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La novela venezolana nació romántica y social (ista) I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

“El planteamiento crítico de «Los mártires» (ya el título es revelador: los mártires de la sociedad son los obreros y los sectores más pobres) va más allá de la natural solidaridad cristiana”

Gustavo Luis Carrera                     

      Poder señalar la primera novela de autor venezolano y publicada en Venezuela fue el resultado de una tarea ardua y sostenida. Comenzamos, el destacado profesor e investigador Osvaldo Larrazábal Henríquez y yo, por revisar todas las listas parciales existentes, desde la segunda mitad del siglo XIX; para continuar indagando directamente en la búsqueda en bibliotecas, colecciones y referencias. El resultado fue la publicación, en 1963, de la «Bibliografía de la novela venezolana» (UCV. Centro de Estudios Literarios), la primera en su género. Abarcó 120 años de novela venezolana (de 1842 a 1962), con el registro de 324 títulos y 187 autores. Esta delimitación permitió precisar cuál había sido la primera novela venezolana.

      «LOS MÁRTIRES». En los números del 2 al 7 de la revista El Liceo Venezolano, entre los meses de febrero a julio de 1842, se publicó, en Carcasa, la novela «Los mártires», de Fermín Toro, notable hombre de letras, con firme basamento humanístico, y distinguido político caraqueño. Historiadores y críticos cayeron en la repetición de un lugar común, afirmando que Toro era autor de novelitas «de demasiada intriga y lágrimas», incluyendo entre ellas «Los mártires». Era evidente que, en general, no habían leído una obra publicada por entregas en una revista de difícil acceso. Y si alguno la leyó, no advirtió su significación histórica y social. Lo cierto, como pude concluir de las investigaciones correspondientes, es que Fermín Toro, después de una estadía en Londres de casi dos años, publica en Caracas la que señalamos como primera novela de autor venezolano. (Así la calificamos en 1966, sin que nuestro aserto se haya modificado más de cincuenta años después: no se ha hallado una obra novelística anterior de autor nacional). Queda, pues, «Los mártires» como un hito en la historia de la novela venezolana,

      MODELOS ROMÁNTICOS.  A lo largo del romanticismo la novela se va a desarrollar como un género que establece modelos que los autores adoptan y a su vez enriquecen con aportes personales. Fermín Toro, caracterizado por el romanticismo ecléctico hispanoamericano (que conserva rasgos neoclásicos), escribe «Los mártires» según patrones propios de la época. Así, surgen los amores de Eduardo y Emma, problematizados por la gran diferencia social existente entre ellos. Resaltan las típicas descripciones a parir de contrastes, sin descartar aspectos lúgubres. Las habituales expresiones románticas se proyectan en resonancias simbólicas. El llanto es una expresiva señal de sentimiento humano extremo. Las ideas religiosas fundamentan un pensamiento de solidaridad social. Hay un «nudo trágico» irresoluble, en este caso, la dramática desigualdad entre las clases bajas y los sectores privilegiados. Ahora bien, más allá de todo esto, hay que destacar que no se trata de una obra «libresca» (escrita a partir de lecturas); Toro fundamenta su obra en su experiencia personal, de contacto directo con la sociedad inglesa de la época, después de su estadía en Londres. La incorporación de relatos y situaciones que él experimentó, o que extrajo de periódicos de la época, representó la inclusión de detalles de vigoroso realismo.  

      PLANTEAMIENTO SOCIAL / SOCIALISMO. De la «causa social» hablaba y escribía Simón Rodríguez. Y se evidencia la inquietud ante las desigualdades sociales en connotados autores del romanticismo europeo. Inclusive se ha hecho la caracterización de un «romanticismo social». Por ello no parecería sorprendente la particular sensibilidad de  Toro ante los dramáticos desequilibrios que él observa en la sociedad inglesa de la época; justamente en el país que aparece como el más desarrollado de su tiempo. ¡Impactante contraste en la mente del caraqueño!  El planteamiento crítico de «Los mártires» (ya el título es revelador: los mártires de la sociedad son los obreros y los sectores más pobres) va más allá de la natural solidaridad cristiana. Fermín Toro, imbuido de postulados del socialismo utópico (Saint-Simon y Fourier, en Francia; Owen, en Inglaterra), condena la miseria como una injusticia social, y se asombra de que los ricos almacenes, bien provistos, no hayan sido asaltados por los necesitados. Destaca que puede haber dignidad en quienes padecen la miseria; mientras hace firme condena de «los beneficiarios de la miseria». Destaca la gravedad del desempleo, tomando como ejemplo dramático el caso de Irlanda. Considera que el apoyo que ha dado la Iglesia a los necesitados es insuficiente; así como es condenable el amargo refugio representado por el asilo para pobres. Destaca cómo las leyes no funcionan para los pobres, sin que se vean perspectivas de un cambio al respecto. Los consuelos idealistas no pasan de ser eso: posibilidades remotas. Mientras se impone una realidad contundente: el peso de la «sociedad tiránica». Así instrumenta Toro su mensaje de denuncia, de agitación social, que queda abierto al futuro. De hecho, situado más allá de la conmiseración cristiana y de la elemental solidaridad del romanticismo social, Fermín Toro trae al panorama ideológico venezolano, y del continente, postulados de vanguardia del novedoso socialismo originario (luego llamado por los marxistas «socialismo utópico», término con el cual se le ha seguido denominando). Todo lo cual fundamenta nuestro aserto: la novela venezolana nace romántica y social (ista).

      VÁLVULA: «Publicada en 1842, «Los mártires», del notable humanista caraqueño Fermín Toro, ha sido señalada por nosotros como la primera novela venezolana. Es obra romántica, en concordancia con los patrones estéticos de su tiempo. Pero, muy particularmente, revela la presencia de planteamientos propios del socialismo utópico; situando esta obra como un ostensible antecedente histórico en el proceso de las ideas sociales en todo el continente».                                                                                                                                                                                  

glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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