La realidad, más que una dimensión objetiva, materialmente palpable y conceptualmente definible, es un supuesto afirmativo. Es decir, un hecho dado por seguro, ya que así lo establecen nuestros sentidos.
Gustavo Luis Carrera LETRAS AL MARGEN
[El diálogo es la forma propicia de auspiciar el análisis relativista y controvertido de las ideas y de las creencias, que son las dos formas de saber: el concepto y la fe. «Creo lo que hago, y hago lo que creo», es el lema funcional de los pragmáticos. Y someter a la exploración dialogal los principios aparentemente indiscutibles y fundados en la lógica, es la manera más expedita de develar su condición dialéctica, debatible, que hace aflorar el hecho de que toda unidad conceptual presupone la síntesis de una afirmación y de una negación]. [Aprovechemos que Ego y Alius son dialogantes natos].
Ego: -Siempre me baso en la realidad; no creo en suposiciones. / Alius: – ¿A qué realidad te refieres? / E: -¿Cómo? ¿Y hay más de una realidad? No me digas que llevas a ese extremo tu relativismo. / A: – Si vamos a lo concreto, en efecto, son varias. En primer lugar hay una realidad compartida: la que vemos, junto con los demás. Esa realidad la sentimos, la tocamos, la entendemos; y hasta comentamos sus formas y su sentido. Determinamos que estamos en lo cierto, y que las otras personas así lo ratifican. ¿No es lo que tú percibes habitualmente? / E: -Es verdad. Pero, no sé hacia dónde te diriges después de ese comienzo. / A: -Espérate, y verás. Esa primera es la que podríamos llamar la realidad práctica, inmediata, supuestamente palpable. Pero, hay una realidad soterrada, que ignoramos, que permanece en el misterio, o que, simplemente, estamos en la imposibilidad de traducirla a palabras. Es lo más profundo de nosotros mismos; y es lo mágico, presente en las cosas inexplicables. Sin embargo, sabemos que esa dimensión desconocida, o intraducible, está allí, nos acompaña junto a lo que vemos y palpamos. ¿No percibes la existencia de ese otro espacio incógnito? / E: -Ya veo hacia dónde derivas. Pero, te observo, mi querido Alter, que esta que tú presentas como una segunda realidad se sitúa en el mismo lugar que la primera: la percepción de una misma persona. / A: -Justamente. A eso voy. Lo que quiero es relativizar tu seguridad cuando hablas de una realidad fija y determinada. Esta segunda realidad puede estar en tu pensamiento, y sobre todo en tu experiencia; pero, es eso: otra realidad. Y su existencia es paralela a la que percibimos como realidad evidente, la de las cosas que vemos, que palpamos, que sentimos. / E: -Pero, son dos perspectivas de asimilación de un mismo objeto, de un mismo estímulo. Creo que esto no tiene discusión. / A: -Llámalas como tú quieras; pero son dos dimensiones de lo que denominamos la realidad. Ahora, veamos una tercera opción: una realidad amarga, que se corresponde con el negativismo, con la visión pesimista, que todo lo juzga deprimente. Y la contraria, que es la cuarta posibilidad: la realidad edulcorada, del optimista, que sólo ve el lado bueno de las cosas. / E: -Detente ahí, Alter. Creo que vas muy rápido. Esas son visiones subjetivas de la realidad, que sigue siendo una misma, enfocada desde distintos ángulos. / A: -Pero, ¿ese enfoque no determina, para cada posición, su realidad, la que cada uno tiene por auténtica? / E: -En cierto modo sí. Pero, eso sería una absoluta subjetivación de la realidad. Algo así como la posición de los solipsistas. / A: -Justamente. Ahí es adonde quiero llegar: Quizás el solipsismo exagera al afirmar que sólo estamos seguros de nuestra propia existencia, y que todo lo que percibimos es inseguro de que exista, pues resultan de nuestra percepción subjetivada, que puede equivocarse. Pero, lo que sí se revela es que la realidad que percibimos es particular, resulta del modo de captación de cada uno. / E: -Amigo mío, por ese camino se termina afirmando que lo que consideramos la realidad es nuestra realidad. Es decir, que la realidad es una percepción subjetiva. / A: -¡Por eso me gusta conversar contigo! «A buen entendedor, pocas palabras», apunta el dicho popular. Has captado la conclusión a la cual yo quería llegar: hay tantas realidades como personas que la capten. Cada una tiene el dominio de su realidad, de su visión de lo que se llama la realidad. / E: -O sea que no hay una realidad única, universal, válida para todos; sólo hay percepciones personales de la realidad. Lo entiendo. Y creo que es un enfoque de total validez. / A: -¡No sólo válido, sino justo y verdadero! Amigo mío, mi querido Ego, creo que con esto hemos logrado un productivo y aleccionador motivo de reflexión. ¡Nada puede ser más satisfactorio para nosotros que estimular el análisis que nutre el entendimiento!
VÁLVULA: «La realidad, más que una dimensión objetiva, materialmente palpable y conceptualmente definible, es un supuesto afirmativo. Es decir, un hecho dado por seguro, ya que así lo establecen nuestros sentidos. Pero, bien sabemos que no percibimos todos la realidad de la misma manera; de lo cual tenemos pruebas cada día. Además entran en juego los enfoques propios de cada época y de cada cultura. Al final, fuerza es aceptar que no hay una sola realidad, sino realidades subjetivadas.
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