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EDITORIAL: El jefe de la niñera

En el caso Jaua queda al descubierto la complicidad de una casta política y de unas instituciones deterioradas.

YV 2726. Esas son las siglas del Falcon 900B, uno de las 500 aeronaves de negocios fabricados por la francesa Dassault Aviation. Ese avión es propiedad de Pdvsa, como también lo son los Falcon YV-2053, YV 2165, YV 2485 y YV 2486, por nombrar algunos. Pero el mencionado YV 2726 es más famoso por estos días. Estuvo en Santiago de Chile el 25 de enero de 2013 durante la cumbre de la Celac y la Unión Europea, también en la misma ciudad el 9 de marzo de este año para transportar a algún funcionario a la toma de posesión de Michelle Bachelet. Pero el último viaje conocido del YV 2726 fue a Brasil, a Sao Paulo, al aeropuerto Guarulhos/Cumbica. En él viajaron Roselia González, suegra del ministro de Comunas Elías Jaua Milano, y Yaneth Anza, niñera de las hijas del funcionario.

De no ser por un descuido, la colita de la aeronave de la petrolera no habría trascendido. Sería una más de las muchas que regularmente se hacen. De hecho, es más de lo mismo que se hacía en el pasado, en la tan mentada cuarta república, y que tanto criticaron los revolucionarios que nuevamente se desmoronan ante la mirada del país. Tienen paticas de barro. El descuido pasó. Cosas de la cotidianidad. Anza viajó a Brasil con un revolver Smith & Wesson calibre 38, del que usaba Pedro Navaja. Y como en la canción, la vida te da sorpresas. En Brasil la acusaron de tráfico de armas y a ella no le quedó más que llamar a su jefe para que explicara a la Policía Federal que esa pistola era de él.

El ministro escribió una carta, explicó el descuido y la firmó.

Lo que no ha explicado Jaua es qué hacía una empleada suya utilizando los recursos del Estado como si fueran propios. No ha explicado por qué los venezolanos tenemos que aguantar el peculado de uso. Dentro del desastre que vive el país el caso de la niñera de Jaua es chuchería, dirán algunos. Sí, tal vez. Pero lo que hace el ministro, y que desde Miraflores se permite, nace de una descomposición ética y moral que también es la raíz de muchas de las grandes vergüenzas que debemos padecer a diario. Es de esa crisis primigenia de donde sale la corrupción, incluso de donde se alimenta la violencia desbordada. Es el país de los antivalores en pleno.

Desde el poder querrán pasar agachados con este caso. Se harán los locos, esperarán que el tiempo lo entierre. Lógico. A cualquiera le daría vergüenza ser sorprendido de manera tan bochornosa. Incluso el más pillo se sonroja cuando es descubierto in fraganti. Llenarse la boca al hablar de los desmanes del pasado y ser tan caradura como para permitirse ser uno más, pervirtiendo, incluso, al círculo íntimo al hacerlo partícipe de lo incorrecto.

Y es que queda también al descubierto la complicidad de una casta política deteriorada, de unas instituciones que son más bien un holograma. No hay ni siquiera un castigo moral, ni hablar del inicio de una averiguación. Tal vez lo habrán llamado pendejo por dejarse descubrir, y nada más.