EDE
Cuando no se asimila a cabalidad el concepto de democracia se tiende a creer, de forma errada, que las mayorías son para aplastar a las minorías.
Pareciera que en la Asamblea Nacional se extravió el concepto de democracia. En base a ello se pretende regresar a la nefasta “doctrina Cabrera”, mediante la cual es el TSJ el que se encargue de nombrar a los miembros del propio Tribunal Supremo, a los rectores del CNE y hasta a los integrantes del Poder Ciudadano. Una arbitrariedad mayúscula que en ningún caso plasma el espíritu del constituyente que delegó en los diputados de la AN, electos directamente por el pueblo, esa responsabilidad. El problema está, y usted ya lo puede inferir, en que cuando una parte del país se ha acostumbrado a aplastar a la otra se le hace muy difícil entender el espíritu de las cosas. ¿Para qué el diálogo?, ¿para qué el consenso? Yo propongo a mis candidatos y tú te la calas. Así funcionan las cosas dentro de la Asamblea y para muestra está la composición de su propia directiva que en nada es un reflejo de la correlación de fuerzas, del país. Tras el atuendo de parlamentario está la bota que se empeña en mandar para que otros acaten, como si los civiles no fueran libres pensadores. Es la bota que quiere unos Poderes Públicos electos como en los días en que el Parlamento era todo de un solo color. Es la que impone y no debate, porque no sabe de eso. Es la bota que quedará para la historia como reflejo de estos días. Es la misma bota que asfixia y que, sin comprenderlo, marcha firme hacia su ocaso.