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Inconstitucionalidad en polémica elección al Parlatino

Es preferible dar un paso atrás con un comportamiento digno y acumular fuerzas como antesala a nuevos combates para no desilusionar al pueblo


 

 Jesús Silva R.

 Más vale perder elecciones jugando limpiamente según las normas del Derecho y la ética política, en vez de generar maniobras para torcer la voluntad auténtica de los pueblos y satisfacer propósitos de grupos o cúpulas.

No hago nunca exaltación a la derrota, no apoyo esa mala costumbre de la vieja izquierda (vapuleada en la lucha armada contra Betancourt y en elecciones puntofijistas), respecto a glorificar fracasos en función de calmar dolores y embriagarse de optimismo fantasioso.

Pero si es preferible dar un paso atrás con un comportamiento digno y acumular fuerzas como antesala a nuevos combates para no desilusionar al pueblo y que nadie diga que la Revolución comete trampas para evitar derrotas.

En efecto, cuando la correlación de fuerzas es adversa, se busca ganar tiempo mientras se intenta propiciar políticamente un cambio en dicha correlación contraria y entonces lanzar un nuevo intento. Política y guerra se parecen. Cosas así dijo el sabio Sun Tzu en su universal libro: El arte de la guerra.

Miremos los malos ejemplos de elecciones donde ganar como sea es el fin que justifica los medios. Ya sea modificando leyes, resoluciones o sentencias en búsqueda del resultado deseado por quien tiene los poderes o el sartén agarrado por el mango.

Sucede que años atrás, la Unión Europea hizo aprobar su Tratado de Lisboa mediante elecciones de segundo grado, es decir, con votos de los integrantes del parlamento europeo, luego del contundente rechazo contra dicho tratado en comicios de primer grado. O sea, un “No” rotundo expresado con el voto directo de los ciudadanos europeos que sufragaron en plebiscitos celebrados en cada país de ese continente.

Pues bien, arrancarle el derecho al pueblo de escoger directamente sus representantes es un retroceso para la democracia popular y el Estado democrático de Derecho y de Justicia que se halla previsto en nuestra Carta Magna y tanto se opone al viejo Estado liberal burgués donde manda la clase alta empresarial.

En efecto, es un fraude común del mundo occidental (cuya referencias principales referencias a escala universal son EEUU y las grandes potencias europeas) usar las elecciones con una doble moral: mientras que por un lado las presentan como remedio mágico para todas las dolencias y para contentar al pueblo durante las crisis, por otro lado organizan esas elecciones de modo tal que solamente podrán ganar los ricos.

A todas luces, en los países ricos las elecciones son un gran evento televisivo, con aparatos millonarios de propaganda, candidatos que juguetean con estrellas de cine y aspirantes que se dejan ver con modelos y misses. Esto pasa en México, que sin ser cabeza del mundo occidental o primer mundo, copia muchas cosas de EEUU.

En consecuencia, en ese mundo industrializado y productivo donde las carreteras no tienen huecos y se generan abundantes bienes y servicios, también padece sus miserias, porque las democracias viven al servicio del gran capital y patean al proletariado, lo cual se traduce en un acceso desigual al bienestar pero también a partidos políticos que funcionan como agencias de la burguesía. Lucho porque este nunca más sea el caso de Venezuela de hoy, tan asediada por burguesías viejas y nuevas.

No es igual recorrer Caracas, Zulia, Miranda, Carabobo, Lara y los llanos venezolanos para dar una sorpresa electoral y conquistar 8 millones de votos la Primera Magistratura de un país donde la tv ha perdido influencia; que atravesar los 50 estados que componen al imperio, lograr cien millones de votos y llevar a la Casa Blanca a un redentor revolucionario que no tenga pacto con poderes de la burguesía.

Lo digo más claro, no veremos en EEUU, Alemania, Francia o Reino Unido (derecha inglesa acaba de ganar las elecciones) que suceda un accidente político donde un individuo inspirado en ideas de justicia social, irrumpa en la escena pública y gane mayoritario respaldo popular.

Es así porque en esos países el sistema político está científicamente acoplado para no permitir que surja un outsider, o sea, un sujeto no controlado por los poderosos del país. Las pocas y focalizadas victorias izquierdistas que acontecen allá son las toleradas por el régimen capitalista para lavarse la cara ante el mundo y decirle que aceptan tener una oposición democrática.

Frente al despotismo del mundo occidental capitalista, donde únicamente banqueros y empresarios (o sus testaferros) ganan las elecciones importantes y no se registran excepciones como la victoria presidencial de un revolucionario, anti capitalista, anti neoliberal y anti imperialista como lo fue Hugo Chávez; América Latina debe hacer lo posible con tal de diferenciarse positivamente del mundo aquel que criticamos. Ello sólo será posible promoviendo más democracia, más participación directa del pueblo y dar impulso progresivo a los mecanismos idóneos para el ejercicio total de la soberanía.

En este orden de ideas veo un anuncio del Consejo Nacional Electoral dejando de celebrar las elecciones al Parlamento Latinoamericano o Parlatino, en virtud de que las mismas serían absorbidas por las elecciones a la Asamblea Nacional. En tal sentido los diputados allí electos, escogerían dentro de sus integrantes a los que pasarían a desempeñarse en ese foro legislativo subcontinental.

Considerando que en Venezuela siguen existiendo elecciones de primer grado para la Asamblea Nacional porque el pueblo escoge en ellas directamente a sus representantes, y considerando que el voto nominal por nombre y apellido representa un procedimiento electoral más democrático que el uso de una lista (como se hizo con el parlatino hasta el año 2010), proponemos que a cada partido o alianza electoral le toquen tantos diputados al Parlatino como número de estados donde haya resultado ganador, por ejemplo si Vente Venezuela (organización de la respetable dama y ex diputada María Corina Machado) gana en Táchira y Mérida pues le tocan 2 legisladores al Parlatino. Verbigracia, si Primero Justicia gana en Miranda (lo cual es casi un hecho por la honda debilidad del chavismo en esa entidad), Carabobo, Lara, Aragua y Nueva Esparta pues le tocan 5 diputados. Y así sucesivamente.

Con nuestra propuesta satisfacemos el principio de progresividad en materia de Derechos Humanos plasmado en Tratados Internacionales, así como Mercosur y la propia Constitución venezolana en artículos como el 19 y 21 los cuales plantean que una vez adquiridos ciertos derechos (en este caso derechos los del pueblo a elegir por voto directo a diputados subcontinentales del Parlatino) no se les pueden revocar los mismos y es posible legislar en función de ampliar, extender o profundizar los derechos ya conquistados.

El procedimiento que sugerimos es más favorable para el pueblo ya que ahora escogerá nominalmente (por nombre y apellido) en vez de seguirlo haciendo mediante la votación indirecta con la lista o plancha innominada que funcionaba para el Parlatino hasta 2010. Humildemente también creemos que nuestra propuesta tiene mayor apego a los principios constitucionales en contraste con el hipotético caso de que sean diputados electos a la Asamblea Nacional quienes escojan de su seno a los del Parlatino. Dicen las malas lenguas que esta última idea es de algo que llaman: El oficialismo.

El autor es abogado constitucionalista

http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

@Jesus_Silva_R