Aumentan las desigualdades, la pobreza y la opresión. Se entrega las riquezas nacionales a gobiernos y corporaciones extranjeras y se destruye la capacidad industrial básica del país.
Edwin Sambrano Vidal
A propósito de las recientes detenciones del último presidente de PDVSA, coronel Pedro Rafael Tellechea Ruiz, quien venía de ser presidente de otras empresas básicas del Estado venezolano, Pequiven y Venalum, y de dos decenas de sus colaboradores, sería interesante hacer un recuento sobre los anteriores presidentes de PDVSA y de otras empresas del estado, de eso nos ocuparemos en otro trabajo.
Sin analizar las específicas condiciones de estas detenciones y nuevas acusaciones, haré relación de su significación general.
Se observa desde hace algunos semestres, con acentuación en los últimos dos, un proceso de desmoronamiento de la compactación del aparato político-administrativo y financiero de la cúpula gobernante en Venezuela. Ese proceso avanza, cada vez, con más rapidez y profundidad, aunque algunos no lo vean y recurran a propuestas tan fantasiosas como peligrosas. Aunque los jefes de la cúpula traten de ocultarlo con el oropel del adelanto de la navidad, declaraciones de instituciones parcializadas y opulentos e inútiles viajes a cónclaves de supuestos aliados.
Sólo los aparatos de propaganda y de represión parecen funcionar más o menos ensamblados y con cierta eficacia, aunque develan con notoriedad, su discordia con los presupuestos y normas constitucionales, con la ética republicana, con los postulados de las doctrinas que dicen profesar, (el bolivarianismo, el cristianismo y el socialismo), y con los valores morales que han proclamado.
La violación a la Constitución, por parte de la oligarquía en el poder, es la expresión jurídico-política del desconocimiento de los compromisos que alguna vez juraron tener con el pueblo sufrido, con los trabajadores y con la exigencias nacionales de soberanía, desarrollo y prosperidad en libertad, igualdad, solidaridad social y participación política.
Su situación interna se está descomponiendo ante la ausencia de paradigmas virtuosos de la cúpula en el poder y especialmente por la evidente negación de los ideales con los que convocaron a millones tras una esperanza y un cambio aspirado y necesario en su momento, que pudo plasmarse en una nueva Constitución de sello democrático y popular en 1999 y que un par de lustros después se ha visto desvanecer, dando paso a la ambición desmedida por el poder, la enorme corrupción, la complicidad con los saqueadores de los recursos y del trabajo de los venezolanos, aumentando bruscamente las desigualdades, la pobreza, la opresión y constriñendo a la mayoría de la sociedad a una relación de sumisión, cuando no, de exclusión y persecución; además de la entrega de las riquezas nacionales a gobiernos y corporaciones extranjeras y la destrucción de la capacidad industrial básica del país.
Con una conducta política regresiva y sectaria como la que caracteriza a la cúpula gobernante, la cual concentra el poder absoluto, mientras expulsa del país a millones de compatriotas y persigue a otros más, no hay rasgos de viabilidad para la existencia funcionalmente equilibrada de la República venezolana. De allí que oasegurando el carácter ostensiblemente pacífico de la mucha y estrictamente venezolano de nuestro proceso, de la mano de la fuerza del pueblo y de la solidaridad internacional de los pueblos demócratas para restituir la vigencia efectiva de la Constitución y de su sistema político democrático, de garantías ciudadanas y de amplios derechos humanos.
El autor es abogado con experticia en Derecho Laboral y Constitucional, defensor de derechos humanos y exparlamentario. Actualmente es integrante del Espacio Consenso por Un Nuevo País, directivo de la coalición de organizaciones civiles Lazos Guayana, coordinador de la asociación civil Unidad y Cambio, Asesor del Movimiento de Trabajadores Unidad en la Coincidencia e integrante del Secretariado del Frente Amplio Venezuela Libre.Fundador de la Casa del Trabajador.