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La derrota fue el signo del gobierno en la Cumbre

Lo que mejor define la derrota sufrida por el régimen madurista en la Cumbre de las Américas, son los hechos siguientes: Las críticas que la mayoría le hizo a la involución de la democracia en Venezuela; y la negación de la petición venezolana de incluir en la declaración final de la Cumbre una moción condenatoria a Estados Unidos.


 

Por Oscar Battaglini

Lo realizado por el gobierno de Maduro alrededor de esas cuestiones evidencia los inequívocos rasgos de un verdadero espectáculo circense.

El motivo principal de tales acciones, como todos pudimos presenciarlo, fue el decreto Obama que, para decirlo en lenguaje coloquial, le “vino al pelo”. En primer lugar, para intentar manipular el sentimiento nacional de los venezolanos mediante una intensa campaña massmediática de un hondo contenido efectista y demagógico; y en segundo lugar, para poner en escena una vez más la farsa antiimperialista acostumbrada, que tiene entre sus rasgos más visibles el estilo vocinglero y jaquetón que regularmente él le imprime. Estilo que, por cierto, no se manifestó en el encuentro con Obama propiciado por Maduro en el marco de la VII Cumbre de la Américas. En ese encuentro este último no pudo sofrenar la pulsión de tomarle la mano a Obama (al jefe del Imperio) “con afecto” –dicho por él mismo- y de mostrarse dispuesto, en una clara actitud de subalterno, a realizar las concesiones requeridas –como en estos momentos hace la burocracia cubana- para alcanzar la tan ansiada normalización de sus relaciones con EE.UU; que aunque parezca un contrasentido, le permite al chavismo oficial mantenerse en el poder. Esto es lo que éste fue a buscar, en definitiva, a Panamá, sin conseguirlo. Por eso ha regresado a Caracas “como fuete de arrear pavo”, según el decir de un conocido merengue venezolano.

La idea de las 10 millones de firmas para respaldar la posición del chavismo oficial en la Cumbre, no pasó de ser una parte secundaria de la escenografía de la farsa en desarrollo.

Pero conviene aclarar que ese papel no lo cumplen las firmas en cuestión como facticidad sino progresiva y significativamente su plantilla e influencia política en el seno de los más como una realidad virtual construida mediáticamente. El que ello haya sido así, se explica porque el chavismo en general ha visto reducirse en diversos sectores de la sociedad; y porque para obtener esas firmas, independientemente de su cuantía, habrían tenido que coaccionar y amenazar en el ámbito de la Administración Pública y a otros niveles hasta el infinito; cosa que a todas luces resultaba totalmente contraproducente. Por eso esas firmas no llegaron a existir nunca. Por eso se les ha mantenido en secreto. Y por eso, finalmente, no salieron de Caracas para Panamá.

El hecho de que tampoco esta jugada le haya salido bien al chavismo oficial, viene a confirmar todavía más que la derrota es el signo característico de lo actuado por el gobierno de Maduro en la Cumbre de las Américas recién clausurada; signo que el derroche de demagogia derramada sobre los habitantes del martirizado barrio El Chorrillo en la capital panameña, y el destemplado discurso “antiimperialista” pronunciado por él en la Asamblea General de la Cumbre no podrán atenuar ni ocultar.

No obstante, lo que mejor define la derrota sufrida por el régimen madurista en ese evento, son los hechos siguientes: 1.- Las críticas que la mayoría de los Presidentes y Jefes de Estado presentes en la Cumbre le hicieron a la involución que últimamente ha venido experimentando la democracia en Venezuela. Esto en el lenguaje diplomático constituye una mácula que deja muy mal parado a cualquier país que sea objeto de este tipo de señalamientos. 2.- La negación que se hizo de la petición formulada por la parte venezolana de que se incluyera en la declaración final de la Cumbre una moción condenatoria de los EEUU en lo que viene siendo el diferendo que actualmente existe entre ambos países. De esta manera se ha puesto en evidencia que si bien los países de América Latina y el Caribe se han mostrado formalmente contrarios a lo que ellos consideran excesos de la posición norteamericana en el tratamiento de dicho diferendo, no están sin embargo dispuestos a comprometerse con una decisión que, sin ninguna duda, terminaría afectando gravemente sus relaciones económicas, comerciales y de la más diversa índole con la potencia del norte. Cosa que lógicamente, nadie quiere. Esta es la razón por la que la Cumbre fue clausurada sin que se produjera una declaración final de la misma.

[quote_box_right]Las firmas no llegaron a existir nunca. Por eso se les ha mantenido en secreto. Y por eso, finalmente, no salieron de Caracas para Panamá[/quote_box_right]

Un elemento en el que necesariamente hay que insistir, es la tendencia que se observa tanto en la burocracia chavista en el poder como en la cubana al dirimir sus diferencias con los EEUU (con el Imperio) desde una posición caracterizada por la indignidad y una total ausencia de principios. Cuestión que tuvimos la oportunidad de presenciar en el “tropezón” fraguado por Maduro para encontrarse con Obama en un pasillo de la sede del evento y en la comparecencia ante la prensa que éste y Raúl Castro hicieron después de la reunión formal que ambos tuvieron en el marco de la VII Cumbre de las Américas. Mientras el gobernante norteamericano, Jefe del Imperio más agresivo y mortífero que se ha conocido en toda la historia de la humanidad, se mostró en todo momento como lo que él realmente representa, ya vimos lo que fue la actitud de Maduro en su encuentro de pasillo con este. Pero donde esa tendencia se expresó en toda su plenitud, fue en el discurso de respuesta al de Obama en esa comparecencia con los periodistas internacionales, dijo el Sr. Raúl Castro, palabras más, palabras menos “que lo planteado por el Presidente de los EE.UU era lo mismo que él pensaba a nombre del gobierno cubano”; con lo que dio a entender muy claramente, por un lado, quién tiene o lleva la batuta en las negociaciones que actualmente se dan en torno a la regularización de las relaciones entre sus respectivos países, y por otro, que la burocracia cubana está dispuesta a aceptar las condiciones que sean impuestas por los EEUU a fin de conseguir la tan ansiada regularización, la cual se ha convertido en la puerta de entrada de las transnacionales (particularmente norteamericanas), que ya tienen la misión de repetir o reproducir en el territorio cubano el “modelo económico chino” que habrá de permitirle a esa burocracia (es lo que se piensa) mantenerse en el poder.

Maduro ha regresado a Caracas y lo primero que hizo fue reunirse, como es ya su costumbre, con militares y el círculo de civiles oportunistas que lo acompañan. En su discurso de esa tarde expresó que regresaba victorioso –aquí cabe recordar de nuevo aquello de que “los dioses ciegan al que van a perder”- y anunció nuevas medidas, no para mejorar las cosas que, como sabemos, están malas sino para hacerlas más gravosas. Esperemos que el ensanchamiento y profundidad del tremedal en el que estamos metidos nos sigan ayudando a crear el estado de consciencia que impida la realización de tales designios.