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Las relaciones políticas y, en alguna medida, las sociales, entre Venezuela y Colombia se mantienen totalmente alteradas, no, así, las relaciones comerciales, las cuales han seguido su ritmo casi normal, sobre todo, en las entidades fronterizas colombo-venezolanas, tan, es, así, que el signo monetario que circula en los estados Apure, Táchira y parte de Barinas, es el peso colombiano.
Absalón Méndez Cegarra
Las relaciones sociales entre los habitantes de la frontera no se han resentido de igual forma que en los restantes Departamentos de Colombia y sus principales ciudades, debido a que los límites entre los países son puntos y rayas, como bien lo señalara el gran poeta venezolano Aquiles Nazoa, de manera que para el hombre y mujer dichos límites son indiferentes, son ficticios. Las fronteras las hace y deshace la gente, la población que ocupa el territorio.
Venezuela, como sabemos, fue, hasta hace poco, un país receptor de población; pero, en los últimos años, las cosas han cambiado y, ahora, somos expulsores, exportadores de población. Y, la población que expulsamos, en un alto porcentaje, la integra personas de bajos ingresos económicos, por lo que al igual que en el pasado reciente colombiano, nos ha tocado que exportar miseria, pobreza y, es natural que esa pobreza se sume a la pobreza nativa, lo cual potencia los problemas sociales y la conflictividad entre los pobladores.
El diario El Espectador, de Colombia, publicó en su edición del 10 de septiembre del corriente año, una amplia entrevista – reportaje, hecha al director del DANE, señor Juan Daniel Oviedo. El DANE es el equivalente al Instituto Nacional de Estadística (INE) nuestro.
Cuatro fuentes de información muy importantes se citan en la entrevista en referencia, a saber: 1. La Encuesta de Calidad de Vida; 2. El Índice Nacional de Pobreza Multidimensional; 3. La Gran Encuesta Integrada de Hogares; y, 4. El Informe de Población Migrante Venezolana con Enfoque de Género.
Las distintas fuentes de información revelan la existencia de un grave problema social que se manifiesta en la casi masiva emigración de venezolanos hacia Colombia en situación de pobreza, para vivir en dicho país en peores condiciones que las existentes en su tierra natal, compitiendo con los colombianos pobres por empleo, alimentación, vivienda, servicios de salud y servicios de educación, entre otros.
Para el año 2020, la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), reveló la existencia de 2, 26 millones de migrantes venezolanos en Colombia. De ese total, 50,2% corresponde a mujeres y 49,8%, a hombres. Emigran de Venezuela más mujeres que hombres.
El Índice de Pobreza Multidimensional es una contribución importante de Colombia para la medición de la pobreza, se asimila a otros índices creados en otras latitudes, tal es el caso del Índice de Vida Saludable y Bien Vivida (IVSBV) de Ecuador, Índice de Condiciones de Vida, Venezuela e, inclusive, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), para solo citar algunos grandes Índices desarrollados para medir el bienestar de los pueblos del mundo.
El Índice de Pobreza Multidimensional lo define el director del DANE, “como una medición que se hace teniendo en cuenta las carencias de los hogares en cinco dimensiones claves: educación, salud, trabajo, bienestar de la niñez y condiciones físicas de la vivienda. La pobreza monetaria se basa en medir el ingreso por persona. El DANE emplea las dos metodologías para analizar la pobreza en el país. Y en el caso de la población migrante, ambos rubros se deterioraron más en 2020”
Las cifras revelan un gran empobrecimiento de la población venezolana que ha cruzado la frontera colombiana. La pobreza en el país vecino ha golpeado fuertemente a los hogares con migrantes venezolanos. “44 personas de cada cien que forman parte de un hogar en donde hay al menos un migrante venezolano vive en situación de pobreza multidimensional”. Es decir, que las condiciones de vida de buena parte de los venezolanos en Colombia, presenta índices desfavorables en cuanto acceso a la educación, servicios de atención médica, situación de la niñez, acceso a vivienda cómoda e higiénica, acceso a empleos formales y dificultades para obtener sus medios económicos de vida. Y, algo, no sorprendente, pero, preocupante, la pobreza venezolana en Colombia, sigue teniendo rostro femenino.
La emigración venezolana está cambiando significativamente la demografía del país vecino, para mal y para bien, como lo veremos de seguidas.
Para mal, porque la exportación de población, en su mayoría, no es de la mejor calidad en cuanto a formación ocupacional y condiciones de vida, por lo que Colombia ha visto aumentar el desempleo, la informalidad laboral, la mendicidad y una mayor demanda de servicios de atención médica y servicios educativos, amén de problemas de inseguridad ciudadana. Y, para bien, porque un pequeño sector de emigrantes venezolanos es portador de capital social, de conocimientos avanzados, de profesionalismo, de dominio en ocupaciones u oficios diversos, lo cual contribuye enormemente al desarrollo nacional.
Vista la situación de la emigración venezolana hacia Colombia de manera global, lo que aportan unos y otros, como bien lo reconoce el director del DANE, el balance podría ser favorable a Colombia “La migración tiene un potencial positivo muy grande, es un bono demográfico clave…De hecho, 8,5 nacimientos que ocurrieron en Colombia en 2020 fueron de madres venezolanas en el país. Si ellas no hubiesen tenido hijos, la caída de natalidad habría sido abismal, eso lo amortiguaron ellas. Por eso es necesario atender a esta población en su calidad de vida, lo que genera unos rendimientos a mediano y largo plazo”.
Venezuela, ha perdido la gran oportunidad de disfrutar y potenciar su bono demográfico e, igualmente, la tasa de remplazo poblacional. Venezuela, dentro de poco, si no lo es ya, será un país pobre y envejecido lo que dificultará su reconstrucción en pro del desarrollo nacional.
@absalonmendez1
