homogéneos históricamente enfrentados según cuenta la épica marxista. En realidad debajo de esos rótulos hay modulaciones y morfologías muy profundas que al examinarlas nos muestran varios tipos de izquierdas y de derechas más allá de la simplificación de estar en un lado o en el otro.
Por ejemplo el filósofo español Gustavo Bueno en su libro el Mito de la Derecha propone examinar las morfologías de las derechas más allá de sus características sociológicas y culturales o de su posición frente a la economía política. Bueno logra identificar etic (desde la perspectiva del que está afuera) diferentes modulaciones de la derecha tales como la derecha definida, la derecha indefinida, la derecha alineada, la derecha no alineada, la derecha socialista, la derecha liberal, etc.
Es pertinente estudiar la tipología de la derecha que nos ofrece Gustavo Bueno porque nos obliga a revisar en detalle los elementos de esas posiciones políticas más allá de la simple etiqueta que de por sí podría ser muy engañosa.
Sin embargo, no deja de tener importancia la posición emic (desde la perspectiva del propio sujeto) de grupos e individuos que se consideran a sí mismos como de derecha en Venezuela en contraposición a quienes son identificados como de “izquierda” cuya morfología también habría que estudiar para comprender que no hay una sino varios tipos de izquierdas.
Durante muchos años el campo político y electoral en Venezuela estuvo dominado por la denominada izquierda o centro izquierda. Era imposible articular una política desde la derecha cuando el discurso oficial dictado desde las universidades y los medios de comunicación idealizaban lo popular asociándolo a la redención social propia del discurso progresista.. Desde el punto de vista de las políticas del estado esto tuvo su expresión política más acabada en la constitución de 1961 al consagrar el llamado “estado democrático y social de derecho” que es la forma más exquisita de llamar al vulgar estado clientelar de partidos. Esa ideología de izquierda permeó la constitución de 1961 al establecer una larga lista de derechos sobre todo económicos y sociales que le daban sustento al estado paternalista y encontraba su expresión económica en el capitalismo de estado, en nombre del cual los partidos tomaron por asalto la hacienda pública.
Sin asumirse abiertamente como de derecha algunas voces intentaron, sin mayor éxito, desafiar la tiranía cultural de la izquierda. Venezolanos como Carlos Rangel, Sofía Imber, Renny Ottolina por nombrar unos pocos fueron vistos como verdaderas rara avis o mejor dicho parias en su propia tierra, aislados por el cretinismo político de la cultura del estado de partidos.
Era impensable en los 60, 70, 80 y 90 entrar a las universidades o los gremios con un discurso de derecha. El solo intento podría terminar en un linchamiento físico. Hoy día el chavismo ha logrado que muchos venezolanos se definan como de derecha en repudio al régimen chavista y su falsa oposición que orgullosamente se autodefinen como de izquierda.
La búsqueda por un nuevo referente político frente al chavismo y su falsa oposición ha llevado a miles de venezolanos a hurgar en la historia el legado de aquellos que en su momento fueron percibidos como conservadores o de derecha. Es impresionante la cantidad de materiales que se pueden conseguir hoy que aportan elementos para reexaminar la obra y el pensamiento de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Conteras, Marcos Pérez Jiménez, Laureano Vallenilla Lanz, Arturo Uslar Pietri y otros. Es innegable el aumento del interés por reestudiar el relato nacional desde otras coordenadas distintas a la versión ideológica y sesgada de historiadores marxistas.
La afiliación a la denominación de “derecha” requiere de una elaboración política y teórica más precisa para establecer la morfología o los elementos esenciales de esa posición política e ideológica. ¿Ser de derecha con respecto a qué? ¿Cuál es la teoría del estado de esa derecha? ¿En qué medida el estado ejercita su rol en la economía? ¿Cuál es su posición frente a la familia y la nación política? Hay que responder estas preguntas entre otras para comenzar a construir las bases de una derecha definida por lo político y no por lo sociológico o lo cultural.
Lo novedoso y lo relevante es que por primera vez en la historia de Venezuela, gracias al fracaso del modelo de estado de partidos y del capitalismo de estado auspiciado por el régimen chavista y su falsa oposición, hay un campo fértil que bien puede ser reclamado por una derecha política, conservadora y nacionalista cuyo norte sea la refundación del estado como una república de ciudadanos libres y la defensa de la integridad de la nación venezolana. En todo caso, hay que dotar de contenido político y filosófico a ese sentimiento de ser de “derecha” que hoy recorre toda Venezuela para disputarle el poder a la izquierda en todas sus variedades.-
EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.