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De cómo Pepito Rufián fue a sentarse en el CS-ONU

Quince años le llevó al gobierno revolucionario de Chávez y sus herederos destruir a Venezuela.

Por Tamara Suju

@Tamara_Suju


 

Si a usted hace quince años atrás le hubieran dicho que Venezuela -cuarto país productor de petróleo del mundo en aquel entonces- importaría éste oro negro y algunos de sus derivados para cumplir compromisos y abastecer la demanda interna en esta década, seguramente se habría reído, ya que es muy difícil imaginar como se puede arruinar una industria cuya materia prima sale del subsuelo, con una de las mayores reservas del mundo, teniendo en la empresa estatal Pdvsa para aquel entonces, a los profesionales más aptos que apostaban por colocarla en el primer puesto.

Pero también se hubiera burlado de quien le dijera que empresas ejemplares como Fama de América, Diana, Cemex, Sidor, Agroisleña y tantas otras serían expropiadas y algunas confiscadas y hoy producirían menos de la mitad e incluso nada, como es el caso de la actividad agrícola y los cientos de fincas que el régimen le robó a sus dueños.

Quizá lo más fantasioso hubiera sido imaginarse a usted mismo haciendo cola para comprar un litro de leche, o pagar casi 500 Bs. por una mantequilla, u olvidarse de su arepa de la mañana o el pan de la tarde porque no hay harina, o permitir que le marquen el brazo como si fuera ganado para hacerse de un producto de la cesta básica. También habría pensado que era el colmo de la exageración pensar en no conseguir la medicina que tiene que tomarse de por vida para la diabetes, por ejemplo, o no poder enviarle a su viejita el antibiótico que necesita allá en su pueblo en el llano porque esta prohibido enviar medicinas de estado a estado, o tener que cocinar con leña porque no consigue gas o cepillares los dientes con agua oxigenada porque no consigue crema dental. Seguramente usted hubiera dicho “no vale, yo no creo”.

Quince años, estimados lectores, le llevó al gobierno revolucionario de Chávez y sus herederos destruir a Venezuela, a su economía, su productividad, su idiosincrasia, pero sobre todo la lealtad y solidaridad de su gente, que ahora se presenta como una sociedad dividida y enfrentada. Y fueron quince años porque Venezuela es demasiado rica para destruirla en menos tiempo. Y mientras Chávez y sus secuaces se codeaban con gobiernos no democráticos, despóticos, como Mugabe, Kadafi, Sadam Husein, Lukashenko, Putin, sin olvidar a los Castro, y el dinero de todos los venezolanos era malgastado en proselitismo político y populismo, los ciudadanos cada día eran despojados de sus derechos y el adoctrinamiento les sirvió para engañar a unos, obligar a otros y someter a quienes esperan algún beneficio ofrecido a cambio de su voto.

Pero quizá lo que mas le hubiera costado imaginar es la complicidad de los gobiernos latinoamericanos en la destrucción de un país que en su momento fue patrocinante de los valores democráticos y casa de quienes buscaban refugio huyendo de dictaduras y persecuciones. El gobierno venezolano se ha dado el tupé de no acatar dictámenes tanto de la Comisión como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a demás denunció la Convención y se retiró de la Corte, Órgano Judicial de la Organización de Estados Americanos (OEA) y lo hizo sin cumplir con las 10 sentencias emitidas por ésta Corte los últimos 10 años. Es decir, se fue como se van quienes huyen de la justicia, por la puerta de atrás, pero sigue sentada en su curul en la OEA, haciendo de las suyas y latigando a quienes se atrevan a llevarle la contraria con su poderío económico, cosa que podría cambiar, ahora que somos pobres. En cuanto al máximo Organismo Internacional, la Organización de Naciones Unidas en sus diferentes instancias, como el grupo de trabajo sobre Detenciones Arbitrarias, el Comité contra la Tortura y El Alto Comisionado de las Naciones

Unidas para los DDHH, han instado al gobierno venezolano a respetar los derechos humanos y cumplir con los tratados internacionales en ésta materia en distintas oportunidades. El quinceañero gobierno se ha hecho el loco a pesar de que forma parte del Consejo de DDHH de dicha organización -aquí es donde yo no entiendo como un gobierno violador de DDHH puede sentarse en esa silla y los demás miembros tan tranquilos- y ahora, entra en el Consejo de Seguridad de la mano de su comparsa conformada por los gobiernos cómplices latinoamericanos, pisoteando los pronunciamientos del grupo de detenciones arbitrarias que lo instaba apenas días antes a excarcelar al dirigente del partido democrático Voluntad Popular Leopoldo López, y al alcalde electo democráticamente, Daniel Ceballos.

Se cuestiona uno entonces sobre la funcionabilidad de estos organismos y como debe entenderlo aquel que poco sabe de burocracia y conveniencias y sólo espera que la justicia y la lógica prevalezca. Los países que conforman la ONU a través de sus representantes tienen conocimiento de las terribles violaciones de DDHH ocurridas los últimos meses en nuestro país. Declaraciones de congresistas, ONG’S de DDHH, grandes personalidades e incluso presidentes del mundo, han emitido su preocupación por lo que sucede en Venezuela. Pero los venezolanos, acostumbrados casi a la ignominia que rodea al régimen venezolano, no esperábamos otra cosa que el show montado con Pepito Rufián sentado en el Consejo. Lo único sí, fue pecar de inocentes pensando que conseguiríamos algunas palabras sensata de aquellos que no comparten nuestra «hermandad latinoamericana». Como diría el cómico venezolano Perucho Conde: ¡Parecen locos!

PD: a los efectos de este artículo, Pepito Rufián es cualquier funcionario de esta revolución decadente.