El oleaje del flujo tenía un primer efecto: derribar el dique de la institucionalidad democrática con una ola gigantesca llamada Constituyente
Jesús Antonio Petit Da Costa
Los nacidos a orillas del mar entendemos perfectamente el lenguaje político que distingue entre flujo y reflujo. Hay flujo cuando el proceso político avanza en oleaje sucesivo. Hay reflujo cuando el proceso político se detiene primero y luego se invierte retrocediendo. Experiencia y perspicacia indican cuando se inician y terminan ambos procesos.
El castro-comunismo (Foro Sao Paulo-Grupo Puebla) ha estado en proceso de flujo, que se tornó en acelerado, con apariencias de tsunami, desde la elección del católico Biden, “marioneta de la izquierda radical del Partido Demócrata” (republicanos dixit), como presidente de Estados Unidos. Tal acontecimiento completó el éxito obtenido antes con la elección del Papa Francisco. Ambos para desgracia de los católicos de América Latina. Habiendo neutralizado las dos posiciones cimeras, el castro-comunismo ha estado frenéticamente a la ofensiva acercándose a crear las condiciones para constituir la Confederación de Repúblicas Socialistas Soviéticas de América (Fernández en Argentina, Boric en Chile, Arze en Bolivia, Castillo en Perú, Maduro en Venezuela, Castro-Zelaya en Honduras, López Obrador en Méjico y ahora Petro en Colombia).
El oleaje del flujo tenía un primer efecto: derribar el dique de la institucionalidad democrática con una ola gigantesca llamada Constituyente, especie de “cúralo-todo” para los pobres, que remata con una Constitución destinada a legitimar la tiranía comunista hasta el fin de los siglos. La estrategia fue diseñada y puesta en práctica por Chávez en Venezuela, con el resultado visto: 23 años de narcotiranía. Precisamente después de tanto tiempo la receta no ha funcionado en Chile. No fue elegida una Constituyente plenipotenciaria, mal llamada originaria, sino limitada a redactar el proyecto de Constitución. Y fue rechazada por mayoría aplastante la Constitución que redactó.
Este hecho tendrá repercusión en América Latina por ser el inicio del reflujo del castro-comunismo en la región. Sin Constituyente plenipotenciaria y sin una nueva Constitución hecha a su medida, el castro-comunismo no podrá ejecutar sus planes de perpetuarse en el poder en los países donde aún no ha roto el dique de contención de la institucionalidad democrática (ej. Perú, Colombia, México, Argentina).
Aprovechemos en nuestro país el reflujo del castro-comunismo que se ha iniciado en Chile, aprovechando como los pescadores de Médano Blanco (Falcón) viento y marejada que se irá formando en sentido contrario al enemigo.
petitdacosta@gmail.com