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Aguinaldos y parrandas I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

Gustavo Luis Carrera  I   LETRAS AL MARGEN                 

            Una de las más bellas tradiciones populares venezolanas son los aguinaldos. Se corresponden con la temporada navideña, hasta la entrada del nuevo año. En muchos países se acostumbran los cantos de la Navidad, también llamados, en español, villancicos. Su esencia es de carácter laudatorio en el ámbito de los temas religiosos; inclusive se entonan en templos y actos de fe. En el caso venezolano, cabe observar la peculiaridad de que por igual se dan los aguinaldos a lo divino (de espíritu religioso) y a lo profano (de ánimo festivo).       

            MODALIDADES DE LOS AGUINALDOS.  Los aguinalderos se reúnen y organizan su grupo, de acuerdo a los instrumentos musicales disponibles y a las voces dispuestas. Sencillamente se preparan partidas aguinalderas. O son agrupaciones establecidas, conformadas y estructuradas por la promoción de una persona o de un organismo público o privado. Como quiera que sea, el objetivo es tocar y cantar aguinaldos; y ello de acuerdo a costumbres regionales. Así, los aguinaldos se corresponden con formas y modelos propios de cada zona. Los instrumentos musicales tradicionales son el cuatro, el bandolín, el violín, el furruco, la guitarra, el pandero, la tamborita, las maracas, los tambores, la marímbola; en fin, una diversidad, donde participan los que están dispuestos en manos de sus ejecutantes.  De hecho, cada lugar imprime un sello particular, siendo posible identificar el origen regional al escuchar las primeras notas de un aguinaldo. Sobresalen los de inspiración religiosa, algunos del siglo XIX y comienzos del XX: «Niño lindo», «Alegres cantemos», «Nació el Redentor»; otros más recientes: «A ti te cantamos», «El Ángel Gabriel», «San José y la Virgen». Son tantos que es imposible mencionar siquiera una parte de ellos. Y son tan hermosos que todos los recordamos.   

            SENTIDO DE LAS PARRANDAS. Los aguinaldos son un tributo religioso; pero, también un homenaje de la festividad navideña. Y allí surge la alegría de la parranda, del aguinaldo de parranda. La costumbre era -ha sido- que los aguinalderos -o parranderos- fueran de casa en casa, cantando y recibiendo aguinaldos en comidas o bebidas. Las letras son versos en cuartetas hexasílabas, con rima consonante o asonante en los versos uno con tres y dos con cuatro, o solamente en dos con cuatro. Estos versos de seis sílabas se diferencian de los más difundidos de ocho sílabas. El canto se basa en una voz delantera y un coro que repite un ritornelo.; y estos grupos con mayor frecuencia están integrados principalmente por voces femeninas. Las parrandas llevan  el anuncio de la Navidad y promueven la alegría de debe -debería- caracterizar esta época del año. Es contagioso, estimulante, el aire festivo de estos hermosos cantos de arraigada tradición popular. Su sentido profano, a diferencia de lo religioso, los hace más de júbilo que de recogimiento. Algunos son de reconocida antigüedad, como el clásico «Tun, tun»; otros más cercanos, como «Casta paloma», «¡Fuego al cañón!», «Tucusito, tucusito», «¡Un Feliz Año pa´ ti»; y uno que mezcla lo festivo con lo religioso, «Mi burrito sabanero» (de gran éxito en España y otros países de habla española). Lo cierto es que aguinaldos y parrandas son diferentes dentro  de su igualdad.         

            IDENTIDAD VENEZOLANA. Los aguinaldos y las parrandas aguinalderas son una tradición típicamente venezolana; al menos, con un vigor y una permanencia sin paralelo en otros países. El porqué de esta particularidad puede tener varias explicaciones. Presumo que entre ellas participa el hecho de que entre nosotros los aguinaldos han sido composiciones musicales de creadores populares espontáneos, pero también de músicos de escuela. Esta doble raíz creativa seguramente contribuyó en el profundo afianzamiento de esta tradición folklórica venezolana. El ciclo navideño comienza el 16 de diciembre justamente con la primera Misa de Aguinaldo, y sigue en todo el país con festividades populares de gran prestigio como Los Zaragoza, Los Chimbangles, Los Giros, Las Locainas. De su parte, las denominadas Misas de Aguinaldo son una tradición religiosa aprobada por la Iglesia Venezolana, que permite el canto de aguinaldos como una muestra de fervor popular. Sin duda, en la suma de rasgos prevalentes en la caracterización de una identidad venezolana ocupan un lugar ostensible los aguinaldos. Para nosotros es inconcebible una Navidad sin aguinaldos Cada año, cada diciembre, entonan los grupos aguinalderos sus cánticos de fe religiosa y de exaltación de la alegría: la suma de un homenaje al espíritu y a la vida terrenal. Cada vez cumplen ellos con el culto exultante de una hermosa tradición venezolana. Terminemos aportando una cuarteta de aguinaldo elaborada especialmente por nosotros, dentro del sabor popular, para cerrar este texto:

                                         «Denme mi aguinaldo,

                                           si me van a dar;

                                           somos caminantes,

                                           tenemos que andar».      

            VÁLVULA: «Entre las más hermosas tradiciones populares de nuestro país sobresalen los aguinaldos y las parrandas. Son cánticos del folklore venezolano que identifican una nacionalidad de manera musical y poética. Así como son la conjunción armoniosa de lo espiritual y lo festivo en una sutil y sincera fusión humana. Cantar aguinaldos es cantar a la fe y cantar a la vida».

 glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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