Gerardo Blyde, en nombre de la falsa oposición, y Jorge Rodríguez, por el régimen chavista, han venido cocinando en secreto lo que en forma rimbombante llaman un Acuerdo Social..
Humberto González Briceño
No se puede olvidar que la excusa ofrecida por la falsa oposición (MUD-Interinato) para justificar las negociaciones con el chavismo en México fue cambiar o mejorar las condiciones electorales para participar en una futura contienda electoral. Este debía ser un tema crucial porque bajo el régimen chavista que controla todo el entramado institucional jamás será posible hacer unas elecciones justas y transparentes. El día que el chavismo acepte modificaciones sustanciales a su sistema electoral estaría aceptando entregar el poder, cosa que según Diosdado Cabello no ocurrirá ni por las buenas ni por las malas.
Pero esto no era ninguna novedad para chavistas y falsos opositores al momento de sentarse a conversar en México. Sin embargo, conscientes ambos de la necesidad de embaucar a la gente una vez más con la retórica electoral era necesario ofrecer razones de peso para justificar el postramiento de la falsa oposición. Sin rubor la MUD y sus voceros se defendieron argumentando, una vez más, que la pelea había que darla desde dentro del régimen chavista y para esto era necesario hacer concesiones. Parecía como la lógica del sentido común que aconsejaba sentarse con el chavismo para discutir condiciones y garantías electorales con la esperanza de que bajo estas nuevas premisas ellos eventualmente estuviesen dispuestos a aceptar un resultado adverso.
Detrás de ese espejismo de falso sentido común se escondía la secreta convicción de que efectivamente el chavismo jamás accedería a hacer ningún tipo de concesiones sustanciales en cuanto al sistema electoral se refiere. Y así ocurrió. Pero era necesario decirle algo a la gente que justificara arrodillarse ante el chavismo. Lo que la falsa oposición nunca dijo es que el postramiento sería incondicional porque a la final el chavismo dejó pasar el tiempo, no cambiaron las condiciones electorales y aun así ya la falsa oposición está embarcada en los preparativos de su campaña electoral.
A estas alturas se ve con claridad la maniobra. Desde el principio se sabía que las condiciones electorales serían y serán las que convengan al régimen chavista mientras este siga operando como Estado. El tema de las socorridas condiciones y garantías electorales como un prerrequisito para participar en las elecciones es algo sobre lo cual los falsos opositores ya no quieren. Discretamente se ha pasado la página para convenientemente hablar de las primarias sin siquiera explicar cómo podrían ganar una elección cuando de entrada hay más de 7 millones de venezolanos en el exterior quienes no podrán votar.
El papel de la falsa oposición venezolana ha sido y seguirá siendo promover las falsas ilusiones sobre un inviable cambio político bajo las reglas del régimen chavista. Establecido que ya no resulta creíble el argumento de negociar con el chavismo mejores condiciones electorales es urgente para la falsa oposición pivotar a una nueva excusa que parezca noble aun sin serlo, y facilite el trabajo de persuadir a los venezolanos en las bondades del voto como arma política aún sin ningún tipo de garantías ni transparencia.
La excusa esta vez es supuestamente la necesidad de lo que han llamado lograr un Acuerdo Social con el chavismo que beneficiaría a todos los venezolanos. Gerardo Blyde, en nombre de la falsa oposición, y Jorge Rodríguez, por el régimen chavista, han venido cocinando en secreto lo que en forma rimbombante llaman un Acuerdo Social. Por supuesto, para nada ya mencionan el tema de las condiciones electorales, para las cuales ya ni tiempo hay para definir. El tal acuerdo social consistiría en que la falsa oposición haga las gestiones ante el gobierno norteamericano para que los activos de Venezuela en el exterior regresen a manos del chavismo y los recursos de la ayuda humanitaria internacional lleguen directamente al gobierno de Nicolás Maduro, para beneficio de los venezolanos.
Desde la óptica de falsos opositores y chavistas el propósito noble de este acuerdo social para favorecer a los venezolanos lo convierte en inatacable invitación para renovar la confianza en ambos bandos políticos cuando llamen a la gente a votar en el fraude electoral de 2023. Sin embargo, el problema de fondo continúa. El chavismo ha saqueado el tesoro nacional en estos 20 años. Y ahora la falsa oposición que ya tuvo oportunidad de saquear activos y ayuda humanitaria desde el interinato, propone que esos recursos sean entregados al chavismo para que los administre a su antojo.
¿A cambio de que la falsa posición da este paso? Bueno, no será a cambio de modificaciones al sistema electoral que esencialmente sigue siendo el mismo. Tampoco a una reforma en los mecanismos de gestión pública para usar estos recursos. Lo único que recibe la falsa oposición a cambio es que el chavismo le reconozca el estatuto de ser la única oposición formal, oficial, reconocida por el régimen. Para completar este pacto la falsa oposición deberá escoger un candidato que haga bien su papel de reconocer el triunfo de Nicolás Maduro, aunque sea bajo protesta.
El Acuerdo Social entre el chavismo y la falsa oposición no es más que otra cortina de humo para ocultar la verdadera esencia de la nueva cohabitación que define la etapa política que apenas comienza y estará caracterizada por el saqueo coordinado con la noble excusa de lo “social”.