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Quedó demostrado que los títeres no tienen pueblo

La abstención masiva en las elecciones primarias del PSUV confirma que es una ficción el apoyo popular al gobierno títere de Cuba.

En una semana han ocurrido dos hechos transcendentales. Primero, la abstención masiva en las elecciones primarias del PSUV confirma que es una ficción el apoyo popular al gobierno títere de Cuba, lo que hemos venido sosteniendo desde hace tiempo. Los títeres no tienen pueblo. Lo perdieron hace tiempo. Y ahora están quedando solos por el colapso general del sistema político-económico que ha empobrecido más a los pobres y ha enriquecido más a los ricos.

Sus votos son de mentira, virtuales o comprados. Con los virtuales aseguran el fraude. A los comprados no los motiva la adhesión ni la emoción, sino el interés. Aún así ni siquiera  el diez por ciento de los electores lo respaldan, lo mismo que había quedado en evidencia en 2005 cuando se produjo la abstención masiva del electorado, que fue un acto de desobediencia civil traicionado por los colaboracionistas. Toda la farsa del PSUV se monta sobre un inmenso fraude electoral, avalado por su comparsa la MUD.

Pero si los títeres no tienen pueblo, tampoco lo tienen los colaboracionistas. Lo dicen las encuestas. La MUD es una superestructura gaseosa, inflada por los títeres. La casta política (PSUV-MUD) no tiene base social. Entre ella y el pueblo hay un abismo. El colapso hunde al pueblo cada vez más en la pobreza al hacerlo víctima de las siete plagas que le han caído encima (maxidevaluación+ hiperinflación+ superescasez+ maxidesempleo+ extrema inseguridad +corrupción general +muerte de mengua por desamparo sanitario: no hay medicinas, no hay instrumental, no hay camas), mientras la casta política (PSUV) en el gobierno roba a manos llenas con una codicia insaciable (la renta petrolera, el fondo chino, los préstamos rusos y de los petroleros americanos, la bóveda del BCV que ya no tiene nada, y los lingotes de oro de la reserva de los cuales no hablan porque deben haber tenido la misma suerte del oro enviado a Moscú durante la guerra civil española) dejando el país en la ruina.

Y, por su parte, la casta política del cogobierno (MUD) no tiene problemas porque disfruta de casa, comida y etcétera, carro con chofer y escolta, cargos y contratos para los amigos, confort, comodidades y espacios para pantallear, haciéndose eternos e insustituibles en el pantalleo mediante la reelección indefinida a la cual no renuncian. Los de la casta política que están en el gobierno (PSUV) no quieren cambios y los colaboracionistas del cogobierno (MUD) no tienen prisa. Si están bien, para qué el apuro? Igual da esperar 2018 que 2024, y hasta 2050. Es el pueblo el de la prisa porque, para decirlo con un slogan viejo, “esto no lo aguanta naiden.” Hemos retrocedido, pues, a la situación política de 1998: los dos partidos del sistema en decadencia en medio de una crisis económico-social que llega esta vez a los extremos del colapso.

¿Entonces, si la casta política (PSUV-MUD) no tiene pueblo, quiénes sostienen el gobierno títere de Cuba, impidiendo su caída por implosión o por empujón, que con un empujón bastaría? La “cúpula militar”. No la Fuerza Armada, a la cual suponemos reflejo de lo que pasa en la calle. Es la “cúpula militar” la que sostiene a la casta política por ser parte de la misma. Enseña la historia que la existencia de un abismo entre pueblo y casta política tiene los efectos de una grieta sísmica entre los militares. No se ve, pero está allí. Aquí viene el segundo hecho transcendental de esta semana: la captura del general Carvajal. Con su persona se está acusando directamente al gobierno títere y a la “cúpula militar” (de la cual es figura prominente) de delitos de persecución internacional: narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo (FARC), que han sido admitidos tácitamente por la solidaridad con el capturado. Si le agregamos el delito de traición a la patria por someterse políticamente a Cuba, económicamente a China y militarmente a Rusia, y el delito de lesa humanidad cometido continuadamente desde el 12F contra los jóvenes, especialmente estudiantes, completamos un prontuario espeluznante, sin antecedentes en la historia nacional. Nunca antes los militares habían tenido ante sí un cuadro tan dramático para el país y para su propia institución, la cual reclama un gesto para reivindicarla, que implica deslinde y ruptura con una casta político-militar desprestigiada totalmente. Cuentan con una ventaja: los generales con prontuario no tendrían capacidad de respuesta. Bastaría con entregarlos a la justicia internacional o de Estados Unidos.

El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga.