El Gobierno anuncia medidas para reducir la demanda eléctrica culpando al calor y la sequía, mientras especialistas ponen el foco en la mala administración y planificación de un sistema incapaz de satisfacer el consumo
Víctor Amaya
En el Gobierno culpan al calor para reducir la jornada laboral del sector público, hacer exigencias al sector privado y llamados a ahorrar electricidad para los particulares, a quienes se les acusa de consumir cada vez más. Según el ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón, y el vicepresidente Jorge Arreaza, desde el lunes 20 de abril hasta el lunes 27 de abril el consumo aumentó “de 16 mil MW a 18 mil MW”, debido a que las temperaturas aumentaron.
Sin embargo, aún no se ha llegado a las máximas de calor de otros años. “Es lo normal para esta época. A mediados de mayo debería comenzar la temporada de lluvia”, explica Abraham Salcedo, jefe del departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la Universidad Central de Venezuela.
El ingeniero hidrometeorológico Valdemar Andrade asegura que El Niño es débil en 2015. Dice que el calor registrado no es extremo y que el comportamiento de las lluvias “ha sido promedio”. Andrade ratifica que desde el año pasado se preveía que el año sería seco. “El Guri está bastante bajo para la fecha, a dos metros de la cota mínima alcanzada en 2010. No estamos tan mal pero sí es una situación delicada y hay que tomar previsiones”.
El presidente de la Comisión Eléctrica del Colegio de Ingenieros de Lara, Luis Vásquez Corro, fue detenido por el Sebin el sábado 18 de abril en Barquisimeto luego de declarar a “El Impulso” que “si en los próximos días no llueve en las cabeceras de la represa El Guri se tendrían que apagar las turbinas”. Vásquez calificó la situación del embalse como “muy grave” ubicando la cota en 254,05 metros.
Según cifras dadas por Jesse Chacón publicadas el mismo sábado 18, la cota actual de Guri es de 254,9 metros con lo cual “no hay ninguna posibilidad de afectación que implique un apagón por crisis”, dijo el ministro. La web oficial de Corpoelec ubica la cota en 251,9 metros el 28 de abril. El mínimo es de 240 metros, y en 2010 se ordenó racionamiento nacional cuando llegó a 248.
Miguel Lara, ex-director de la Oficina de Planificación del Sistemas Interconectados (OPSIS) sostiene que el año más seco de la historia documentada fue 2001 “y no se racionó nada porque estaba planificado”. Recuerda además que en 2003 “la cota del Guri llegó a 245 en mayo y tampoco hubo racionamiento porque el sistema estaba preparado para asumir eso”. Así, apunta a la irresponsabilidad gubernamental por haber llegado de nuevo a una crisis: “el año pasado hubo menos lluvias y usó Guri como si tuviese abundancia”.
No hay redundancia
Cuando la hidroeléctrica no tiene músculo, la generación termoeléctrica debería compensar. En la Cronología de la Gestión 2013 del ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón, publicada en diciembre de ese año, se aseguraba que Corpoelec tenía una capacidad máxima de 30 mil MW y una capacidad disponible de generación de 22 mil MW.
Según Miguel Lara, la demanda en 2009 era 17.337 MW y ahora “apenas ha crecido mil megavatios más pero la oferta no es suficiente porque muchas máquinas del parque instalado no están trabajando”. Dice Lara que Venezuela tiene una capacidad instalada de 16 mil 500 MW de generación termoeléctrica pero que “ni siquiera se usan 6.500 MW”.
A su juicio, en 2009 la capacidad máxima del sistema nacional era 23.700 MW y actualmente subió a unos 33 mil. “Uno se pregunta, si usted se gastó tanto real en incrementar oferta en 10 mil MW por qué sigue habiendo dificultad para alimentar apenas 1. ¿Por qué no puede asumir esa demanda?”. El ingeniero afirma que “cuando falla una línea o un equipo el usuario no tiene ni que enterarse porque debería haber redundancia”.
