Da pena decirlo, pero ni con súper poderes Maduro ha logrado enderezar el rumbo del país; pobre de nosotros.
Un año después de aprobada la Habilitante que faculta al presidente Nicolás Maduro para legislar, nada se avanzó en la lucha contra la corrupción, principal argumento que entonces esgrimió el Ejecutivo para solicitar ante la Asamblea Nacional el instrumento extraordinario. No hacía falta una Habilitante para dar un golpe a las mafias, sólo se requería de voluntad para deslastrarse del peso que la falta de valores representa. Maduro ha demostrado ser incapaz de acabar con la herencia más nefasta dejada por Hugo Chávez, se ha visto maniatado, incómodo al afrontar esa responsabilidad y ha perdido una oportunidad importante de adecentar la administración pública, con su respectiva correlación con los sectores privados que se han enriquecido con el mal uso de los dineros del Estado, léase de todos y cada uno de los venezolanos. Y eso no es cualquier fracaso. Es uno enorme que signa para siempre a un gobierno que no en vano se tambalea. Es una herida que no ha sido curada y ya huele a podrido, la infección se ha extendido y parece irremediable.
La llamada “guerra económica” fue otra de las motivaciones que Maduro esgrimió para solicitar la Habilitante hace doce meses. De existir tal guerra, ni con todas las armas a su disposición el gobierno ha logrado salir victorioso. El contrabando continúa, la inflación y escasez golpean a diario al pueblo que no ve una justa remuneración a su arduo trabajo. Es que el dinero no alcanza, por lo menos no a los que trabajan dignamente. A los vagabundos sí que les va bien, sino pregúntenle al grupito que se enriquece con la devaluación del bolívar, algo que parece no dolerle a un gobierno que ha permitido que la moneda de un país petrolero sea una burla. Los signos que marcan el presente son poco alentadores.
La voluntad por enderezar el rumbo del país no es algo que se pueda conseguir con Habilitante alguna. Amerita de humildad, de entender que se ha fracasado para rectificar en lo que se tenga que rectificar; de dejar de proteger a los que deberían ser investigados y encarcelados; necesita de hombres y mujeres capacés de sacar pecho y convocar al país todo para evitar que la nación se desangre. Y para ello se necesita a gente que esté a la altura y, lamentablemente, carecemos de un liderazgo así en el poder.