Nada de lo que ha ocurrido en el desarrollo de estas elecciones puede ser considerado como normal, como tampoco lo será el anuncio que el 28 de julio en la noche haga Elvis Amoroso en nombre del Estado chavista.
Humberto González Briceño
Sin duda que el título de este artículo es un sinsentido. Tan absurda la pregunta como la situación que se vive en Venezuela bajo la tiranía chavista. Por supuesto, que una mayoría decisiva de votos debería ser suficiente para lograr el cambio político. En condiciones normales y con garantías de unas elecciones justas para todos. Pero ese, ciertamente, no es el caso de Venezuela.
En este punto nos damos cuenta que la pregunta intenta indagar no si una mayoría puede imponerse democráticamente sino más bien si una mayoría abrumadora de millones de votos será suficiente para atajar la madre de todos los fraudes que intenta perpetrar el régimen chavista.
Esta pregunta reconoce la gravedad de las repetidas manipulaciones y abusos que ha ejercido el régimen chavista para asegurarse un resultado favorable el próximo 28 de julio. Estas irregularidades se suceden una a otra sin parar, como se ha visto en los últimos días. A cada una la oposición de la PUD/MUD ha respondido por reflejo como un canino amaestrado con un “nadie nos saca de la ruta electoral”.
La síntesis de esta postura es la idea de “voto mata fraude”. ¿Qué quiere decir voto mata fraude? Esto quiere decir que a pesar de que la oposición de la PUD/MUD está perfectamente consciente del fraude electoral está convencida de que los votos contados por el Consejo Nacional Electoral chavista serán suficientes para derrotar al régimen y su estafa electoral.
La oposición de la PUD/MUD parece no darse cuenta que su postura voluntarista de participar en la estafa electoral del régimen aceptando sus abusos lejos de ser una jornada ciudadana épica en realidad ha contribuido a normalizar una aberración. Nada de lo que ha ocurrido en el desarrollo de estas elecciones puede ser considerado como normal, como tampoco lo será el anuncio que el 28 de julio en la noche haga Elvis Amoroso en nombre del Estado chavista.
Tampoco se puede decir ni alentar a que la gente salga a la calle el 28 de julio a reclamar el fraude porque sencillamente no hay previsiones para ello y tan solo sería un ejercicio espontáneo que reeditaría viejas jornadas suicidas en las cuales ya se ha embarcado la falsa oposición en el pasado.
Entonces, la pregunta es ¿qué se puede hacer para que la voluntad de millones de venezolanos expresada en votos sea respetada por el régimen chavista? ¿Asistir a las mesas electorales a presenciar un acto de escrutinio que ocurre en la oscuridad de la máquina de votación antes de emitir un acta que será lo único de lo cual se podría dar fe?
Aquí es donde el voluntarismo electoral de la PUD/MUD como estrategia se revela en toda su fragilidad y debilidad. En realidad el peso de esos millones de votos expresados, y muy posiblemente no contados, no depende de lo que haga un pueblo esperanzado, desorganizado y desarmado. Dependemos del chavismo y de su buena voluntad para no hacer trampa. Dependemos de lo decidan hacer el CNE, el TSJ y la FANB, todos instrumentos del régimen chavista. Dependemos de la misericordia y la compasión de nuestro verdugo.
Quizás tienen razón quienes por estos días oran con devoción por Venezuela.
El 28 de julio solo se puede esperar un sorprendente milagro de connotaciones bíblicas capaz de pulverizar la realidad.
EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.