[quote_center]»El país ha sido el primer consumidor de América Latina por razones obvias: el petróleo y las industrias básicas»[/quote_center]
Según Víctor Poleo, exviceministro de Electricidad, “cerca del 40% de la capacidad instalada no está disponible por mantenimiento, falta de repuestos o, más grave aún, escasez de combustible, pues las refinerías tienen serios problemas para producir diesel, fuel oil y gas”.
Además, recuerda que la hidroeléctrica de Tocoma, el último proyecto en el bajo Caroní, debió estar lista en octubre de 2012 con sus 2.200 MW de capacidad, pero ahora se anunció que solamente una turbina -de diez- comenzará a funcionar en el primer trimestre de 2016. “Se estimó su costo en 2.300 millones de dólares y ahora dicen que cuesta 11 mil millones y no está concluida”, añade.
Por eso, Poleo afirma que el gobierno ha tomado una determinación: “asfixiar la demanda porque no hay oferta”.
¿Derrochadores?
El gobierno pidió reducir el consumo doméstico de energía eléctrica. Según Jesse Chacón, 60% de la demanda es de hogares. El propio presidente Nicolás Maduro dijo la noche del martes que “todo el mundo” usa aire acondicionado en casas y oficinas y pidió conciencia en el uso de los aparatos, a pesar de que el programa Mi Casa Bien Equipada ha facilitado la compra masiva de equipos de refrigeración.
Según Miguel Lara esas cuentas no cuadran. “En 1998 el consumo industrial del aparato productivo más la industria petrolera y las de Guayana sumaban el 60% del consumo nacional, y el residencial alcanzaba 24%”. Visto el anuncio oficial, asume que “la demanda de la industria petrolera se fue para abajo, además de la reducción de las industrias básicas que en 2009 consumieron 3.300 MW y hoy a duras penas usan 2 mil. Además, el aparato productivo hoy opera por debajo de la mitad de lo que había hace 15 años”. En todo caso, cree que la cuenta del Ejecutivo quizá deja por fuera el consumo de Pdvsa y de Guayana.
Lara sostiene que Venezuela no es un país que consuma energía en exceso. “El país ha sido el primer consumidor de América Latina por razones obvias: el petróleo y las industrias básicas eran un tercio del consumo y en 1998 ya éramos el país más electrificado, con 95% de la población teniendo servicio eléctrico”.
La historia se repite
En 2010 estuvo vigente un decreto de emergencia eléctrica firmado por Hugo Chávez. Luego hubo otro en 2011 y se ratificó uno más en 2013 ya con Nicolás Maduro en Miraflores. Tales medidas permitieron inversiones extraordinarias para el sector sin pasar por licitaciones o procedimientos rutinarios “por unos 50 mil millones de dólares que es nominalmente lo que se gastó en construir todo el sistema eléctrico nacional en 45 años”, dice Miguel Lara.
Víctor Poleo, quien asegura que la crisis tuvo intencionalidad para permitir negocios, habla de un “diluvio de dinero eléctrico” con el cual se compraron plantas termoeléctricas que no resolvieron el problema y hasta se ha descubierto que hubo sobreprecio, como el caso Derwick, y corrupción como las denuncias sobre Nervis Villalobos y Javier Alvarado, funcionarios que habrían cobrado millonarias comisiones en divisas para asignar contratos.
[quote_center]»La crisis de hoy es la de hace 5 años pero agravada»[/quote_center]
Ambos especialistas creen que la crisis eléctrica será para largo. “Y será para peor. Es una apuesta irresponsable que la única opción sea que llueva más”, dice Lara para quien “las emergencias se suspenden porque se acaban los decretos pero siguen los racionamientos”.
Poleo agrega que la reducción de la jornada laboral -que desmontaría la tesis de Chávez para cambiar el huso horario del país- es una señal de que la crisis “llegó para quedarse”. Según el ex viceministro, “la crisis de hoy es la de hace 5 años pero agravada y se hace casi irreversible, ya que si no han podido con tanto dinero satisfacer la demanda hasta ahora, no lo podrán hacer más adelante”.