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La contra reforma de la seguridad social latinoamericana I Opinión I Absalón Méndez Cegarra

Los males de la seguridad social son solucionables si le bajamos la temperatura a la ideologización-politización de los cambios.

Absalón Méndez Cegarra

En la década de los años 80 del siglo pasado se inició en América Latina y otras partes del mundo un fuerte cuestionamiento a las instituciones de seguridad social, las cuales habían nacido al calor del Estado del Bienestar, surgido del proceso de emulación entre el capitalismo consolidado y el naciente socialismo en crecimiento, en el lapso comprendido entre la primera y la segunda guerra mundial.

Las formas de protección social han sido ideadas por el ser humano desde siempre y ellas están motivadas por diversos sentimientos humanos.  La seguridad social, como se le concibe hoy, es una de ellas, tiene su punto de partida formal y técnica, mediante la creación de los seguros sociales, orientados, en un principio, a proteger a un sector de población, obreros y trabajadores formales, ante contingencias y riesgos claramente determinados. Los seguros sociales, iniciados en Alemania, hacia los años 1880, se fueron expandiendo por el mundo entero, sobre todo a partir del nacimiento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el año 1919. En el año 1948, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declara que la seguridad social es un derecho de toda persona (artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos) y en el año 1952, la OIT, aprueba el Convenio 102 (Norma Mínima de Seguridad Social), el cual estatuye el mínimo indisponible en materia de protección que debe establecerse en los países miembros, siempre y cuando, dicho Convenio sea suscrito y ratificado por dichos países miembros. Esta es la base de la seguridad social actual, punto de partida para la instauración de los sistemas y regímenes de seguridad social de nuestros días.

A partir de la finalización de la segunda guerra mundial y nacimiento de la guerra fría, el Estado del Bienestar, Estado interventor, garante de prestaciones sociales a la población mediante formas organizadas de protección social, tal es el caso de los seguros sociales y de la seguridad social, se fue debilitando progresivamente por distintos factores. Reviven las concepciones liberales que plantean el reduccionismo de la intervención del Estado a favor de una mayor presencia del mercado y la libertad individual, lo que encuentra eco en la institucionalidad de la seguridad social, ahora, concebida como derecho humano y social fundamental.

La seguridad social como modalidad de protección social comienza a ser atacada fieramente por todas partes con la poderosa ayuda de los organismos financieros internacionales, los cuales condicionan la asistencia y ayuda financiera a los países, Estados, en situación de déficit fiscal, al sometimiento de programas de ajuste, que incluyen, como parte esencial, lo relacionado con la seguridad social, a la cual se le hace responsable o causante de casi todos los males económicos, financieros y sociales.

Surge, así, en América Latina, el tema de la reforma de la seguridad social. Chile, el país austral, formula el planteamiento fundamental, el cual irradia a la totalidad de las naciones latinoamericanas y caribeñas, con alcances en otras naciones del mundo.

El doctor Carmelo Mesa-Lago distingue en el proceso de reforma de la seguridad social tres modelos: sustitutivo, paralelo y mixto. El sustitutivo, deja en manos del mercado la protección social de la población, Chile, a la cabeza. El paralelo, mantiene por carriles diferentes, las formas públicas y privadas de protección social. Y, finalmente, la mixtura, combina las formas o modelos anteriores.

Esta reforma de la seguridad social, con sus virtudes y defectos, muchos de ellos hechos saber en su momento, pero, ignorados por los factores reales de poder, no ha logrado superar las fallas y males que se le atribuían,  en su oportunidad,  a la seguridad social, al contrario, en algunos casos,  los han fortalecido y potenciado, lo que ha dado lugar al nacimiento de lo que conocemos como la contra reforma de la seguridad social, proceso orientado a revisar los objetivos, propósito, organización, funcionamiento y resultados de la reforma de la seguridad social.

La primavera socialista que comienza a instaurarse en América Latina y el Caribe, con gobiernos supuestamente de izquierda, sin saber izquierda de quién, de quiénes o de qué cosa, ha tomado, al igual que lo hizo el mercado  a finales del siglo pasado, a la seguridad social como bandera, con un discurso extremadamente simplista, carente de sustentación teórica y técnica, enfatizando sobre los resultados visibles  de la reforma de la seguridad social  sin avanzar en sus profundidades, lo que garantiza un verdadero desastre en materia de protección social . Montar o desmontar un sistema o régimen de seguridad social es algo extremadamente complejo, no es un juego de niños. Lo ocurrido con la reforma de la seguridad social estaba a la vista. Se hizo un diagnóstico equivocado y sobre la base de ese diagnóstico se definió el cambio. Se pasó de una concepción publicista, estatista de la seguridad social a una concepción privatista y mercantilista de la seguridad social, bajo una falsa apreciación del principio de eficiencia, el cual debe reinar en cualquier actividad bien sea esta pública o privada, en términos de gestión. Tan ineficiente ha sido el Estado en la administración de la cosa pública, en este caso, la seguridad social, como el mercado, en igual campo.

No hay duda alguna que las instituciones de seguridad social en el mundo deben ser revisadas permanentemente porque han  habido importantes cambios demográficos, financieros, económicos, laborales, empresariales, políticos y sociales; pero, la revisión debe ser hecha para perfeccionarlas  y  para consolidar a la seguridad social como derecho humano, empoderar a la población sobre su defensa, no para debilitarla y hacer desaparecer la base de sustentación solidaria y de fraternidad de todos los seres humanos.

Ojalá la oferta de los nuevos gobiernos de Chile y, posiblemente, de Colombia, de cambiar el rumbo de sus sistemas de seguridad social, no resulten, por ignorancia, en un desastre previsional de incalculables consecuencias. Los males de la seguridad social son solucionables si le bajamos la temperatura a la ideologización-politización de los cambios.

@absalonmendez1

EL AUTOR es abogado y licenciado en trabajo social. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. MSc en Administración Privada, doctor en Ciencias Sociales. Ha participado en la redacción de la Ley Orgánica del Sistema de los Seguros Sociales, Ley de Vivienda y Hábitat, Ley del Régimen Prestacional de Salud, Ley del Régimen Prestacional de Empleo, entre otras.

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