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Diálogo: Sobre la real libertad I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

Andrés Bello advertía que la sociedad impone, por fuerza, límites estrictos a la libertad esencial. En el caso de Bello como en el Bolívar, la libertad se define por la negación de su opuesto: fuera de la sociedad, es posible ser libre.

Gustavo Luis Carrera                     

      Hemos señalado que el diálogo es, por esencia, el sistema ideal para el examen de las ideas y su confrontación indagadora. Cada opinión conduce a una derivación temática o a una revisión de criterios; lo cual, sin duda, enriquece críticamente cualquier exploración en profundidad. Seguramente por esa razón básica es un procedimiento expositivo de las ideas que se ha utilizado desde la mayor antigüedad. Seguiremos en pos del estimulante debate de nuestros eternos discutidores: Alius y Ego.

      Alius: -Si hay un tema eterno y universal es el de la libertad. Pero, te digo de una vez, amigo mío, que es asunto de máxima complejidad, si le llegas con espíritu analítico y sobre todo con sinceridad crítica. Habría que comenzar por preguntarse qué es la libertad. / Ego: -Caramba, Alius, me estás lanzando, así, de pronto, un reto absoluto. Si pretendes que proponga una definición de la libertad, creo que estás empezando por lo que debería ser el final de una honda reflexión. Pienso que es más lógico comenzar por considerar cuáles son los límites de lo que llamamos libertad. Y de una vez te digo que mi libertad llega hasta donde comienza la tuya. Es decir, que el ámbito libre del individuo abarca hasta la frontera del territorio propio de los demás. Ese límite determina la libertad personal. / Alius: -Pero, es que fíjate en que esa libertad personal, como tú la llamas, está absolutamente restringida socialmente; debemos someternos a normas, leyes, códigos, que establecen lo que puede hacerse y lo que no. Entonces, ¿dónde queda la libertad? / Ego: -Entiendo a qué te refieres. No niego que la libertad es un principio, una idea. / Alius: -Por cierto, un principio, como tú dices, por el cual han combatido y hasta dado la vida tantas personas a través de todos los tiempos, que creo que no hay otro valor que lo iguale en ese sentido. Por la libertad han luchado las personas y han luchado los pueblos. Y como decía Cervantes, por ella se sacrifica todo, inclusive la vida. Es una motivación universal. / Ego: -Así es. Muchos pensadores y personajes ilustres nos han dejado su visión al respecto. Andrés Bello decía  que la libertad se halla en el campo; sin duda advirtiendo que la sociedad impone, por fuerza, límites estrictos a la libertad esencial.  / Alius -Evidentemente esa es la reflexión: la libertad es un bien que se disfruta a solas, no en la comunidad. Fíjate que cuando Simón Bolívar afirma que no hay mayor título humano que el de Libertador, se refiere a quien gesta la libertad de pueblos, propiciando su salida de la dependencia de una metrópoli. Es decir, que tanto en el caso de Bello como en el Bolívar, la libertad se define por la negación de su opuesto: fuera de la sociedad, es posible ser libre; independizado del dominio extranjero, un pueblo puede ser libre. Pero, bien sabemos que el ser humano no es capaz de     subsistir fuera del grupo social; y que la independencia no es garantía de que un pueblo se beneficie de la libertad. / Ego: -Es decir, que la libertad plena es una idea, un concepto de suyo relativo, siempre supeditado a una inevitable restricción. O sea una entelequia. Habrá que aceptar, entonces, que la libertad es un objetivo inalcanzable. ¡Pero, me parece imposible que tantos pensadores que auspician la libertad como un bien supremo no lo hayan advertido! Lo único que falta es que se hable de distintos grados de libertad, / Alius: -¡Justamente! Es así. No digo que la libertad no existe, sólo afirmo que es siempre relativa. Inclusive, tomemos el ejemplo del concepto jurídico de libertad, donde, precisamente, se le establecen grados o niveles. Fíjate: se habla de libertad condicional, de  libertad vigilada, de libertad bajo fianza, de libertad en confinamiento. Y todos son eufemismos para no decir que no hay libertad. ¡Pero, la libertad sigue siendo uno de los valores humanos máximos, junto a la honestidad y la justicia! Lo que pasa es que a veces parecería que los mismos que deberían ser los guardianes de la libertad, son los que la envilecen y la desconocen. / Ego: -¿A qué te refieres? ¿Al poder judicial? / Alius: -Al poder judicial, a los medios de comunicación y a la llamada opinión pública. Observa que para muchos la libertad no es un valor esencial, pues lo niegan al no parecerles suficiente con privar a alguien de la libertad, sino que además hay que  humillarlo, desacreditarlo, torturarlo, y marcarlo de por vida como un expresidiario. ¿Ves a qué me refiero? / Ego: -Sí, claro que sí. Se sataniza al privado de libertad, como si no fuera bastante castigo encarcelar a una persona. Pero, mira Alius, para ir a fondo en este tema, que me interesa en particular, hice una clasificación de la libertad y sus modalidades, que ahora te leo: hay una libertad reprimida, que está ausente, que no existe, propia de las dictaduras; una libertad sucedánea, que es aparente, propia de regímenes autocráticos que pretenden simularla; una libertad restrictiva, que es la que imponen los tribunales como libertad condicional; una libertad aherrojada y mancillada, que es la represión carcelaria; y una libertad quimérica o utópica, que es el principio o el sueño de libertad. Y todavía puede haber otras variantes. ¿No te parece, amigo mío? / Alius: -¡Totalmente de acuerdo, Ego! La libertad se hace variopinta en la sociedad. La apariencia oculta su ausencia. No olvido la sentencia de Cicerón: «Seamos esclavos de las leyes para poder vivir en libertad»; o sea que no eres tú quien decide tu libertad, sino que ella está pautada por un código judicial; y si tú no acatas esas obligaciones codificadas, la sociedad no te deja ser libre. ¿No es esto indiscutible? / Ego: -Indudablemente. Observa que los pensadores más antiguos se plantearon el tema. Y a fin de cuentas hubo dos posiciones ostensibles: la de los cínicos, con Diógenes, que afirmaban que la única libertad es la interior; y la de los estoicos, con Séneca, que señalaban que la sola libertad que tenemos es la del saber, la del conocimiento. O sea que la libertad real y única valedera es la del pensamiento, la de las ideas, la de la imaginación. Y con ello coincido. Es la conclusión a la que llego. / Alius: -Te acompaño en tu reflexión final. Es un hecho incontestable. / Ego: -Pero, la libertad social, colectiva, como idea, como precepto, seguirá siendo un valor fundamental a ser alcanzado.

      VÁLVULA: «La libertad es un principio que está reglamentado, codificado, social y jurídicamente, hasta el extremo de no darse la posibilidad de su existencia verdadera y práctica. En lo personal, la única libertad real, inalienable, a salvo del dominio externo, es la libertad del pensamiento, del conocimiento, de la imaginación. Socialmente será siempre un valor esencial, propio de la democracia, por el cual ha de lucharse con sacrificio y valentía».

glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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