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Origen de nuestro malestar económico-social

Pobreza

El chavismo en el poder lo que ha hecho en materia económica es adoptar el rentismo petrolero como modelo económico


Por Oscar Battaglini

Ese rasgo ha permanecido adherido a nuestra realidad social a lo largo de su devenir histórico. En tal sentido, es bien conocido el hecho de que Venezuela fue una colonia pobre y de gente pobre. En aquella sociedad, los únicos que escapaban a esa condición eran, como es lógico suponer, los representantes de una oligarquía que se beneficiaba de la producción -mediante la explotación de esclavos y de indios encomendados- de géneros de tipo agrícola que luego eran exportados a España conforme a la obligación que tenían las colonias de producir para sus respectivas metrópolis.

Lograda la independencia formal, Venezuela continuó siendo un país extremadamente pobre. Hasta que con el advenimiento de la explotación petrolera, en pleno siglo XX, esa situación comenzó a modificarse; sin que se llegara a su superación en forma significativa. Ocurre esto porque, como tantas veces explicaron, entre otros, Uslar Pietri y Maza Zavala, los recursos aportados por el petróleo no fueron utilizados ni por los gobiernos, ni por los sectores privados que se han beneficiado con el manejo de esa riqueza para construir una economía productiva estable y autosuficiente, capaz de dar empleo de calidad, de producir los bienes y servicios que la sociedad necesita para su funcionamiento adecuado y eficiente, y para, fundamentalmente, elevar las condiciones de vida de la sociedad venezolana en su conjunto.

De manera contraria a eso, se constituyó una economía rentístico-parasitaria, de banca, de comercio de importación, de especulación cambiaria y financiera; y que ha estado orientada básicamente a convertir al ingreso petrolero, a la renta petrolera, de propiedad pública a propiedad privada.

Conviene señalar que esto ha sido así desde los inicios de la explotación petrolera en nuestro país. A lo que hay que agregar, que fue precisamente por esta vía por la que se formaron las grandes fortunas familiares de la “Oligarquía del dinero”.

Con el advenimiento de la “democracia”, después de la muerte de Gómez, se pensó que en el país se abría –por primera vez en su historia- la posibilidad de cambiarle la faz a la sociedad venezolana; o sea, de comenzar a introducir los cambios que en materia económica, social y política se requerían para sacarla de la situación de atraso y pobreza estructural que nos había caracterizado desde siempre. Esto que en alguna forma se intentó bajo el gobierno de López Contreras, es con el gobierno de Medina Angarita cuando se define y pone en ejecución un proyecto de cambio de la economía y de la sociedad en general, basado en la modernización de la agricultura, de la industria, y de un progresivo mejoramiento de la calidad de vida de la población. La introducción del impuesto sobre la renta en 1942; la reforma petrolera de 1943 y el propósito de llevar a cabo una reforma agraria radical, fueron todas decisiones y medidas en aquella dirección.

A este proyecto, como sabemos, le puso término el golpe de estado del 18/10/45, urdido por la dupla Pérez Jiménez-Betancourt, bajo los auspicios del Departamento de Estado de EE.UU.

Consumado este hecho, el gobierno de Betancourt y sus socios militares no sólo anuló el proyecto medinista, sino que puso en práctica una política distributivista de parte de la renta petrolera en poder del Estado, que literalmente terminó aclimatando la pobreza y las precariedades de todo tipo que existían en la sociedad venezolana de entonces.

Esta situación se agravó aún más cuando la dictadura perejimenista dejó sin efecto esa política distributivista; decisión que en una medida importante incidió en la intensificación y aceleración del éxodo del campo a la ciudad, que trajo entre sus consecuencias la formación del fenómeno de la marginalidad social que se ha convertido, por su pesada carga anómica, en un gigantesco problema que no encuentra solución en el marco de la actual sociedad.

El “Puntofijismo”, por su parte, no hizo materialmente nada en la búsqueda de una solución para esa problemática. El mismo hecho: 1- de que durante el período “puntofijista” no se realizara en el país una expansión de la economía productiva que favoreciera la inserción de los sectores sociales excluidos de la dinámica general de nuestra sociedad. 2- que el país se dedicara a vivir parasitariamente de la renta petrolera confirma lo que hemos afirmado. Lo más que se hizo durante este período en “favor de los pobres”, fue la puesta en práctica de algunos planes de “política social” que en realidad funcionaron más como mecanismo de manipulación en favor de los intereses político-electorales de AD y Copei.

Los índices de pobreza registrados en el país al final de este período (entre 70 y 80%) son, en sí mismos la demostración fehaciente de lo que fue la posición política del puntofijismo en relación a los problemas de economía, de la pobreza y la exclusión social en Venezuela.

Esto es parte significativa del cuadro político en el que va a vérselas Chávez cuando es electo en diciembre de 1998; que como se recordará estaba caracterizado, además, por un deterioro generalizado de la economía interna debido a una caída abrupta de los precios del petróleo en los mercados internacionales, y por el enorme descontento y pérdida de legitimidad que se produce en el imaginario político de la sociedad venezolana con respecto al orden “puntofijista” imperante.

Chávez, que se ha comprometido en la campaña electoral a resolver esa situación, se encuentra de pronto con que no tiene ni el proyecto que lo guie en su acción de gobierno, ni la convicción real que lo obligue a darle cumplimiento a tal compromiso. Sin embargo, para llenar las apariencias hizo aprobar algunos “planes económicos” que terminaron corriendo la misma suerte de los famosos “planes de la Nación” “puntofijistas” que nunca se cumplieron y de los cuales ya nadie se acuerda.

Lo que se observa de esto, en un primer plano, es que el chavismo en el poder lo que ha hecho en materia económica es adoptar el rentismo petrolero como modelo económico; lo que ha implicado el abandono progresivo –tal como hiciera el “puntofijismo”- de las actividades productivas propiamente dichas. Tanto es así que en los últimos registros de PIB hechos por el BCV se ha evidenciado que son las actividades económicas no productivas las que ocupan el mayor espacio y porcentajes en su composición.

La reducción descomunal de la producción agrícola e industrial, manufacturera, y la caída abrupta de los precios petroleros, son los hechos que definitivamente explican los graves problemas económicos que estamos viviendo en estos momentos. Los cuales se han hipertrofiado por el cúmulo de medidas obstruccionistas que el gobierno ha venido poniendo en práctica y que ha afectado negativamente la capacidad productiva del país. A esto se deben, sin duda, los altos índices de inflación, escasez, desabastecimiento y pérdida de la calidad de vida a la que estamos sometidos los venezolanos. Y no a una supuesta “guerra económica” que sectores privados de la economía y de la oposición política estarían desarrollando en contra de la economía nacional. Se trata, a todas luces, de un subterfugio con el que el gobierno pretende ocultar su responsabilidad por lo que está pasando; actitud, que sumada a la incapacidad congénita que caracteriza a sus principales representantes, le impide ver que vivimos una crisis política real que pudiera convertirlo, en el corto plazo, en su principal afectado o la primera víctima.

El autor es historiador y cofundador de la Liga Socialista