Haga algo. Reaccione. Es imperante que se tomen medidas para proteger al bolívar, moneda pulverizada que cada vez vale menos, que fuera de nuestras fronteras no sirve para nada y dentro del país ni siquiera se puede usar para comprar un boleto aéreo al exterior.
La gente prefiere comprar lo que no necesita a fin de protegerse ante una salvaje devaluación de facto. Electrodomésticos, vehículos, bebidas alcohólicas, lo que se consiga.
Los recientes experimentos del Sitme y Sicad fracasaron. No cumplieron con su premisa inicial y mediante esos mecanismos no se filtran las divisas que necesita el país para operar con normalidad. Lo que en su momento se anunció como fórmulas para “derrotar al dólar paralelo” no fueron más que chapuzas. El tiempo ha demostrado que la desconfianza es generalizada. Nadie quiere al bolívar, mil veces maltratado. El gobierno, de la mano de los grandes especuladores privados, se ha encargado, unas veces por acción y otras tantas por omisión, de desintegrar al símbolo de nuestra identidad, a nuestra moneda. El dólar barato fue ideal para pervertir, hizo las veces de droga adictiva que devastó el aparato productivo de la nación, corrompió a buena parte de sus ciudadanos y sepultó a la unidad monetaria local. Y todo comenzó con Cadivi hace casi doce años. Con el control de divisas se pretendió evitar una fuga de capitales que quebrara la nación y a la luz del tiempo eso fracasó. Centenares de miles de millones de dólares venezolanos están en el extranjero y el país viviendo una situación económica crítica, que golpea a los más indefensos, a los trabajadores, a las familias. Por eso es fundamental hacer algo. Ya. El presidente Maduro debe dejar de ver el río correr y tiene que embraguetarse. Pasar a la acción contundente. Debe deslastrarse de los altos funcionarios que cohabitan con la corrupción, que forman parte de las mafias cambiarias. Maduro debe promover que estos, junto a sus compinches del sector privado, sean llevados ante la justicia para así convocar al país todo a cambiar el modelo, asumiendo los errores propios de su administración y los heredados.
Maduro debe, de una buena vez, convocar a los mejores, rodearse de los economistas más preparados y escuchar, entender bien el fenómeno que cada vez con más voracidad está engullendo la estabilidad de la nación.
Debe dejarse de sectarismos nocivos y entender que sólo convocando a todos los sectores puede levantar. Solo, como está ahora, es imposible. Haga algo. Reaccione.