Sería más acertado atribuir el cambio a los intereses particulares de los Estados Unidos que a una valoración de las estrategias políticas aplicadas por la oposición venezolana y sus resultados.
Humberto González Briceño
El enviado del presidente Donald Trump para negociar con el régimen chavista de Nicolás Maduro ha admitido que la visita y negociación constituyen un regalo para el chavismo. Al mismo tiempo Grenell defendió las bondades de la diplomacia y la negociación directa para avanzar en este caso se refería a la liberación de seis ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela y usados como piezas de canje con los Estados Unidos.
Sobre el encuentro entre Grenell y Maduro hay varias cosas que subrayar. La primera es que a diferencia del gobierno demócrata de Joe Biden el enfoque de Trump será abordar cualquier negociación y conversación con el chavismo en forma pública y sin intermediarios.
Las negociaciones entre Biden y el chavismo siempre estuvieron marcadas por la opacidad y la incertidumbre de lo negociado. Nunca se produjeron declaraciones formales y detalladas de los acuerdos logrados, tan solo informaciones genéricas de encuentros realizados prácticamente a escondidas de los ciudadanos venezolanos y norteamericanos.
Nada que ver con la visita pública que Grenell le hizo a Maduro para lograr específicamente la liberación de los ciudadanos norteamericanos y admitir que la visita misma era un regalo para Maduro. Richard Grenel aludía que el gobierno de Trump era consciente de que Maduro usaría el encuentro con fines de propaganda, pero aun así el encuentro se llevaría a cabo y en forma pública sin nada que esconder ante los interesados en estos asuntos.
En este punto habría que matizar que el regalo que el gobierno de Donald Trump le estaría obsequiando al chavismo no es simplemente una foto sino el reconocimiento formal a un gobierno que la mayoría de los países considera que se robó las elecciones. Es ese reconocimiento aunque sea por la vía de los hechos el que el chavismo siempre busca de parte de otros estados.
El otro aspecto que debe llamar la atención es que a diferencia de la administración de Biden la de Trump no se estaría coordinando con la MUD ni con María Corina Machado para adelantar estos encuentros. Esto es relevante porque define el grado de autonomía y pragmatismo de la política de Donald Trump hacia Venezuela.
El distanciamiento del gobierno de Trump con la oposición electoral venezolana que lidera María Corina Machado es evidente e ignorarlo seguirá empujando a esa oposición a cometer más desaciertos. Esto no quiere decir que en el futuro Trump cambie sus tácticas y decida establecer un nivel de coordinación que ciertamente hoy no existe a pasar de los esfuerzos infructuosos que han hecho Edmundo Gonzalez y María Corina Machado para asegurar que la administración de Trump los tiene en cuenta a la hora de trabajar el tema Venezuela.
Se puede especular sobre las razones que privan para que Donald Trump se desmarque de la oposición electoral venezolana tipo MUD que él mismo alentó en su primer gobierno al ser el primer presidente en reconocer al gobierno interino de Juan Guaidó. Mucho ha pasado desde entonces pero nada se ha traducido en el debilitamiento del régimen chavista. Sin embargo, sería más acertado atribuir el cambio a los intereses particulares de los Estados Unidos que a una valoración de las estrategias políticas aplicadas por la oposición venezolana y sus resultados.
No se puede perder de vista que por razones geopolíticas los Estados Unidos de Norteamérica siempre serán un aliado del pueblo venezolano en su lucha por liberarse de la tiranía chavista. Pero el grado de intervención de los Estados Unidos en esta dinámica dependerá del alineamiento de los intereses de Venezuela con los de los EEUU y no viceversa.
![](https://larazon.net/wp-content/uploads/2022/12/Humberto_Gonzalez_Briceno_pic-2-888x1024.jpg)
EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.