Debo agradecerles a quienes me acompañan en esta tarea común, por la gran oportunidad de tratar de ensayar algo distinto de lo hecho hasta ahora en relación a las votaciones de noviembre venidero
Luis Fuenmayor Toro
He estado muy ocupado estos últimos días, razón por la cual se ha hecho un poco difícil escribir mis artículos de fin de semana. He tenido que escribir varias otras cosas, para distintos grupos de discusión en los que me encuentro. Paradójicamente. Esta ocupación me ayuda hoy a cumplir con los medios impresos y los portales que usualmente publican mis colaboraciones, pues puedo simplemente contarles algunas de las experiencias tenidas con la política del Voto Ciudadano Inteligente, que un grupo de venezolanos apartidistas, luchadores sociales y políticos, siempre preocupados por la nación venezolana, sin intereses particulares malsanos, se han propuesto llevar adelante.
Creamos hace poco más de una semana el “Grupo de Reflexión y Opinión Voto Ciudadano Inteligente”, y particularmente estoy contento de la receptividad que ha tenido en la opinión pública o por lo menos en la de las redes. La primera cosa a señalar es que ha habido debate a favor y contra nuestras actividades y nuestra proposición central. Incluso hasta hemos recibido algunos insultos y descalificaciones. Alguien en el pasado me dijo: “No importa si la gente habla bien o mal de alguien, lo que importa es que hablen”. Y eso es una gran verdad. Mientras hablen, nuestra iniciativa significa algo. Si no tuviera ninguna importancia, ningún significado, no se molestarían en tratar de descalificarla.
Hasta el nombre ha dado motivos para el debate, pues la palabra inteligente siempre llama mucho la atención, en una sociedad que se comporta a menudo de forma poco inteligente. Y eso no significa que la gente sea bruta, sino que no siempre pone a funcionar esos miles de millones de neuronas que tienen en sus cerebros. Cuando decimos voto inteligente nos referimos al acto de votar y no necesariamente al votante como un todo. Uno puede ser muy inteligente y no necesariamente actuar siempre de forma inteligente. Es más, me atrevería a decir que este tipo de situaciones son más comunes de lo que se piensa. Nuestra conducta cotidiana, muchas veces no está dictada por un pensamiento inteligente; dependemos mucho de reflejos, prejuicios, costumbres, en nuestro diario quehacer.
Pero en todo caso, aunque mi explicación no convenza a algunos, el hecho de estar pendientes de la frase Voto Ciudadano Inteligente, ya es un gran éxito para quienes asumimos esta denominación. Nombre, además, según lo explicó claramente Jesús Chuo Torrealba en su programa radial, usado en buena parte del mundo y que pudiera haber tenido su origen en las actividades de la oposición rusa a Putin. No fuimos entonces nosotros los primeros en hacerlo, a lo mejor tampoco fueron los rusos, lo cual nos da por supuesto mayor tranquilidad, pues ya otros seres de nuestra misma especie, tanto humana como política, lo hicieron, lo experimentaron y lo terminaron estableciendo. Lo que significa que debe haberles servido a sus propósitos y les fue útil.
Pues el grupo ha ido actuando, con sus contradicciones y vaivenes y nos ha permitido reencontrarnos con amigos, compañeros y camaradas (ya va a decir algún lector que se me salió el comunista que tengo por dentro), y conversar, intercambiar, discutir, enfrentar ideas y argumentos, poner a prueba nuestro pluralismo y nuestra tolerancia, siempre exigidos a otros, pero poco practicado por los más exigentes. Nada más agradable que enfrentar las divergencias. Reforzar el concepto de que somos diversos físicamente y mentalmente, pero reforzar también nuestra unidad como seres humanos y volver a percatarnos de aquello de la unidad dentro de la diversidad.
Debo agradecerles a quienes me acompañan en esta tarea común, por la gran oportunidad de tratar de ensayar algo distinto de lo hecho hasta ahora en relación a las votaciones de noviembre venidero. Hacer, crear, construir, son actividades humanas muy gratificantes. Lo vemos en los pintores, escultores, músicos, poetas, novelistas, que, aunque no consigan el sustento diario, siguen creando arte y literatura. Pero también en los carpinteros, costureras, cocineros, agricultores, criadores de animales. Y en arquitectos e ingenieros y muchos otros profesionales. Y la política no podía estar al margen de esta caracterización general; en ella también hay construcción permanente y se generan grandes satisfacciones, que como en muchos de nosotros crean una agradable adicción para toda la vida.
@LFuenmayorToro
EL AUTOR es médico-cirujano, Ph. D., profesor titular y exrector de la UCV, investigador en neuroquímica, neurofisiología, educación universitaria, ciencia y tecnología. Luchador político