,

EDITORIAL: Obsesionados por el control total

A pesar de la intención de dominio, finalmente vencerá el hombre sobre la bota, el ciudadano sobre el burócrata opresor.

Dentro de la lógica, de la estructura mental de quien no quiere soltar el poder bajo ninguna circunstancia, el control es fundamental. No sólo tener control de variables, que bien podrían servir para cualquier función de gobierno previsiva, no. Es el control de las libertades lo que emociona a los burócratas obsesionados con el poder. Pensar en ello les sube la líbido. Piensan, y la historia demuestra que siempre se equivocan, que el ser humano es controlable, que puedes atar al hombre. Error.

Los pueblos, la gente, siempre va a decantarse por ser libres. Es su naturaleza y no hay leyes o reglamentos pomposos que eso puedan cambiar. Pensar tan siquiera que a más controles, más felicidad es una equivocación mayúscula a la que ya han sucumbido regímenes sepultados por las sociedades que están decididas a avanzar. Es la rebeldía natural lo que deja atrás cualquier pretensión anacrónica surgida desde el poder. Control de cambio, control de precios, control de los medios de comunicación, control de los poderes públicos, control al consumo, control y más control. Muestras inequívocas de un talante nada libertario y, por ende, muy simpático para militaristas y militarotes.

La cuestión es simple: ante cualquier dificultad, ante los problemas, ante toda coyuntura de la vida en sociedad, los gobiernos desfasados ven en las restricciones una solución, allí buscan un poco de aire para cada vez ir cercenando más y más. Contestatarios, como buenos hombres y mujeres libres, los venezolanos no se quedarán de brazos cruzados. Es una lucha que se da y se seguirá dando por el tiempo que sea necesario y que irremediablemente tendrá como conclusión la victoria del hombre sobre la bota, del ciudadano sobre el burócrata opresor. Es una linda lucha que vale la pena vivir… y ganar.